El Lema de su nuevo colegio es: "cuanto más grande sea el reto, mayor será el resultado". A Sonia le encanta este lema.
El primer día en su nuevo colegio le gustó mucho, se notaba que era un lugar diferente a todos los demás; y eso encajaba a la perfección con ella. El día anterior no durmió casi nada debido a que estaba muy nerviosa.
Cuando llegó (según lo que le contaron sus padres, sus hadas y lo que ella pudo percibir por sí misma) el edificio por fuera era como una mezcla entre un palacio y un monasterio, parecía antiguo y era muy grande. Se entraba por una gran puerta de madera, después de subir unas escaleras de piedra.
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Había dos caminos, uno a la derecha y otro a la izquierda, pero la vista no llegaba a ver dónde conducían. Justo en el centro había unas gigantescas escaleras de mármol blanco que se iban ampliando hasta dividirse en dos y en el centro había un impresionante ventanal, cubierto por una pancarta de color burdeos en el que estaba escrito, con letras muy grandes, el lema del que habíamos hablado antes.
De repente apareció una mujer alta y delgada, que vestía muy elegante. Llevaba unas gafas con una gruesa montura negra y el pelo recogido en un moño alto.
Gracias a sus padres, a sus inseparables hadas y al resto de sentidos que le quedaban pudo seguir enterándose de lo que sucedió:
- ¡Oh! Ya están aquí- la mujer les ofreció la mejor de sus sonrisas.-Muy bien, yo soy Agatha- se presentó- amablemente-; y tú debes de ser Sonia, ¿no?. Según tengo entendido eres una chica muy especial. Bien síganme por favor.
Subieron por las escaleras del centro y después giraron a la izquierda. Fueron a dar a un pasillo, que era de piedra grisácea; tenía unos techos muy altos; decorados con adornos góticos. El edificio tenía varias alturas y era de forma rectangular. Pero en el centro había un patio que se veía a través de unas grandes vidrieras multicolores, que daban un poco de alegría a aquellos muros desnudos
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El patio estaba descubierto y lleno de plantas preciosas, a la vez que muy bien cuidadas. Éstas estaban en torno a una preciosa fuente blanca, de la que manaba agua cristalina.
Por fin llegaron a la clase; sus padres se despidieron de ella con un beso y mientras veía cómo sus progenitores se daban la vuelta, dispuestos a irse, Agatha la invitó a entrar.
Una oleada de nervios y vergüenza sacudió su cuerpo cuando se abrió la puerta. Agatha habló con su nueva profesora, que al parecer se llamaba Marta. Sonia miró a su alrededor, pero como siempre que estaba con alguien que no fuese conocido, las hadas ya no estaban, aunque ellas seguían siendo sus sentidos en su interior. Marta le indicó amablemente que escogiese un sitio y la clase siguió con total normalidad.
