Oneshot

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Ivy se encontraba regando una de sus plantas. Había olvidado hacerlo antes, e interiormente se sentía ridículamente culpable por eso.

Toc, toc. La pelirroja se giró bruscamente. Usualmente, no recibía visitas. ¿La razón? Casi nadie sabía donde vivía, por lo que era bastante extraño que alguien tocara su puerta. Y aun más a esa hora de la noche.

— Roja, soy yo.

Y Hiedra reconoció esa voz de inmediato. Se apresuró a abrirle a puerta, para encontrarse con una Harley decaída, llorosa, y... ¿En pijama?

Antes de que pudiera si quiera hacer una pregunta, la rubia empezó a hablar.

— M-me han echado, Roja. Ni siquiera me ha dado tiempo a cambiarme de ropa. ¿Puedo quedarme unos días contigo?

Ivy suspiró, y echó un vistazo a la bolsa que Quinn llevaba de la mano. No estaba ni bien cerrada, y sobresalía un trozo de ropa. Probablemente Harley hubiera perdido algún objeto por el camino, y ni se hubiera dado cuenta. Sonrió. Lo cierto es que le resultaba adorable.

— Por supuesto, Harley —abrió la puerta ampliamente, invitándola a pasar.

— ¡Gracias, Roja! —y le dio un abrazo espontáneo y entusiasta que casi tira a Ivy al suelo.

Solo entonces se dio cuenta de que tras su querida rubia venían unos perros grandes, y, a su parecer, muy feos. Eran las hienas de su amiga, claro.

— Que no se coman mis plantas —advirtió, seria.

— Descuida —dijo la otra, sin tomarle mucha importancia.

Horas más tarde, la rubia se encontraba sentada sobre la cama de Ivy. Ivy estaba en el baño, cambiándose de ropa y mientras esperaba, Harley jugaba con sus mascotas.

— Vamos, Roja, ¿cuánto se necesita para ponerse un pijama?—se quejó, medio en broma.

— ¡Puedes ir durmiendo si quieres!

— No, porque me despertarás al meterte en la cama.

— Vale, ya estoy, ¿de acuerdo?

Poison Ivy salió de la puerta, enfundada en un pijama obviamente verde. Harley sonrió mientras la pelirroja caminaba hacia ella. Ivy solo tenía una cama, así que la compartirían. Lo cierto es que a las dos les agradaba esta situación, aunque ninguna lo mencionó.

— Buenas noches, Red— canturreó Quinn.

— Buenas noches, Harley— murmuró Ivy.

Ivy solía tardar en dormirse, por eso aun estaba despierta cuando notó que Harley le daba un abrazo, a su espalda. Súbitamente, y movida por un impulso, se giró, quedando frente a frente con la rubia... Y juntando sus labios en un tierno beso.

HarlivyWhere stories live. Discover now