Oneshot (+18)

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Ivy llegó a casa. Tenía la expresión cansada, el cabello pelirrojo revuelto, y un tremendo mal humor.

- ¿Harley? -llamó.

Supuso que estaría dormida, al no obtener respuesta, por lo que sencillamente se iría a dormir, sin besos ni caricias... De nuevo.

Suspiró y comenzó a avanzar, con un andar menos elegante de lo que acostumbraba, por el pasillo. Al entrar en la habitación, se extrañó al encontrar la puerta entreabierta y la luz encendida.

Vaya, parecía que la rubia no se había dormido aún.

- ¿Harley? -llamó, empujando la puerta con suavidad.

Al verla, su mal humor se esfumó rápidamente.

Harley estaba vestida de lencería, tumbada sobre la colcha. Una lencería negra, preciosa, que dejaba poco a la imaginación y, si podía, resaltaba aún más sus ya pronunciadas curvas.

Vaya, eso sí que no se lo esperaba. Hacía una semana que ellas estaban... Bueno, habían tenido ciertos problemas que, claramente, influyeron en sus relaciones íntimas.

- ¡Sorpresa, Roja! -saludó la joven, con su típico tono infantil de voz. Se levantó, caminando hacia ella, moviendo las caderas más de lo normal intencionadamente - Sé que ultim...

Se vio interrumpida por un beso de la pelirroja, ansioso y algo brusco.

- A veces hablas demasiado, Harley -comentó, con diversión en su voz.

La rubia hizo un puchero, mordiendo su labio como protesta por haber sido interrumpida.

- ¿Así me agradeces que haya comprado esto por ti?

- No, así no -aseguró, empujándola con insistencia hacia la cama. Harley se sentó con gusto, y las piernas entreabiertas en aire descarado, tentador.

- ¿Y cómo? -inquirió, alzando las cejas, lamiendo la clavícula de su pareja.

Ivy puso una mano en su cadera mientras estiraba el cuello, que no tardó en sentir su lengua. La acariciaba insistentemente, recorriendo el borde de la fina tela que la cubría, tratando de hacer gala de una paciencia que estaba lejos de sentir.

- Estás a a punto de averiguarlo -respondió junto a su oreja, mordiendo su lóbulo.

La pelirroja se libró de la camiseta en un único movimiento. Harley la atrajo hacia ella, repartiendo besos, primero por su abdomen, y después y tras desabrochar su sujetador, por su pecho.

La rubia mordió uno de sus pezones, divertida, con poco cuidado y casi algo brusca, a lo que Ivy gimió, arqueado un poco la espalda.

Se libró también de sus pantalones, pero Quinn no separó en ningún momento la boca de sus ya enrojecidos pechos. Al principio, era placentero, pero era tan lento y repetitivo, que terminó por resultarle frustrante, y no tardó en darse cuenta de que Harley lo hacía intencionadamente.

- Deja de jugar -gruñó, en voz baja y ronca.

La empujó hacia atrás, impaciente, y la rubia se dejó hacer, volviendo a atacar sus labios.

Mientras sus lenguas peleaban, Ivy deslizó la mano hasta su intimidad. La liberó de la fina pieza de lencería, y después, y ante la azul mirada de su pareja, se deslizó hacia abajo.

Su lengua no entró con rapidez, como su pareja esperaba. No; se tomó un tiempo lento, un ritmo tortuoso, tanto, que hizo que Harley, gimiendo, se removiese y retorciese hasta el punto de tener que sostener sus piernas con firmeza.

- Roja -gimió, protestando.

Tenía tantas ganas de sentirla dentro, y ella solo estaba ahí, divertiéndose con sus ganas. Le dirigió una mirada molesta, frustrada y suplicante a partes iguales.

- Te dije que dejases de jugar -recriminó, apartándose del hueco entre sus piernas abiertas.

Alarmada, abrió sus azules ojos, preparada para protestar...

- No estab...

Pero Ivy volvió a hacérselo oral, introduciendo de nuevo su lengua, más rápido, menos cruel.

Harley no tardó en venirse en su boca debido a sus certeros movimientos, en un gemido. Después de todo, no se habían tocado en toda la semana, y eso era algo muy extraño en comparación con el ritmo que solían llevar.

Poison Ivy no tardó en subir de nuevo. La besó, dejando que probase su propio sabor.

La rubia bajó su mano a la intimidad de su pareja, por debajo de su ropa interior. Ivy casi pareció ronronear, complacida... Pero los ojos de su novia le miraron socarrones.

Sin darle tiempo a prepararse, metió dos dedos de golpe, bruscos, rápidos.

- ¡Harley! -gimió, sorprendida y en protesta, quedándose quieta para acostumbrarse a la intromisión.

- Esto es por no mirarme en siete días, Roja - reclamó Quinn, entrando un tercer dedo, aún bajo ella.

Ivy no replicó, solo se movió sobre ella, al ritmo de sus dedos.

- Tú... Tampoco me has mirado a mí -dijo, jadeante.

- Créeme. Lo he hecho.

Cabe decir que Harley abrió los dedos dentro de ella, con un poco más cuidado, dejando que se acostumbrarse, antes de meter un cuarto dedo, el cual pareció demasiado para la pelirroja.

Quinn movió los dedos en su interior, abriéndolos, cerrándolos y en movimientos circulares, con las caderas de Ivy moviéndose sobre ella.

Esta se vino finalmente, llenando su mano, cerrando sus ojos, y relajando sus músculos, dejándose caer sobre ella una vez Quinn hubo salido con delicadeza.

- Me alegra que estemos bien, Roja. 

HarlivyWhere stories live. Discover now