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4. Así que... Las chicas

En cuanto cerró la puerta de su casa Kriss empezó a calmarse. Cuando su respiración dejó de verse afectada la chica sintió pequeñas punzadas y miró de donde provenían: su brazo. De las heridas que había ocasionado el chico salían espesos hilos de sangre. Antes había estado tan asustada que ni siquiera se había dado cuenta.

Caminó hasta el baño y de una repisa sacó algodón y alcohol. Llenó el algodón del líquido y con suaves toques limpió su brazo. Le ardía demasiado y hacía grandes esfuerzos para no gritar.

Se limpió las lágrimas que sin saberlo había derramado y se enredó una venda en el brazo. Cuando terminó se cambió de blusa, ya que la anterior estaba manchada de sangre.

Kriss se miró al espejo, tenía el rostro aún pálido.

Caminó hasta el colchón de su cuarto y se sentó en el, la chica se encontraba pensado en todo momento aunque tratara de evitarlo; no tenía ningún sentido que a un joven le salieran colmillos y sus ojos se tornaran amarillos. Iba a buscar su bloc para dibujarlo cuando se dio cuenta de que había dejado sus cosas.

Se dio una palmada en la frente.

—Muy bien Kriss.

❤️

La pelinaranja se estaba desesperando cuando Sarah tomó finalmente su llamada.

Perdón por no contestar Kriss, estaba en clase, sí, en la que no entraste ¿porqué no entraste? Acaban de castigar a uno de los gemelos, estaba usando su motocicleta en el pasillo ¿puedes creerlo?, por cierto, ¿dónde estás?

—Hola Sarah, si estoy bien, gracias.

Lo siento, ¿Estás bien?

—Si, gracias. ¿Puedes ayudarme con algo?

Claro, dime.

—Verás, olvidé mi mochila en detención. ¿Podrías traerla a mi casa? Iría yo misma pero no me siento muy bien.

No te preocupes, ya voy por ella, ¿algo más?

—No intentes hacerte la chistosa conmigo, Milessa.

No me llames Milessa, Kristal. Apropósito, no me hago la chistosa, lo soy naturalmente.

—No te discutiré eso.

Estoy en el salón, no hay mochila.

—¿Cómo que no está? Yo la dejé... —Kriss se vio interrumpida con el timbre de su casa—. No importa, gracias igual. Mi padre llegó, te llamo luego.

Está bi —la pelinaranja cortó la llamada antes. Ya casi oía los reclamos de la de pecas.

Bajó las escaleras y abrió la puerta esperando encontrarse con el rostro de su padre.

—¿Allison?

—Hola.

—Hola —Kriss se aclaró la garganta—. No quiero sonar grosera pero, ¿qué haces aquí?

—Oh, claro —pareció recordar—. Vine a entregarte esto —murmuró y extendió su brazo hasta Kriss, quien sin dejar de mirarla tomó su mochila.

—Gracias.

—No tienes por que agradecerme, es lo menos que podía hacer —Allison sonrió un poco.

—No fue tu culpa.

—Lo sé, aún así quería hacerlo.

—¿Quieres pasar? —preguntó Kriss de repente sorprendiéndose a ella misma y sintiéndose tonta al mismo tiempo.

—Claro —respondió la Argent percatándose de la venda en el brazo de la pelinaranja—. ¿Estás bien?

Kriss se dio cuenta de que hablaba cuando siguió la mirada de Allison.

—Si, fue solo un rasguño.

—¿Estas segura?

—Muy segura —respondió Kriss, sonriéndole para asegurarle—. ¿Gustas un chocolate? Mi papá compró, estoy segura que si tomamos unos cuantos no se dará cuenta.

Allison sonrió y asintió —¿Y dónde está tu padre?

—Trabajando—le respondió—. Como desde que tengo memoria.

❤️

—A los 17, mi turno, ¿A que edad te enamoraste por primera vez?

—Nunca me enamoré.

—¿Qué? —le preguntó Allison.

—Pues así, nunca he sentido las dichosas mariposas en el estómago o me he vuelto tonta al estar con alguien y pensar en esa persona todo el tiempo.

—No te vuelves tonta cuando te enamoras —defendió Allison.

—¿Ni un poquito? —le preguntó Kriss con una sonrisa.

—Casi nada —le respondió Allison con la misma sonrisa.

Después de los chocolates las dos chicas parecieron entrar más en confianza y de un momento a otro empezaron un juego de preguntas.

—Voy —murmuró Kriss—. ¿Cómo fue tu primer beso?

—Todo menos eso —pidió Allison en un tono que parecía estar muy divertida y abrumada a la vez.

—Ahora tengo mucha más curiosidad, cuenta.

La pelinegra suspiró.

—Bueno, era un soleado día en el que una Allison de trece años paseaba con el chico que le gustaba. Fue entonces que cuando los dos pequeños se acercaron más y más y más, el chico pareció tomar impulso e hizo que nuestros dientes chocaran, bastante doloroso.

Kriss se carcajeó y la Argent se indignó.

—No te rías.

—Bueno, bueno, tu turno Argent.

—Bien Wilson, ¿qué tal tu primera vez?

Kriss se rascó la nuca e hizo una mueca.

—No muy bien si tomamos en cuenta que al terminar me di cuenta de que definitivamente, me gustan las chicas, y quizás, solo quizás, se lo dije al chico.

—Eres tan cruel.

—No lo soy.

—Así que... Las chicas.

—Así mismo



Dije que iba a actualizar cada semana pero no saben cuanto se me complicó, perdóoooon.

Tengo en mente algunas historias de TW, díganme, ¿qué personaje como interés romántico preferirían para alguna?

Girls like girls [ Allison Argent ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora