80. Ash Fogelberg.

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Comprobé su respiración en cuanto abrí los ojos. Ella seguía viva. Llevé mi mano a su frente, su temperatura era normal. ¿Ella estaba mejor? ¿O es que sólo moriría más tarde?

Todo mi cuerpo dolía, la herida en mi costado incluso comenzaba a sangrar pero no iba a separarme de ella. Pasara lo que pasara.

—¿Cómo está? —Preguntó Astrid con miedo en la voz.

Me encogí de hombros y dejé caer una lágrima ante la incertidumbre.

—Aún respira, su temperatura está normal ¿qué crees que pasará?

Se quedó quieta un momento, con la mirada clavada en _________, y luego corrió a abrazarme. Casi caigo al suelo ante la fuerza del impacto y el dolor creciente.

—No quiero que se vaya —sollozó, sus lágrimas empaparon mi hombro derecho —. Por favor.

—Tampoco puedo hacer nada Astrid. Sólo queda esperar.

Su llanto cesó en cuanto notó la sangre empapando mi ropa.

—¡Ash! —Exclamó alarmada — ¡Estás sangrando!

Mi palma estaba manchada con sangre, mi ropa cada vez se empapaba más. Incluso estaba comenzando a perder fuerzas.

—¡Ash! —Volvió a gritar Astrid.

Pero se sentía tan lejano. Tan fuera de alcance.

—¡Ash!

¿Por qué gritaba tanto mi nombre? ¿Y por qué se escuchaba cada vez más lejos? De pronto, la respuesta llegó.

Sentí mi cuerpo golpear contra una dura superficie, la sangre se convirtió en un mar y la luz en oscuridad. Me había desmayado en el peor momento.

Encuentrame (Hiccup y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora