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El día tan esperado ha llegado.

Ahí estaba yo, caminando a la zona de carga del avión. Podía ver a mis padres y a Andrés agitando la mano hacia a mi, y yo les devolví el gesto.

Mis padres aún estaban llorando, y Andrés sólo estaba ahí con una mueca triste.

No voy a mentir, casi me hacen llorar, lograron que se me cristalizaran los ojos, pero no fue suficiente para ahogarme en lágrimas como mi madre, quién si estuviese en una piscina, la habría llenado sólo con el líquido que sale de sus ojos.

Mi madre me abrazó hasta el momento en que llamaron por el megáfono que mi vuelo estaba por cargar. Y mi padre no paraba de verme con cara de tristeza, eso me tenía un poco incómoda.

Antes de despedirme de ellos, les dije lo mucho que los amaba, y que no estuviesen tristes, que nos veríamos siempre por la computadora, y que los llamaré todos los días.

Le encargué a Andrés que les enseñara a usar el skype, ya que ellos eran un poco lentos en lo de la tecnología, y yo no había tenido la paciencia que sé que él les tendrá. Les di muchos besos y abrazos, aunque no era típico de mi eso, sabía que no los tendría así de cerca en mucho tiempo, así que dejé un poco mi frialdad de lado y me permití hacer eso.

Cuando llegó el momento de despedirme de Andrés, nos dijimos muchas cosas lindas, nos hicimos muchas promesas y por lo bajo le dije muchos “te amo”.

Le di un beso en el que le dejé mi alma, y esperaba que me la devolviese pronto. Lo abracé como si fuese a romperle algún hueso. Nos miramos a los ojos, y antes de que me hiciese llorar, le di una sonrisa y me fui.

—Su boleto señorita.— Me dijo el ticketero, le entregué el pedazo de papel, y él me dio paso para abordar.

Éste era un vuelo directo a Seúl, pero antes hacia escalas. A mi madre le pareció eso un poco peligroso, porque teníamos que hacer paradas en algunos países y esperar un aproximado de 3 horas en cada aeropuerto, pero a mi me pareció una oportunidad para ver un poco de cada país en el que parábamos, aunque sólo pudiese estar en el aeropuerto, lo bueno es que no se haría trasbordo, aunque seria un viaje bastante largo.

Decidí que en cada parada, tomaría una foto, así que hice que mi madre me regalara una cámara instantánea, una reliquia que tenia ella en casa, pero que a pesar del tiempo, funcionaba muy bien. Compré las laminas, y como dije, en cada país que parábamos tomaba una foto, así sólo fuese por la ventana.

El viaje me pareció entretenido, ya que pude hacer amistad con mi compañera de asiento, una señora de unos 50 años, ella iba a visitar a sus hijos, que se habían ido para Seúl hace unos seis meses.

Me contó la historia del viaje de sus hijos, y yo le conté la mía.

—Umm, bueno, tienes que trabajar duro.— Me dijo, luego de contarle todos mis planes de montar un pequeño restaurante, y de querer ser una reconocida cocinera.

—Sí, eso planeo hacer.— Le di una sonrisa, que más para ella, era para mi misma, ya que la idea de cumplir todo aquello me emocionaba mucho.

—¿Y tienes dónde quedarte?— Pregunta curiosa.

—La verdad no.— Le confesé.— Planeo quedarme en un hotel mientras consigo un trabajo y puedo pagar un alquiler. No creo que pase mucho tiempo, reuní un poco para pagar una estadía de una semana. Creo yo, que en ese tiempo ya podría tener algo.— Dije, consciente de que sonaba descabellado, pero no perdía la esperanza de que todo resultara como lo planeé.

—¿En serio? ¿Crees que puedas conseguir un trabajo tan rápido y poder pagar un alquiler?— La señora dijo sorprendida.

—Sí, aquí solicitan mucho ayudantes de cocina y así, y creo que con mi certificado de la escuela, puedo conseguir algo rápido. — Sonreí.

Negándome a ti. » Kim Taehyung.Where stories live. Discover now