Epílogo

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Anthony caminó por el trayecto de madera, con las manos enterradas en sus bolsillos en un pobre intento de protegerlas de la brisa congelante que corría por el puente de Brooklyn. El sol a finales de abril hacía poco esfuerzo por aminorar el frío.

—De nuevo, ¿por qué hacemos esto? —Preguntó el inventor, mientras James le diría una mirada crítica que se asomaba por el borde de sus lentes de sol.

El muchacho sonrió, amplia y seductoramente, lo cual hizo que —como siempre— el corazón de Tony diera un vuelco. Tenía cierta debilidad por las sonrisas de James.

—Porque te lo pedí —respondió, juguetón, dándole un codazo al ingeniero, y la mirada que le dirigía lo hacía sentir más calor de lo que el sol podría—, y no puedes decirme que no.

Bueno, Tony podía negarle cosas, sólo que no lo hacía muy seguido; pero definitivamente no podía cuando James le pedía a Tony que lo acompañara a uno de sus tentativas y bastante raras salidas de la torre —incluso, cuando esta salida terminara en el puente de Brooklyn, específicamente—.

Anthony se preguntaba si su siguiente parada sería la Estatua de la Libertad.

—Pero ¿qué tiene que ver el puente de Brooklyn? —se interesó el empresario.

​James se encogió y subió su cabeza, encarando al sol, causando que de súbito el cerebro de Tony hiciera un corto circuito de un segundo. ¿Qué quería que pensara cuando James se veía así? Sonriéndole a nada en particular, su cabello alborotado por la brisa y su postura relajada y tentadora, a pesar de estar fuera de casa.

A veces le sorprendía ver cuánto progreso había tenido James en apenas cinco semanas. Claro que todavía había días malos, y faltaban aún varios meses de recuperación por venir, pero James se veía feliz.

Cada vez se parecía más a aquel hombre sonriendo sin esfuerzo de esa vieja foto en blanco y negro del archivero.

Al parecer, el joven no tenía la intención de contestar la pregunta de Tony y continuaron caminando en silencio, sus brazos lo suficientemente cerca para rozarse. El puente estaba más solitario de lo que Tony esperaba, pero era difícil saber si era por lo temprano que era o por el clima.

—Entonces... —comenzó Tony, un par de segundos más tarde, mirando a James— Steve regresa en dos días.

El muchacho ya sabía esto —el empresario se lo había recordado tres días atrás— y, ahora, parecía estar esperando el gran momento, en lugar de temerlo.

—Lo sé —señaló James, con la mirada en el cielo, sonriendo suavemente para sí mismo—. No negaré que estoy nervioso, pero... estoy listo. Sé que lo estoy.

Anthony sintió cómo el nudo de tensión anidado en su pecho se aflojaba. Había estado algo preocupado de que el soldado se retractara en el último minuto, optando por no ver a Steve, después de todo. No sólo dificultaría las cosas para Tony —puesto que mentirle a Steve no era una de las cosas que se muriera por hacer— pero, sin duda, James podría mirarlo como alguna especie de fracaso.

—Él estará feliz de verte —le hizo saber Tony. Ninguno de los dos lo dudaba, a pesar de que Steve pudiera estar en shock de encontrar de repente a su mejor amigo perdido por varios años.

El joven sólo asintió, sus ojos dirigiéndose a contemplar al Río Este. Anthony lo imitó cuando aminoró su caminar, para eventualmente detenerse. James lucía algo meditabundo, pero aquella expresión se transformó de vuelta en la sonrisa suave y satisfecha que había estado mostrando por la última hora.

Cuando observó a Tony, no había más que calidez y ternura en sus ojos azules.

—Quería darte las gracias —le dijo James, estirando su mano y tirando suavemente a Tony hacia él, alejándolo de un grupo de turistas que transitaban.

WinterIron. Soporte técnico. [Traducción] 6/6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora