여덟.

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Se detuvo a sí mismo varias veces para evitar preguntar por él. No quería que nadie le avisase a Minhyuk que él estaba ahí, buscándolo, y que él pensase que Hyungwon tenía alguna cosa rara en mente.

Aunque en realidad, ni Hyungwon tenía idea de qué es lo que estaba haciendo realmente. Todo había sido un impulso, una de esas corazonadas en las que él nunca había creído.

Se sentó en una mesa, golpeando con los dedos la superficie de madera esperando a que alguien se fijase en él, aunque tan sólo lo mirara y notase que seguía existiendo. Estaba en un dilema entre encontrar a Minhyuk, y comprobar que no era tan invisible como realmente creía serlo. Se había despertado con un problema existencial que hace mucho estaba dentro de él.

Un chico de pelo castaño le atendió, dándole un menú y unos palillos.

—Buenos días, bienvenido. ¿Qué desea para beber?

Hyungwon miró rápidamente las opciones de bebida y ordenó una coca-cola. Antes de que el chico pudiera irse, lo tomó por el delantal y lo detuvo.

—Disculpa pero, ¿trabaja aquí un chico llamado Minhyuk?

El chico cuyo gafete decía Kihyun pareció pensarlo y lo miró con ojos entrecerrados.

—¿Uno que sonríe mucho?

Hyungwon asintió esperanzado. Ese era Minhyuk.

—Pues sí. ¿Vienes aquí a buscarlo?

Minutos después, Hyungwon estaba pagando una coca-cola que realmente no tenía ganas de tomar y esperando tras un mostrador a que Minhyuk se desocupase. ¿Y si ya había otro Minhyuk que sonreía mucho?

Quería pensar que el chico que conocía era único, y que no tenía clones en otros restaurantes de su mismo barrio.

El mismo rubio que conocía, con un delantal sucio y con un vaso a medio limpiar en una mano, salió de la cocina. No tenía la misma sonrisa radiante de siempre, y a juzgar por su respiración, estaba bastante agitado. El lugar era bastante caluroso, así que Minhyuk tenía gotas de sudor cayéndole por la frente.

—Supuse que eras tú.

Hyungwon le ofreció su botella de coca-cola de cristal, y antes de que el contrario pudiese reclamar, puso el recipiente de refresco entre sus labios e inclinó la barbilla del más bajo, que casi se ahoga por la repentina acción.

—Tienes cara de tener sed.

Minhyuk secó sus labios con el dorso de la mano, y le sonrió. Había esperado desde que había dejado el apartamento del azabache con ansias a que Hyungwon fuese a verle. Pasadas las horas, se había resignado a ello.

Ahora Chae Hyungwon estaba ahí, dándole de beber como a un niño pequeño y avergonzándolo frente a todos sus compañeros de trabajo. Se sentía algo mal, ya que recién había almorzado al creer que él realmente no iría a buscarlo, pero le alegraba saber que quedaban sólo tres horas para salir del trabajo.

—Salgo a las 5, todavía queda un rato. ¿Por qué no vas al parque de diversiones?

—Quisiera recordarte que son las 2 de la tarde, y hay tanto sol que viniendo aquí sentí que iba a terminar bronceado. Prefiero ir a ver una película al cine, ya estuve viendo que hay más que juegos en esta zona.

Minhyuk resopló y se acomodó la playera. Deseaba que el lugar tuviese aire acondicionado. Hyungwon se despidió y se fue, dejando a Minhyuk con nada más que hacer que volver al trabajo.

El adolescente de 1.81 sabía que ya había visto esa película dos veces, pero le valía. Le gustaba ver producciones en 3D, aunque era un problema cuando no llevaba los lentes de contacto puestos. Afortunadamente, había prevenido aquello. Diez minutos antes de la función, Hyungwon se cambió los lentes redondos por unos de contacto azules. Le resultaba incómodo, pero nada a lo que no se acostumbraría en unos minutos.

Cuando por fin le tocó en la cola para los aperitivos, y la mujer ya tenía el balde de palomitas a punto de llenarse, Hyungwon la paró.

—Quiero Skittles. De las grandes. Y un licuado de fresa, por favor.

La chica quedó confundida, pero le entregó una bolsa de Skittles originales (porque sólo quedaban de esas) y le preparó su licuado. Hyungwon era fan por excelencia de las palomitas, pero no quería tomar coca-cola de nuevo. Y todo el mundo sabe que sólo se puede comer palomitas con coca-cola.

Medio miró la película, medio se quedó hablando con Jooheon por teléfono. Sabía las líneas casi de memoria (aunque le daba realmente pereza decirlas en voz alta). A la mitad de la función, cuando ya había acabado con su batido, y la bolsa de golosinas estaba por la mitad, se levantó y cambió hasta la sala de otra película.

Se había arrepentido al principio de estar viendo una película animada, pero quedó tan absorto en la trama que se dio cuenta que eran casi las 5 recién cuando su teléfono cayó al suelo.

De camino de vuelta al restaurante, perdió sus audífonos y juró que si la mala suerte no era definitivamente su segundo nombre, probablemente era Fracasado.

Minhyuk se había atado el cabello en una ridícula coleta que le sacaba varios años de encima. Ya no tenía delantal, y en cambio, usaba una camiseta de Plaza Sésamo. Hyungwon ya la había visto la noche anterior: el rubio se la había prestado para taparse cuando el menor se quejaba de frío.

—No sé adónde llevarte. Podemos ir de compras, supongo. De camino aquí vi una tienda enorme de puros zapatos. Me encantan los zapatos. Necesito botas.

—¿Realmente las necesitas? ¿O es solo un capricho?

Hyungwon rió y comenzó a caminar detrás de Minhyuk.

—Las necesito para cumplir mis caprichos.

El azabache sintió un golpe en el hombro, y supo que no era el único que tenía manos de papel. Lee golpeaba realmente suave, algo que era casi evidente al verlo, siendo que parecía trilladamente frágil. Tenía la piel completamente blanca, lisa y sin imperfecciones. Hyungwon envidiaba no tener que ponerse seis capas de maquillaje y usar dos mascarillas diarias para disimular que no era un adolescente con piel de adolescente. Sus dientes seguían una desalineación alineada, sin ser totalmente rectos, tenían un orden mucho más bonito que lo que años de frenos habían logrado sobre los dientes del azabache.

Se notaba una diferencia de altura y estilos, mientras Hyungwon era generalmente descrito como un árbol alto, delgado y desnutrido, Minhyuk tenía un cuerpo promedio. Antes de mudarse a Seúl, iba a una academia de danza en Gwangju. Ahora ya no hacía deporte, pero estaba intentando cuidar su figura. Tenía problemas con el metabolismo, así que procuraba comer lo necesario para no subir de peso.

Chae usaba ropa oscura, con prendas holgadas cubriéndole el torso, mientras que usaba pantalones ajustados. No demasiadas personas extremadamente delgadas por naturaleza estaban orgullosas de ello, pero él sí. Tenía costillas grandes, que se notaban cuando estaba sin ropa. No tenía demasiados complejos con sus brazos, pero prefería no evidenciar que no tenía un músculo a la hora de tener que caminar por los pasillos de la escuela.

Lee disfrutaba los colores vívidos, aunque su color favorito era el negro. No tenía un estilo en particular, y aunque le gustaban los diseñadores conocidos, nunca había podido costearse ropa así. Sus zapatos eran un regalo de navidad por parte de su amigo por internet, Wonho, que le había enviado unos tenis negros su marca favorita. Desde que habían llegado, Minhyuk sólo se los sacaba para dormir y ducharse.

Hyungwon notó apenas entrar al centro comercial que Minhyuk disfrutaba de ver las cosas que no podía comprar. Le mostró libros, le explicó lo que era un lienzo, diferencias entre las acuarelas y el óleo, qué teléfonos valían la pena comprar, y le contó acerca de su interés por la ropa de diseñador al azabache, que quedó mareado de tanta información.

—¿Por qué mejor no te compro un helado? Estás sudando de tanto hablar.

Minhyuk enrojeció y asintió. No le gustaba que le comprasen cosas, pero realmente le apetecía comer un helado.

Hyungwon eligió cuatro pares de zapatos y dos pares de botas, descartando dos de zapatos debido a la opinión del mayor, que se había enamorado completamente de los zapatos converse que el azabache se había comprado. Después de pagar, ambos se sentaron en la plaza de comidas, y Hyungwon le enseñó una de las cajas de zapatos envuelta en papel de regalo.

—Son para ti.

Amusement Park ➸ Hyunghyuk.Where stories live. Discover now