Promesa

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El dragón, consciente de las necesidades de Jimin en su estado de duelo, se adentró en las silenciosas ruinas que una vez fueron un próspero pueblo. Su búsqueda lo llevó a cazar un par de Demons rechonchos, criaturas robustas cuya carne era conocida por ser especialmente sustanciosa y nutritiva. Esperaba que esta comida, rica en energía y vitalidad, ayudara a fortalecer al Lobo y acelerar su recuperación.

Mientras exploraba entre los escombros y los restos del desastre, el dragón encontró varias prendas de ropa en un estado sorprendentemente bueno, medicinas esenciales como gasas y antibióticos, y otros artículos que podrían ser útiles. Aunque no era mucho, confiaba en que estos hallazgos contribuirían a aliviar al menos parte del sufrimiento del Omega.

Entre las pertenencias de los familiares de Jimin, el dragón descubrió un objeto que captó inmediatamente su atención: un hermoso brazalete adornado con piedras lunares. Aunque su conocimiento sobre la cultura de los Lobos era limitado, sabía que los mensajeros lunares eran Omegas con ojos blancos deslumbrantes y cabello negro que se tornaba platinado bajo la luz de la luna, todas características que tenía el Omega. Comprendió que este brazalete debía tener una importancia especial, tal vez un símbolo de su conexión con la diosa Laurenel o un recuerdo preciado de su familia.

Con sus grandes y poderosas manos, lo levantó con cuidado, examinándolo con una mezcla de asombro y reverencia. El brazalete estaba adornado con piedras lunares, cada una emitiendo un suave brillo que recordaba la luz de la luna en una noche despejada. Estas gemas estaban incrustadas en una banda metálica que tenía de decoración trozos de estrella, entrelazados en un patrón que parecía danzar alrededor como las fases de la luna en el cielo.

El metal del brazalete, a pesar de su delicadeza aparente, se sentía fuerte y duradero al tacto del dragón, como si estuviera forjado por los mismos artesanos celestiales que trabajaban en los talleres de los primigenios. Los motivos astronómicos grabados en él eran un testimonio de la conexión profunda entre los mensajeros lunares y su deidad tutelar, Laurenel.

Mientras el Dragón se adentraba de nuevo en el bosque, sus pensamientos no dejaban de girar entorno a Jimin y en la extraña conexión que sentía con el Omega

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Mientras el Dragón se adentraba de nuevo en el bosque, sus pensamientos no dejaban de girar entorno a Jimin y en la extraña conexión que sentía con el Omega. A pesar de su naturaleza imponente y su aparente independencia, el Dragón no podía evitar sentir una profunda simpatía por el dolor del mortal. Esta empatía surgía, en parte, de su propia experiencia de aislamiento y pérdida.

Él, el último de su especie nacido antes del caos interno que había consumido a su raza, entendía demasiado bien la soledad que conlleva la supervivencia. La guerra fratricida entre los Dragones, que había culminado en la casi extinción de su especie y el exilio de los pocos supervivientes, había dejado en él una cicatriz profunda. Había visto cómo su familia y amigos se desgarraban unos a otros, cómo la codicia y el poder corrompían los lazos que una vez los habían unido.

Recordaba los largos años de confinamiento en la prisión rúnica, una soledad que se extendía a lo largo de las décadas, un silencio sólo roto por el susurro del viento y el eco de sus propios pensamientos. Incluso tras su liberación, la soledad lo acompañaba como una sombra constante, recordándole que era el último de su línea, el último testigo de una era que había pasado a la historia.

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⏰ Última actualización: Jan 19 ⏰

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Dragon Song /Yoonmin (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora