vol. ii -five

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fantasma

fantasma

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Sentía que se iba a desamayar, estaba pálido y comenzaba a sudar. Jack lo notó.

Entró a varias páginas de internet, noticias y periódicos en línea para investigar el caso de aquella chica.

Los titulos de los articulos que leía lo decían todo.

"Adolescentes mueren en trágico accidente, no quedó casi nada", "Grupo de jóvenes no logran sobrevivir en un devastador accidente automovilístico"...

La noticia se había hecho viral por todo el país pero Finn nunca había escuchado aquello antes.

Cuando encontró una foto de la chica fue cuando se quedó sin palabras.

-Finn, ¿estás bien? -preguntó preocupado por su amigo.

Finn no respondia, estaba en shock. Las palabras simplemente no le salían de la boca, estaba mudo y lo único que hizo fue mover la cabeza repetidas veces.

-E-es ella -titubeó Finn.

Jack le miró confundido.

-Es la chica que ví, en la casa...

Jack no respondió.

-¿Estás seguro de que está muerta? No sé, tal vez fingió su muerte o se recuperó del coma...

Jack señaló una foto de uno de los artículos.

-No creo que hayan sobrevivido a eso. Ella quedó en coma pero fue grave, dudo que se haya salvado -respondió.

Finn miraba fijamente la pantalla.

Una frase de aquel articulo no dejaba de sonar en su cabeza.

"Tres jóvenes mueren en accidente, otros dos se encuentran en coma, se cree que tienen pocas posibilidades de sobrevivir..."

-Ya me tengo que ir -anunció Jack después de unos minutos.

Finn lo acompañó hasta la puerta y se despidió de su amigo.

Sus padres no estaban, por lo tanto estaba solo. Ahora que lo estaba y el tema que sus pensamientos no dejaban de tocar lo hacían asustarse.

Él no creía en fantasmas, pero el encuentro con aquella chica lo hicieron cambiar de opinión completamente. No quería creerlo, era imposible... era.

Estaba inmóvil en la entrada de su casa, mirando en dirección de la casa de al lado. Había permanecido así desde hace ya varios minutos hasta que le llamaron.

-¿Estás bien cariño? -le llamó su madre mientras bajaba del auto con la bebé en brazos.

Finn no se había percatado de que habían llegado sus padres.

-Sí, sí, estoy bien... -contestó retirando la vista de aquella casa.

***

No pudo dormir por días. No dejaba de pensar en el tema, le estaba comiendo el cerebro. Estaba pálido y tenía unas notorias ojeras en su rostro. Le había mentido a su madre diciendo le que se ha desvelado haciendo tareas importantes.

Llegó un momento en el que decidió dejar de seguir así. Debía aclarar sus dudas, y sabía que hacer.

La idea no le agradaba pero tenía que hacerlo. Tenía que demostrarse a sí mismo que su mente fue la que le jugó esa broma, por que tal vez así fue. Y esperaba que así fuese.

Iba a regresar a aquella casa.

No tardaba en oscurecer y eso le daba un poco de miedo, pero era ahora o nunca.

Salió de su casa y caminó a la de al lado. Se detuvo en la puerta y dudó unos segundos en abrir. Inhaló y soltó el aire tomando valor por un par de segundos. Abrió la puerta y al poner un pie dentro pudo sentir como su cuerpo se tensaba.

Entró a la casa y encendió la linterna de su celular, el lugar estaba oscuro. Recorrió el primer piso de abajo, no encontró nada importante así que continuó con el segundo piso.

Todo iba bien hasta ese momento, no tuvo encuentros espeluznantes hasta ahora, revisó una de las últimas habitaciones pero mientras entraba a esta no notó algo.

No notó que alguien avanzó detrás de él hacia otra habitación. Estaba temblando y tenía escalofríos pero eso lo tenia desde que pisó aquella casa. Iris, su vecina, tenía razon. Esa casa era realmente tenebrosa.

Al ver que no había nada interesante en esa habitación salió y se dirigió a la última. La habitación de una chica, probablemente la antigua habitación de Adelaide. ¿Se encontraría con algo malo ahí?

Finn tragó saliva cuando se detuvo frente a esta, colocó su mano en el picaporte de la puerta y la abrió despacio. Y a pesar de que estaba oscuro, la luz de la luna podía entrar por la ventana, y ahí permanecía una sombra mirando hacia afuera. La sombra de una chica, de Adelaide.

Finn permaneció en la entrada inmóvil, sin saber si correr o enfrentarla.

Adelaide volteó. La ligera luz de la luna podía reflejarse su rostro el cual no tenía expresión alguna.

-¿Qué eres? -por fín soltó el rulado.

Adelaide permaneció callada y dió una par de pasos pequeños hacía él.

-¿No es obvio? -preguntó ella-. Soy un fantasma.

soul ;; finn wolfhardWhere stories live. Discover now