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no es broma

no es broma

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Adelaide se sintió patética. Estaba muerta y solitaria con un gato negro lamentándose por no estar con su familia. Y ahora se encontraba abrazada con una persona desconocida soltando lagrimas y fuertes sollozos.

Y aquella persona desconocía la razón de su llanto, pero él no se atrevía a preguntar por no querer hacerla sentir peor, cosa que Adelaide agradeció, no quería tocar más el tema.

-Yo... lo siento... es solo que... me siento tan sola... -se disculpó al separarse del abrazo mientras se limpiaba las lagrimas.

-Hey, esta bien. No tienes nada de que disculparte -le interrumpió Finn-. Ahora no estás sola, tienes un nuevo amigo.

Adelaide sonrió un poco sin mostrar los dientes y suspiró.

-Gracias -Finn le dedicó la misma sonrisa.

Después de que se tranquilizara más, hablaron por un largo rato sobre cosas al azar, para ambos el tiempo pasó volando, parecieron minutos cuando en realidad fueron horas.

Luego Finn decidió que era hora de irse. Y no era algo que él quisiera, se entretuvo platicando tanto con ella que no se dió cuenta de que era demasiado tarde y debía descansar, ya que al día siguiente tenía que ir a clases.

Después de una corta despedida salió de la oscura casa y regresó a la suya. Cuando pasó por la ventana que daba hacia la que sería la habitación de Adelaide se detuvo y miró hacia esta. Ahí se encontraba la castaña mirando hacia él. Le dió un pequeño intento de sonrisa y en un parpadeo desapareció.

***

-¿Si te digo que hablé con ella me creerías? -preguntó el ruloso.

-No juegues conmigo Wolfhard, ya sé que es una tonta broma tuya -rodó los ojos el pecoso.

Finn le había contado su nuevo encuentro con Adelaide en la vieja casa. Jack, por supuesto, seguía creyendo que era una broma por parte de su nuevo amigo.

-No estoy bromeando -dijo serio.

-Demuestralo -retó Jack.

¿Y cómo haría eso? ¿Llevándolo hasta Adelaide? No estaba seguro de eso, quién sabe si ella se molestara o algo por el estilo.

-¿De qué hablan, par de tortolos? -bromeó Millie llegando a sentarse junto a Finn.


-Finn dice que vió a... -el mencionado le pisó el pie antes de que dijera algo más.

-Ví dos ardillas peleando, solo eso -dijo actuando con naturalidad mientras recibió un quejido por parte de Jack.

-Las ardillas son tan tiernas cuando pelean -comentó con ternura en su voz Emily llegando junto a Judah.

-Igual que Jack -bromeó el castaño y todos rieron a excepción del pecoso.

-Como sea -rodó los ojos.

Más tarde, al termino de las clases y regresaron a sus respectivas casas, excepto Jack y Finn.

Ambos pelinegros irían a casa de Adelaide, para así demostrar que el ruloso tenía razón.

-Más te vale que no sea una maldita broma -amenazó Jack parado frente a la puerta antes de abrirla.

Giró la perilla de aquél viejo pedazo de madera el cual hizo un horrible chillido. Ambos entraron antes de que algún vecino los viera y los denunciaran a la policía por invadir el lugar.

-Bien, ¿y dónde está? -preguntó Jack con una pequeña pizca de desesperación.

-No lo sé... -respondió Finn.

Subió las escaleras seguido por Jack, que a pesar de no creerle a su amigo estaba algo nervioso.

-¿Adelaide? -le llamó Finn.

No recibió respuesta alguna.

-Yo me largo -dijo Jack harto.

-No, espera, tiene que estar aquí...

Finn no terminó de hablar puesto que un viejo chirrido de una puerta había sonado en el pasillo.

Ambos miraron al otro lado del pasillo. La puerta de una de las habitaciones estaba moviéndose lentamente. Ambos se miraron fugazmente.

Finn caminó hacia esta sin temor a diferencia de Jack.

-Adelaide -le llamó nuevamente entrando a la habitación, esta estaba completamente vacía.

Jack se acercó a él para analizar el lugar.

-No hay nada, Finn, me hiciste venir para nada -dijo molesto.

-Debe estar aquí, seguramente se está escondiendo para darte un susto como ella dijo que suele hacer -comentó Finn.

-Genial, ¿a los fantasmas les gustan hacer bromas? -ironizó Jack bajando las escaleras dispuesto a salir de ahí.

Finn salió detrás de él tratando de alcanzarlo.

-Jack, espera, debes creerme...

-Estás loco Finn -negó volteando hacia él.

-No es broma, juro que es real -dijo Finn.

El rostro de Jack cambió rápidamente su expresión confundiendo a Finn.

-¿Qué pasa? -preguntó este.

-A-hí -señaló.

Finn se giró hacia donde el chico apuntaba, hacia una de las polvorientas ventanas de la casa. Adelaide miraba a través de esta para unos segundos después girar unos cuarenta y cinco grados y caminar a otra dirección de esa habitación.

-Es ella -murmuró, y luego sonrió-. Te dije que no era broma.

Pero Jack no estaba feliz por saber que era cierto.

soul ;; finn wolfhardWhere stories live. Discover now