Un grandioso empresario, rico y talentoso siempre tiene enemigos, y Viktor Nikiforov no es la excepción en estos momentos.
Nuestro maravilloso empresario, decide prestar una jugosa cantidad de dinero a un cliente... pero al ver que este no correspo...
Suspiro, su sonrisa se volvió aun mas satisfactoria y triunfante. Saco un cigarrillo de su pantalón. En realidad debía sacar la caja completa, ya que estaban dentro por obviedad. Encendió el cigarro y dio una calada a este.
Sacando el humo por la nariz. Detrás del bien formado y abultado trasero del de hebras plateadas, se encontraba una mesa de estilo hogareño. De madera.
Recargo amabas Palmas de sus manos sobre la mesa, y se quedo con el cigarro en boca. El humo levitaba hasta la lampara del techo, para después desaparecer en las penumbrosas sombras de la habitación.
“Seras mi secretario"
Mencionó de forma escueta pero con un sutil tono de sensualidad.
El japones salio de sus casillas, estaba confundido por el roll dado, pero no iba a refutar, al fin y al cabo estaba a gusto con ese puesto, a pesar de que tenia que verle el rostro al desgraciado que le arruino su brillante futuro.
“Hey vamos, no me mires de esa forma. Tu solo pusiste la condición.” —con una enorme sonrisa y cigarro en mano se acerco al nipón.
Y por inercia el japones volteo su rostro, evitando el contacto u olor con el humo del cigarro.
“aborrezco ese olor. ” —mencionó con asqueadad y molestia.
Por lo que el de hebras platinadas se sorprendió por ese repentino cambio de personalidad y ensancho mas su sonrisa.
“¡He...! Ni siquiera llenas un día aquí... ¿y ya estas ordenándome que hacer con lo que A MI ME GUSTA?”
Le encantaba jugar con los nervios del japonés, quien de inmediato heló, y el de hebras platinadas lo comprobó.
Tomó levemente el mentón del azabache y los dirigió al frente, pegando sus rostros y cada vez ma sintiendo la respiración desesperada del azabache.
Para cuando este tubo la mirada al frente, exhalo todo el humo en el rostro del japones, quien cerro sus ojos y tocio levemente.
“¡Tsk!"—menciono con sus ojos levementes en carmesí a causa del humo.
Pero el platinado aun no terminaba su joda. Tomo lo restante del cigarro y lo apagó en el brazo del azabache. Quemando sus brazo levemente con la colilla del cigarro.
“ahg..."—solto leves jadeos de ardor y dolor al sentir lo caliente comenzando a abrir su piel.
“no me digas que eso te dolió.”—sonrió ampliamente soltando una carcajada de burla hacia el japones.
Seria un largo camino para el pobre japonés, quien se dejo caer a voluntad propia sobre esa enredadera de plantas.
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