Capítulo IV

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Veintinueve de Noviembre, 2013

Me levanté del sofá para ir a rellenar el bol con palomitas mientras los demás no quitaban la mirada de la película. Cuando había dado cuatro pasos sentí una mano en mi hombro y giré rápidamente para encontrarme con la misma escena. Cameron, Ariel y David concentrados, intentado no perder detalle de "El conjuro".

- Tráeme comida a mi también -- escuché decir a David.

- Claro.

Salí de la sala y me cuestioné sobre si era buena idea ver una película de terror cuando en el último tiempo me había sentido dentro de una, y cada vez que les explicaba a los demás que me ocurrían cosas extrañas me hacían sentir que estaba perdiendo la cordura.

Cameron trataba de entenderme y había propuesto ir al psicólogo, porque "tal vez estaba estresada", pero me había negado.

Las puertas que cerraba se abrían. Las puertas que abría se cerraban. Lo que prendía se apagaba y lo que apagaba se prendía. Lo que dejaba a mi lado se perdía. Sentía que me tocaban cuando nadie lo hacía. No era estrés, era algo más, pero no entendía qué.

Solté un bufido y sentí una mirada. Cuando volteé me encontré con un Cameron preocupado observándome. El sabía lo que había estado viviendo este último tiempo, y aunque me mostraba su apoyo podía sentir su lástima. ¡El creía que me estaba volviendo loca!

Me frustraba el hecho de que todo ocurría cuando había alguien cerca, pero los demás nunca lo notaban. Mi mirada se perdió en el reloj de pared, pero una voz me sacó de mis pensamientos.

- ¿Estas bien? -- Últimamente las muestras de preocupación no conseguían sino frustrarme. Al principio me confortaban, pero comprendí que ellos no estaban preocupados por la situación, sino por mi.

- Si -- mi voz salió más cortante de lo que hubiese querido y me sentí mal al ver como Cameron bajaba la mirada incómodo -- estoy cansada y no quiero ver la película. Me pone paranoica -- expliqué.

- Tienes razón, fue una mala elección de película -- me sonrió divertido y le devolví una sonrisa sincera.

- Deberías ir a dormir.

- ¿Y dejarte solo?

- Pero estas cansada. No te preocupes por mi, la verdad no quiero seguir viendo la película -- levantó los hombros desinteresadamente para luego tomar el bol y entregárselo a un aterrado David. Me hizo una seña para que lo acompañara hasta la puerta.

- No tienes que irte si no quieres. Me siento mal por arruinar la noche de películas.

- Lo divertido no es ver películas, es estar contigo. Me divierto contigo, sin ti será aburrido -- su sonrisa me invitó a abrazarlo y la calidez de su cuerpo me relajó. Un suspiro agotado escapó de mis labios sin previo aviso.

- Ve a dormir ¿nos vemos mañana?

- Nos vemos mañana -- afirmé. Me regalo un corto beso y cerré la puerta al tiempo que la voz de David acababa con la relajación que me había invadido sin explicación.

- ¿Por qué se fue Cameron? -- su pregunta con tono confundido obtuvo una respuesta de voz adormilada y suave. El sueño había llegado a mi como si no hubiese dormido hace mucho. No sabía que estaba tan cansada.

Desperté al sentir golpes en mi puerta. La oscuridad de mi habitación me avisaba que aun no había amanecido y el miedo se hizo presente en forma de un cosquilleo en mi pecho y espalda. Ahora todo me daba miedo.

Hace algunos meses me habría levantado dispuesta a reprochar a David por despertarme, pero ya había estado en esta situación antes y siempre era lo mismo. Abrir la puerta y encontrarme con la nada.

Cerré los ojos intentando ignorar el llamado a mi puerta, el cual cada vez se hacía mas suave. Cuando por fin cesó un suspiro escapó de mis labios, pero el alivio nunca llegó. El miedo estaba presenté, lo sentía en la rigidez de mi cuerpo y en lo cortado de mi respiración. No me quería mover. En este preciso momento no quería existir.

Los minutos pasaron llevándose poco a poco el temor, pero cada vez que cerraba los ojos los volvía a abrir para asegurarme de que no hubiese nada en la habitación -- Tranquila, ya pasó -- me repetí.  Tan pronto como me di ánimos escuche nuevos golpeteos en la puerta de mi habitación, y la angustia invadió mi cuerpo. Ya basta, por favor.

- ¡¡Vete!!

El pánico se apoderó de mi al sentir como giraban la perilla y mi estomago se revolvió al ver como lentamente la puerta se abría.

- ¡No! -- un grito escapó de mi garganta sin avisar y mi cuerpo hizo su camino en forma rápida hasta la puerta, cerrándola estrepitosamente -- ¡Ya basta! ¡Ya basta!.

- ¿Bonnie? ¿Estas bien? Abre la puerta -- la voz de Ariel tuvo un efecto tranquilizante, pero no era suficiente para calmar el terror y la adrenalina que ahora eran dueños de mi cuerpo -- Bonnie, por favor -- Respiré profundamente y me propuse abrir la puerta a la cuenta de tres. Lo que menos quiero es asustar a Ariel. Uno. Dos. Tres.

- ¿Ariel? -- cubrí mi boca con mis manos al ver como no había nadie tras la puerta. -- Ariel, por favor -- un susurró aterrado e inaudible fue todo lo que pude pronunciar antes de cerrar la puerta. Me recargué sobre ella y llevé mis manos a mi corazón, el cual se esforzaba por salir de mi pecho.

- ¿Bonnie? ¿Estas bien? Abre la puerta. Bonnie, por favor -- mi piel se erizó en forma instantánea y me alejé de la puerta -- ¿Bonnie? ¿Estas bien? Abre la puerta. Bonnie, por favor.

- ¡Detente!

- ¿Bonnie? ¿Estas bien? Abre la puerta. Bonnie, por favor.

- ¡Detente! -- el terror se transformó en rabia. Estos últimos días me había convertido en el juguete de algo que desconocía y lo había permitido, pero hoy esto había llegado muy lejos. Me había convertido en un cuerpo nervioso, que se encontraba temblando producto de emociones que no lograba comprender del todo. Una mezcla de miedo, impotencia y enojo se convirtieron en falso valor y caminé hacia la puerta con pasos fuertes, dispuesta a abrirla.

- ¡He dicho que basta! -- Mi aparente valentía abandono mi cuerpo cuando mis palabras impactaron la espalda de un hombre que se encontraba parado en medio de la sala justo frente a mis ojos. Una espalda que conocía muy bien, perteneciente a un hombre que me inspiraba confianza y alivio, pero que ahora solo me provocó terror. Algo no esta bien.

- ¿Cameron? -- el silencio que obtuve como respuesta incremento mi miedo. Tuve la intención de acercarme pero mi cuerpo estaba congelado en su lugar y solo entonces me percaté de que estaba aguantando la respiración -- ¿Cameron? -- el cosquilleo en mi espina dorsal y en mi pecho se hizo presente nuevamente, acompañado por lágrimas que comenzaron a acumularse.

La respuesta de Cameron golpeo mis oídos y por un momento sentí que el tiempo se detuvo. Mi mente quedó en blanco y fui incapaz de apartar la vista de él. Retrocedí unos pasos y cerré la puerta lentamente, sin miedo, sin enojo, sin impotencia. Mis sentidos se habían adormecido. Estaba en la nada.

Sus palabras lentas con un impropio tono de voz grave se repetían en mi mente, arañando la poca calma que me quedaba.

¿Bonnie? ¿Estas bien? Abre la puerta. Bonnie, por favor.

Ludum ¿En quién vas a confiar?Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang