#4: Todos a bordo

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  —¡Ha quedado perfecto!

—CHISSSSSSSSSSSSSSSSSSST

Frankie no conocía horarios. O por lo menos su arte no lo hacía. Esa noche apareció en la oscuridad de la sala cargando su enorme cuaderno de bocetos y anunciando que lo había logrado. 

La luz relampagueó sobre mis párpados sellados cuando la encendió sin ningún miramiento y,  casi como si de activar una trampa se tratase, recibió el golpe de la almohada de Iris que le impactó en la cabeza. La gata salió corriendo con la espalda formando un arco y la cola alzada del susto, y se escabulló por el pasillo. Seguro buscaría refugio aovillándose a los pies de Christopher o en el cabello de Valerie, sus consentidores por excelencia. 

Todavía me quedaba comprender por qué en principio me tenía preferencia, ya que yo apenas le tocaba el lomo con mucha cautela.

—Rory, ven, en serio ¡Debes verlo! —Insistió sin darle importancia al golpe ni al mal humor de Iris. Continuó insistiendo, recargada en el apoyabrazos del sofá en el que dormía mientras intentaba restregarme el sueño de los ojos.

—MALDITA SEA RORY, LLÉVATELA —Iris se tapó hasta la cabeza con las mantas y rodó sobre su costado para darnos la espalda. En cualquier momento del día, la chica era una campanilla de alegría y ocurrencias... hasta que te metías con sus horas de sueño. Prefería despertar de su sueño a una manada de leones antes que hacer un solo ruido cerca de ella cuando dormía.

Frankie, por el contrario, parecía no percatarse de la molestia que ocasionaba. Y si lo hacía, le importaba muy poco en su espiral de emoción.

Sentí que había evitado el desate de la Tercera Guerra Mundial cuando me la llevé tras mis pies de plomo a la cocina. Me senté en el suelo, apoyando la espalda contra la nevera y abrazando mis piernas cerca del pecho. Sólo la observé esperando a que hablase, con la cabeza echada hacia atrás y batallando con mis párpados que daban la impresión de pesar como tres elefantes.

Se atropelló un poco con sus propias palabras al intentar explicarme que había logrado retratar al muchacho de mi fotografía. Aparentemente se había pasado la noche en vela intentándolo, ya que era muy necesario para poder difundir un folleto en su búsqueda. También contó que tenía un amigo dispuesto a crear toda una parafernalia digital de difusión buscándolo, y que el retrato nos ayudaría muchísimo. El tal Nick (que ya había nombrado hasta el cansancio) decía que la foto estaba demasiado maltratada por el agua y las marcas de los dobleces: si intentaba restaurarla en su computadora, "perdería la esencia de las facciones".

 Ambos estaban convencidos de que las redes sociales eran un buen primer terreno para encontrarlo dada la edad que aparentaba y que sólo hacía falta hacernos con la atención de unos cuantos para crear una red de búsqueda que se tejiera por sí sola.

Podía observar en sus ojos la emoción que le generaba poder ayudar y la inmensa esperanza de encontrarlo. Me estremecía la idea de comentarle mis miedos, como que el chico jamás apareciera, que sí lo hiciera pero no nos aportase nada... que fuera una horrible persona y formase parte de un pasado al que yo había estado huyendo antes de olvidarlo todo... Que nos encontrásemos con una fría lápida contra las que mis preguntas se harían trizas...

Le había dado vueltas muchas veces al hecho de haber aparecido desparramada en el suelo cercano a un bar clausurado. Al sumar dos más dos podría deducir que probablemente había estado allí y había echado a correr al momento de la llegada de la policía. Pero eso no respondía nada. Sí acaso, aportaba incluso más incógnitas sobre quién era y por qué estaba ahí... ¿Acaso había ido por voluntad propia?, ¿Alguien me había acompañado?, y si era así... ¿Por qué no estaban buscándome?

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⏰ Última atualização: Mar 01, 2018 ⏰

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