Sorpresas

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Todo había sido inútil, el consejo no aceptaba razones, no podíamos convencerlos y en privado trataban de persuadirme a mí, supongo que hacían lo mismo con Hinata. Creían que si lograban que uno de nosotros se les uniera tendrían lo que querían. Pero no era tan fácil. Hiashi-sama se veía un poco más "manejable", él comprendía mejor nuestros sentimientos, más sin embargo veía más por lo que creía correcto y que beneficiaría al clan, por lo tanto no pudimos convencerlo.

Ambos estábamos comenzando a desesperarnos, entre deberes del clan y deberes de las misiones que nos encomendaban fuimos dándonos por vencidos, pero no del todo... y así pasaron tres semanas desde que yo había despertado del coma.

Por momentos empecé a imaginarme qué pasaría si al final tuviera que casarme con Hinata-sama, como sería nuestro matrimonio y estaba seguro de que sería muy triste... estar casado con una mujer que ama a otro hombre, que sin duda jamás te faltaría al respeto, pero que pensaría en otro hombre siempre. Si llegaba el momento de procrear un heredero ¿Ella pensaría en que estaría traicionando su amor por Naruto? Además, ni siquiera me imaginaba que Hinata se atrevería a hacer algo así conmigo, nos veíamos casi como hermanos. Si teníamos que casarnos, enamorarla siempre era una opción ¿Cómo hacer eso? Yo no era el tipo de hombre para Hinata, al menos eso pensaba, era lo contrario a Naruto.

Una tarde, después de un duro entrenamiento con Hinata-sama, mientras descansábamos bajo la sombra de un árbol, estaba pensando en esas cosas y me percaté de que todo giraba alrededor de lo que ella sentía y pensaba, pero no me había preguntado a mi mismo si sería capaz de convertirme en el esposo de Hinata, si me gustaría tenerla como esposa, si podría llegar a amarla.

 Voltee a verla mientras tomaba su té y antes de que se percatara de mi mirada la contemplé... si lo pensaba bien, ella era realmente el tipo de mujer que me gustaría de esposa, bueno, no exactamente a mí, a todo hombre le gustaría alguien como ella; bonita, inteligente, madura, perseverante, ingenua, pero lo suficiente que una mujer debe de ser a veces, no era tonta tampoco, dulce, amable, bondadosa, comprensiva, paciente, tranquila... eran muchas las cualidades que cualquiera calificaría bien.

–¿Sucede algo?

Su voz me sacó de mis cavilaciones.

–No, solo pensaba en algunas cosas...

–Me imagino...hay muchas cosas que pensar...

–Usted...¿Qué piensa de mi?

–¿He? ¿De que hablas?

–Bueno, si finalmente tuviéramos que casarnos... ¿Le desagradaría tenerme como esposo?

Ella pareció impresionarse con aquello y se ruborizó completamente.

–B-bueno... n-no... es decir... –Desvió la mirada–... onisan... no creo que seas un mal esposo... pienso que... me cuidarías... como siempre lo haces...

–Está en lo cierto...

–... serías un esposo perfecto... supongo... pero...

–Preferiría estar con alguien a quien ama –Interrumpí–.

Ella no dijo nada, pero yo sabía la respuesta, y no me molestaba, yo lo entendía y estaba bien, cualquier persona pensaría lo mismo.

–Siento incomodarla... pero hay que estar preparados...

–Sabes... desde que despertaste te comportas un tanto diferente

–¿De que habla?

–Es solo que... ahora eres un poco más comprensivo conmigo y más paciente, además de atento...

La heredera se tiene que casar (NejiHina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora