Epilogo

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Epilogo

Abrí los ojos lentamente, los rayos del sol habían irrumpido por la ventana y perturbado mi sueño... pero bueno, era hora de levantarse.

Restregué mi rostro y trate de desperezarme, sabía que ese sería un largo día, tenía que asistir a una aburrida reunión del consejo y después a una aburrida reunión con mis ex compañeros de equipo... pero no tenía opción.

Cuando palpe a mi lado izquierdo del futon me di cuenta de que mi esposa no estaba, como siempre, se había ido antes que yo y seguramente ella había empezado a ayudar a hacer el desayuno, algo que en esos momentos no me agradaba mucho.

Me levanté de inmediato y me vestí, seguramente también me había preparado la ducha y para cuando saliera ya tendría el desayuno listo además de los papeles que tenía que leer ese día... todo monitoreado por ella. Fruncí el seño, no estaba molesto exactamente, era solo que Hinata no se rendía fácilmente y no podía estar mucho tiempo quieta aunque quisiera.

Tomé el baño. Mientras me relajaba un poco comencé a hacer planes para poder evadir ciertos temas con mis ex compañeros, estaba seguro que terminarían preguntándome sobre mi relación con Hinata ahora que llevábamos dos años de matrimonio y también de otros temas de los que no quería hablar... Ahora que lo pensaba, había pasado tanto tiempo desde que había despertado del coma esa vez y la había visto ahí, visitándome, preocupada por mi y jubilosa de que yo al fina había despertado. Y justo como lo pensé, alguna vez antes de que ella me dijera que me amaba... era una buena esposa, la mejor.

El desayuno estaba listo y junto a él los pergaminos que iba a ocupar, además de el libro que estaba leyendo. Cualquier hombre era feliz con ese tipo de atenciones, mi esposa sabía todo de mi, sabía qué ocupaba y cuando, además de que me atendía de maravilla y yo trataba de hacer lo mismo para ella, pero en esos momentos no me agradaba mucho que estuviera de un lado para otro en la mansión o incluso en la aldea. No me importaría si ella no tuviera ese tipo de atenciones para conmigo, yo no quería una sirvienta, sino una esposa, pero me ponía alegre que se preocupara por mi.

No me importaba cuanto me convenciera Hinata de que todo estaba bien y bajo control, yo no podía estar tranquilo, ¿qué hombre lo estaría? Después de todo ella...

–Buenos días cariño.

Voltee de inmediato y me puse de pie para poder ir a recibir a mi esposa a la entrada del comedor, estaba bella y radiante como siempre, parecía más animada ese día, además de saludable.

–Le di un beso en los labios–. Buenos días –Y puse mi mano en su vientre de seis meses de embarazo–.

Así era, Hinata y yo estábamos esperando a nuestro primer hijo, al heredero del clan Hyuga, no del Souke, simplemente del clan Hyuga.

Yo definitivamente quería que fuera una niña, no importaba mucho su genero para que dirigiera el clan, su madre y Hanabi habían demostrado ser claros ejemplos de mujeres fuertes que pueden liderar, pero pensaba que tener una niña seria maravilloso, podría mimarla y esperaba que se pareciera mucho a su madre.

Por otro lado tampoco me molestaría tener un niño, de hecho seria genial también, podría enseñarle todo lo que sé y sería el padre que yo siempre necesite de pequeño. Quería que mi hijo o hija crecieran felices y enseñarles como liderar el clan ahora.

–Deberías de estar descansando –Le dije a Hinata–.

–Estoy bien, me siento de maravilla el día de hoy, además de que nuestro hijo ha estado muy tranquilo, puedo seguir atendiéndote –Sonrió–.

La heredera se tiene que casar (NejiHina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora