"Estoy viva. Seguiré viva; pero será sólo mi caparazón de infante el que estará teñido con hostigosos colores pastel. Por dentro, mi joven ser tóxico, frágil y egoista continuará muerto, agotado de tanto amarillo y negro que se desborda por los rincones del músculo reinante. Marchito.
Mi alma se ha rendido, pero mi aún cálida coraza estará dispuesta a seguir un camino sin propósito como un simple muerto viviente entre seres cumpliendo inconscientemente el papel de guerrero y sobreviviente. Un cascarón carente de lo divino.
Mi cuerpo palpita al ritmo que impone el órgano sangrante, mandando físicas señales de vida a través de túneles, pero una vida meramente superficial.
Mis ojos únicamente emitirán la luz del sol y la luna, reflejándola como espejo. Mis cuerdas vocales, oxidadas como un viejo grifo que impide ser abierto otra vez, sólo entonarán lo que los demás deseen que modulen mis vacíos labios; estaré dispuesta a ser el fiel titere personal de cada uno, como bufón y dama de compañía.
Estoy viva y estoy muerta.
Las vírgenes flores que se atrevan a emerger de mi pequeño cofre con llave, serán cruelmente arrancadas ante la más mínima provocación por manos ajenas. Es su culpa por surgir inocentes y no esconderse justo cuándo están en pleno campo de batalla. Como un ciclo, nacer y morir asesinadas o inclusive acordando un suicidio grupal, cada color personal está perfectamente consciente de que, algún día, el lugar por donde nacen las risueñas y tercas plantas termine infertil. Aquel día, la mismísima masa enorme de células caerá rendida junto a su negro y cansado espíritu. Ese día será el fin.
Ya no seré una muerta viviente: seré una simple muerta más."
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