[7] Falso.

78 5 0
                                    

Mi mente abrumada es constantemente atacada por ruidosa estática, engorrosa interferencia ayudando a volver borrosas las escenas de mi arruinada infancia y abusada inocencia. Excelente como mecanismo de defensa, pero estresante y contraproducente resulta cuando a veces intento juntar aquellos pedazos de rompecabezas para formar pequeños recuerdos rotos que necesito revelar cual rollo de fotos.

Mi cerebro finalmente reprodujo viejos videos que logré recuperar, solo para darme cuenta de algo que inmediatamente añadí con aflicción a mi interminable lista de desgracias.

Halagos, cumplidos, palabras de afecto, frases gentiles y comprensivas.

Recuerdo haberme alimentado desesperadamente de ellas, haberlas buscado, haberlas sentido, haberlas aceptado.

Haberlas creído.

Mi niña de aquellos tiempos ronroneaba risueña de satisfacción, sintiendo todas esas palabras que le eran dedicadas ayudar a reparar su ultrajado corazón. Pura de mente, sin paranoia ni duda alguna. Disfrutando de ser consentida, siendo indirectamente acariciada sin contacto por suaves adulaciones. Falsas o no, ella las creía.

Verme en esos lejanos recuerdos me hace extrañar y anhelar aquellas sensaciones, con pésame admito sentirme ajena a lo que en algún momento pasado de mi vida experimenté con goce.

Ya no soy capaz de creer en esa clase de azucaradas palabras.

Sinceras o no, sean de quién sean; personas cercanas, personas ajenas, gente con buenas intenciones, gente mala.

Para mi, todos son unos mentirosos.

Todos mienten.

Poseo un sólido escudo que desvía cada mensaje positivo, cualquier demostración de cariño, rechazandola como verdad. Constantemente lamento desde lo profundo de mi ser el no poder evitar sentirme así, pero por mas que intente hacer algo al respecto todo mimo verbal se resbala ineficazmente en mi impenetrable escudo, no logran entrar, no pueden alcanzar ni rozar mi putrido corazón hambriento de aprobación.

Como agua y aceite, opuestos a dos enamorados e inseparables imanes, incompatibles entre si, todo lo que me compone parece ser impermeable.

Extraño sentirme segura, echo de menos no dudar en la gente.

Pero, ¿cómo evitarlo? No veo coherente que alguien quiera ser bueno conmigo y se preocupe por mi.

¿Por qué lo serían? ¿Por qué lo harían?

Por ahora solo fingiré creerlas, creerles. Asentiré "complacida" cuando las reciba, sonreiré agradecida con falsa aceptación nacida. Me duele ser así de hipócrita, pero percibir la molestia y el resentimiento -de aquellos que intentan tratarme bien- por no recibir felizmente sus apacibles palabras me hiere más de lo que debería.

Está bien, no mentiré del todo. Muy rara vez he solido experimentar algún estremecimiento; no negaré que ciertas palabras lanzadas por escasas personas tuvieron éxito en pillarme con la guardia baja y alcanzar a tocar por unos instantes mi no-estimulado corazón, provocándome una intensa electricidad que me embriaga y entorpece, pero de todas maneras la sensación es fugaz y desaparece tan rápido como llegó. Inevitablemente vuelvo a pensar que no son sinceras.

Es inutil.

No creo ser capaz de volver alguna vez a experimentar normalmente el maravilloso placer de creer.

De confiar.

De confiar

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
BorderlineWhere stories live. Discover now