GOD SAVE TO VLÍN

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Londres en verdad había resultado un lugar muy hermoso, aunque en realidad nunca hubiera estado en los planes de Eleonor visitarlo; sin duda el primer lugar que hubiera visitado era Japón, lo excéntrico le llamaba.

 Aquella mañana pensaba ponerse un vestido largo, pero al abrir la maleta que le había mandado Rosael se dio cuenta que en realidad solo había pantalones de mezclilla y algunas sexis pijamas, las blusas que habían no eran nada parecido a lo que ella usaba normalmente, vestidos largos y pesados con grandes sombreros, así que se conformó y usó unos vaqueros azules que se pegaban a la perfección de sus curvas y una camisa blanca con un listón en el cuello. Mientras Eleonor se paraba frente al espejo para cepillar su cabellera Devlin aprovechaba para mirar lo increíble que se veía dentro esos pantalones, <<sin duda escogí a la chica adecuada>>, pensó sonriente, a él solo le había bastado ponerse un pantalón crema con una playera blanca para verse perfecto.

—Ponte zapatos cómodos, los necesitarás. — le ordenó mientras ella seguía haciendo gestos de inconformidad por su cabello. Dev la miró y caminó cual puma hacía su presa, le quitó el cepillo de las manos y comenzó a peinar el cabello de Eleonor con dulzura. Ella sin oportunidad de pelear por el poder del cepillo se lo entregó y prefirió disfrutar. —Será mejor que lo haga yo, si continuas haciéndolo tu terminarás por arrancarte la cabeza, y créeme gatita; no me veo en el altar con una mujer sin cabeza. —Eleonor sonrió y cerrando los ojos comenzó a ronronear por el sin fin de sensaciones que causaba ese delicioso cepillado.

—Ahora entiendo perfectamente por qué a mí gato le gustaba tanto que lo cepillaran. —Dev concentrado en lo que estaba haciendo comenzó a enrollar el cabello de Eleonor e hizo un moño alto; tomó una de las ligas y lo presionó para que no se zafara. — ¿Cómo es posible que sepas hacer eso?— preguntó mirando la perfecta obra de arte de Dev. —Yo llevo treinta años intentando domar a la bestia y tú llegas y la sedas en un instante ¿No hay nada que no hagas bien?

—Es por que Rosael y yo éramos muy unidos, no dejaba que nadie la peinara más que yo, así que tuve que aprender a la fuerza. No te emociones demasiado, solo se hacer eso. — Por la mente de Eleonor pasaron mil visiones futuras de él peinando a su futura miniña, sin duda el hombre perfecto. — Tengo varios planes para hoy, así que si estas lista, vamos.

Por la mañana desayunaron con todos los demás Krentz, Norma se encontraba simplemente feliz, disfrutando de sus nietos y de los hijos que nunca pudo criar, todos la amaban; ella fascinada le daba de comer a sus nietos. Para Eleonor ver aquella escena despertó en ella un sentimiento maternal, después de todo ya tenía treinta años; ya no era una niña, y aunque siempre que le preguntaran sobre niños y decía que no quería, en el fondo ansiaba ser madre como cualquier otra mujer.

El auto que los llevaría a su misterioso destino llegó a medio día, quien manejaba era una linda chica de veintisiete años llamada Pepper, era algo bajita y delgada pero su postura y su uniforme de clásico chofer la hacían ver toda una profesional.

— ¡Señor, a donde lo llevo señor!— dijo colocando su mano en la frente cual  militar, Dev divertido sonrió y le respondió...

—Llévanos al Barrio Kensington por favor Pepper.

—A la orden señor Krentz— El auto se puso en macha y de su bolsa Dev sacó un largo pañuelo negro.

—Cuando te diga necesitaré que te pongas esto, no quiero que se arruine la sorpresa. —Eleonor lo tomó y lo mantuvo en su regazo.

—Espero que no sea como en ese libro erótico donde el tipo súper millonario se aprovecha de la pequeña y huesuda chica mientras ella tapa sus ojos con algo como esto.—Dev dejó mostrar su sonrisa perfecta y la miro tierno.

EngatozadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora