8. Pasión

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Nueva York - E.E.U.U
24 de enero del 2017

Park Jimin estaba extrañamente agitado esa mañana.

Se encontraba sentado mirando la ventana en aquel bien acolchonado sillón negro que se extendía a lo largo del gran almacén. Tenía puestas una camiseta amarilla con un logo de tigre negro en medio, y unos pantalones cortos color blanco con líneas también amarillas a los costados. Unas medias negras apretaban sutilmente su lechosa piel por debajo de unas blancas e impecables zapatillas las cuales vistosamente eran de una reconocida marca deportiva americana.

El "Click" de la cámara resonaba mientras el lente flasheaba una y otra vez.

Levantó un pie sobre el mueble, puso un codo sobre la rodilla, y tocando su mejilla con sus pequeñas y regordetas manitos miró desinteresadamente hacia otro costado. Por alguna razón Jimin evitaba mirar directamente a la cámara. Era la primera vez que le pasaba algo así, no era molestia o desagrado. Era algo más que no podía explicar con palabras. Apenas en el instante en que sus ojos se encontraban con el lente, podía sentir el peso de una atosigante mirada que tenía la suficiente fuerza como para atravesar el cristal, y eso lo ponía extremadamente incómodo.

El silencio que reinaba en aquel lugar mientras el nombrado genio de negro hacía su trabajo, no ayudaba en demasía. Era inquietante. Nadie se atrevía siquiera a moverse de su lugar sin recibir indicaciones del bien marcado líder.

-Otra más y terminamos, párate y pon tu mano derecha en la nuca. Mira hacia la cámara-. Dijo una voz grave.

El rubio siguió las indicaciones de aquella voz y se colocó de la forma solicitada, miró hacia el frente levantando un poco la barbilla y vio cuando unas negras y grandes manos enfocaban el lente de la cámara y se acercaba un poco más hacia él.

Tragó saliva de un golpe.

El aguacero que se precipitó esa mañana hizo que el aire fresco se espesara, y debido a que se encontraba un poco expuesto tuvo problemas para respirar de manera relajada. Mientras su esbelta figura era capturada en el lente, desvió la mirada hacia quien sostenía la cámara. Unos largos mechones de cabello que eran retirados de tanto en tanto en un rápido movimiento de cabeza, y mostraban unos negros ojos con un inquietante brillo.

Eran un imán para los suyos propios.

La precisión y la suavidad con la que esas grandes manos sujetaban ese artefacto, hacían ver como si fueran un todo, como si la cámara fuera una extensión del cuerpo del fotógrafo y ésta expresara frondosos y complicados sentimientos.

Embelezado en esas manos con guantes de cuero, vio que eran mucho más grandes que las suyas propias y por un momento se imaginó en cómo se verían si estuviesen desnudas, y si juntara sus dedos con ellos. Sin duda los suyos serían más cortos. De hecho, él era más pequeño en muchos sentidos. Si aquella mano le hubiera devuelto el golpe el otro día, sin duda él ahora mismo estaría todavía en el hospital. Pensar en eso hizo que algo se removiera entre sus entrañas y algo le impedía apartar la vista de aquel lugar. Algo desafiante.

Jimin sonrió sutilmente frente a la cámara.

De alguna manera se sentía atraído hacia ese punto brillante, había pasión encendida en cada flash. La emoción traspasaba ese cristal, podía sentirlo. Ese hombre realmente amaba lo que hacía. Era palpable en el erizar de su piel. Había sido retratado tantas veces, pero nunca se había sentido de esa manera.

Tal vez aquella cámara estaba hecha para capturar su alma.

Sumergido en sus pensamientos, de pronto un movimiento hizo que sintiera la incomodidad y pesadez entre sus piernas. Demonios. No sabía lo que eso significaba, o tal vez sí. Lo único que sabía era que amaba ser el centro de atención. Amaba también ser acariciado por las luces del flash. Era excitante, el realmente nació para hacerse uno con la cámara. Afortunadamente la playera que llevaba puesta era lo suficientemente grande y larga.

Perfect Love - G.C.F - ☆KOOKMIN☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora