33. El juicio

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Al fin, dan las nueve en punto. Los policías del juzgado cierran las puertas y se quedan delante de ellas. Jayden me aprieta la mano cuando el juez entra y se sienta con cara de pocos amigos. Mira a ambos abogados y mira a los policías que hay a su derecha, junto a una puerta.

- Que entre la acusada.

Los policías abren la puerta y la mantienen abierta. Nerviosa, le suelto la mano a Jayden y me inclino un poco hacia delante para agarrar el respaldo del banco de Malec con ambas manos. Inconscientemente, aguanto la respiración. Me tenso al escuchar el sonido de unos tacones. Agarro con más fuerza el respaldo del asiento delante de mí.

Sharon aparece delante de todo el mundo, con ambas manos esposadas y con Zihara flanqueándola. Aprieto los labios para intentar no llorar. Su cara tiene un tono amarillento, y zonas en las que parece que ha tenido un moratón ya que aun están un poco moradas. Tiene grandes ojeras bajo los ojos y la mirada muy seria y cansada. Le cuesta caminar, no tiene la energía habitual, sino que parece que cada paso le costara un sacrificio. Apenas mira a nadie, simplemente mira hacia delante. Con poco tacto, Zihara la sienta en la silla que hay en el medio.

Un poco más detrás, a la izquierda, esta Martin, y a la derecha, está el abogado contrario. Es un hombre viejo, con canas, lo que me lleva a pensar que probablemente tenga experiencia en la abogacía. Miro a Martin, él está mirando a Sharon y al juez. Joder, no sabe qué hacer.

- Señora policía, presente el caso y exponga los cargos por los que se acusa a la señorita Sanz, si es tan amable.

¿Sanz? No sabía que se apellidara así... Sharon Sanz. Zihara asiente y da un paso al frente.

- La señorita Sanz está acusada de ayudar a los terroristas que recientemente atentaron contra el instituto, además de asesinato, posesión y distribución de drogas, alteración del orden público, robo, resistencia a la autoridad y mantener una vivienda completamente ilegal.

Noto la mirada de Jayden en mi cuando Zihara empieza a decir los cargos. Yo no le miro, tengo algo mucho más grave que atender. Dios, si saben todo eso... ¿Cómo va a librarse de esta? Sin poder evitarlo, una lagrima baja por mi mejilla al posar la vista en su espalda. Tiene los hombros caídos, como si no pudiera más, como si se hubiera rendido. Por el rabillo del ojo veo la cara sorprendida de Andy, estará alucinando por los cargos que tiene. Malec se gira y me mira un solo segundo, tiene la misma mirada asustada que probablemente tengo yo.

- Gracias, puede retirarse. - Le dice el juez. ¿Y ya está? ¿No va a decir nada del video? Zihara camina hasta la puerta de la que ha salido Sharon y se pone delante. - Teniendo en cuenta la gravedad de los cargos, daré paso al abogado acusador primero.

Trago saliva cuando el hombre viejo se levanta. Se mete una mano en el bolsillo y la otra la levanta a la altura de sus costillas.

- Señoría, teniendo en cuenta los antecedentes de la señorita Sanz respecto a la posesión de estupefacientes, no creo que quepa duda de que sus cargos son ciertos. Al igual que el robo, es algo habitual para mi acusada. - Dice girándose y mirándola a los ojos. - De todas maneras, son cargos graves, pero aun así pequeños, si los comparamos con la ayuda que proporciono a los terroristas. Tengo un testigo que afirma haberla visto hablando con los sujetos responsables del terrorismo antes del atentado y sobretodo, mientras este ocurría. El abogado defensor puede interrogarlo si lo desea, pero ya adelanto que la señorita Sanz es capaz de matar, ya que mi testigo también presencio como, tras una pequeña disputa, ella asesinaba al que sería su compañero.

Sharon no parece inmutarse de lo que el abogado acusador ha dicho, no como yo. Estoy paralizada, pero si no lo estuviera sé que me faltaría muy poco para levantarme y decir que está mintiendo. Pero incluso si lo hiciera, lejos de escucharme, lo más probable es que me echaran de la sala. Así que mantengo la boca cerrada.

La chica nuevaWhere stories live. Discover now