En una noche poco común como esa, en la cual se podía apreciar un magnifico cielo estrellado, Papu y yo paseábamos por las calles de la dormida ciudad.
Aunque, a decir verdad, mi koala únicamente me acompañaba pues, iba subido sobre mi hombreo, desde el cual Papu era capaz de contemplar la silenciosa metrópolis igual que yo.
-¿Ves esto Papu? Esta es la ciudad en la que vivimos, pero poco se parece a la que apreciamos en el día.
No hay rastro de las prisas y angustias de las cuales la multitud es presa.
No hay rastro de ello ya que duermen también.
El koala me mira con sus ojos oscuros y brillantes como sí de dos trozos de antracita se tratase, llenos de comprensión digna de pertenecer a un humano.
Realmente pareciese que una persona me mirase, una que llevase un abrigo grisáceo que billase bajo la luz de las estrellas.
Y como si tratase de responder a mis palabras, el koala se encoge y cierra los ojos, mostrando un claro signo de despreocupación, aquello de lo cual este animal abunda pero que , escasea en las personas.
-Papu, ojala el mundo pudiese aprender algo de ti.Y rompiendo el silencio de la noche con mis pisadas continuamos caminando.En una noche poco común como esa, en la cual se podía apreciar un magnifico cielo estrellado, Papu y yo paseábamos por las calles de la dormida ciudad.
Aunque, a decir verdad, mi koala únicamente me acompañaba pues, iba subido sobre mi hombreo, desde el cual Papu era capaz de contemplar la silenciosa metrópolis igual que yo.
-¿Ves esto Papu? Esta es la ciudad en la que vivimos, pero poco se parece a la que apreciamos en el día.
No hay rastro de las prisas y angustias de las cuales la multitud es presa.
No hay rastro de ello ya que duermen también.
El koala me mira con sus ojos oscuros y brillantes como sí de dos trozos de antracita se tratase, llenos de comprensión digna de pertenecer a un humano.
Realmente pareciese que una persona me mirase, una que llevase un abrigo grisáceo que billase bajo la luz de las estrellas.
Y como si tratase de responder a mis palabras, el koala se encoge y cierra los ojos, mostrando un claro signo de despreocupación, aquello de lo cual este animal abunda pero que , escasea en las personas.
-Papu, ojala el mundo pudiese aprender algo de ti.Y rompiendo el silencio de la noche con mis pisadas continuamos caminando.
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Papu y yo
RandomLa clase de 4º ESO A del Colegio Escolapios de Bilbao en el curso 17/18 se mete en el Delorean para viajar a las postrimerías del Siglo XIX, donde palpita el Modernismo. Un viaje al pasado para charlar con la bohemia del 98 y empaparse de aquella co...