░├03» ѕєяισѕ ρяσвℓємαѕ. ┤░

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(Este capítulo es un poco corto) 

↪️Día siguiente, 1:32 p. m.↩️ 
POV Aphrodite. 

Me encontraba sentada en el borde de la cama en mi habitación, Dina había salido con mi madre y mi hermano a comprar unas cosas en el mercado de la comunidad. Estaba algo aburrida, jugando en mi celular, cuando de repente escucho el timbre de la casa. La señora Rush se había ido el día anterior, pues sólo se encargaba de cuidar y mantener la casa mientras no estábamos. Así que, bajé rápidamente las escaleras, pensando en que eran los demás con las cosas para la comida, sin embargo, al abrir la puerta se encontraba el hermano mayor de Din. Este me saludó con una pequeña sonrisa, sólo me aparté para dejarlo pasar, no cargaba equipaje, sólo un maletín. El cual al pasar a la sala, después de sentarse en el sofá, lo abrió. En este había una variedad de papeles, los saco, los acomodó bien para luego ofrecerlos. 

— ¿Qué es eso? —pregunté al tomarlos. 

—Leelo.

— ¡¿Qué?! ¿Por qué a nosotros? —exclamé al leer hasta la mitad la primera hoja. En esta relataba que la madre de Dina estaba demandando a la mía por llevarnos a una menor de edad, fuera del país, sin siquiera el permiso de esta. 

—Perdón, por todo. Pero, tienen que presentarse o esto va a empeorar. 

—No, Ignacio, no entiendes. Mi madre me va a matar si lee esto, ella no sabe que Dina vino para escaparse de su mamá, piensa que tenemos sus permisos y todo lo demás. 

— ¡Ignacio! —se oyó un grito con esmero desde la puerta. Dina y los demás habían llegado, el peor momento para regresar en realidad, la joven se dirigió hasta su hermano y le dio un abrazo. 
—Hola enana... —añadió risueño. Realmente, ellos dos se parecen mucho. 
— ¿Trajiste las cosas para poder inscribirme? 
—Claro que sí, y otra cosa más, pero que te explique tu novia; yo tengo que irme a la ciudad de allá, no quiero estar acá para ver tu reacción a lo que te dirá  —rió y se levantó. —. Adiós a todos. 

Al despedirse salió de la casa, mientras tanto, tuve que ocuparme de lo más difícil: contarle a Dins. Ella me vio algo confundida, así que como siempre, entorpeci todo y se lo di inmediatamente, así, sin pensar. Mi madre estaba cerca así que se acercó más para leer junto a la chica.  
 — ¡¿Qué?! —las dos expresaron en unísono. 

—Tuve esa misma reacción, curioso, ¿No?  —reí algo nerviosa. 
— ¡No puedo creer lo que hicieron! ¡Vayan a su cuarto, ahora! —empezó a chillar mi madre, su rostro se puso rojo. Me asusté un poco y tomé a Dina del brazo para luego salir casi corriendo al cuarto.
Ya en este cerré la puerta con seguro, me lancé en la cama y suspiré; En cambio, Din, estaba caminando de esquina a esquina por toda la recamara repitiendo una y otra vez que lo sentía mucho.  
—Bebé, cálmate... Seguro que se le pasara. —dije falsamente, sólo quería tranquilizarla un poco. 

—No, no, no, no. De-debo hacer algo al respecto. —tartamudeo un poco. 
  
—No te vayas a poner ahí toda loca porque por acá no hay psiquiatras. —traté de agregar algo de humor a la situación. Pero, solo la empeoraba. Ella se sentó al bordado de la cama, comenzó a empacar diciendo que tenía que irse, repetitivamente, me sentí horrible. Después de todo, yo la motivé a que viniera. 

Antes de que tomara su mochila con algunas de sus cosas me arrodillé en la cama y la abracé por detrás para que se calmara. 
—Sé que es duro, pero tienes que relajarte, juntas lo solucionaremos. —dije en voz baja, ya que después de todo estaba cerca de su oído. Esta, tal como quería, se quedó más tranquila, pude sentir perfectamente su corazón latir de una manera estruendosa. 
—Lo siento mucho. —noté su voz quebrada. Me lo esperaba. 

—No, no. No hay de qué disculparse, realmente, no has hecho nada malo. 
—Claro que sí... 

—De ser así, ya no importa. Tu padre no es el único abogado, recuerda. 

—Oh... ¡Sabrina! 

—Exácto, querida. —sonreí. 

—Su número, su número; ¡Dámelo ya! 

—Primeramente, no te desesperes. La llamaré más tarde. —reí. 

—Bien... Oye —pensó por un par de segundos. —, ¿crees que mi madre me odie por lo que hice?
—No, no creo, si es capáz de llegar a tanto por tenerte, no creo que te odie. 

— ¿Y si perdemos? Tendría que irme con ella de nuevo, no quiero volver. No hay una buena razón por la que me fui. —dudó. 

—Bri les hará pensar lo contrario, lo prometo —sonreí dulcemente y le di un beso en la mejilla. —. Vamos, hagamos un picnic en la playa, ¿Vale?
—Sí, claro... —dijo después de asentir. 

No pusimos de pie y bajamos en silencio, no queríamos molestar a mamá, fuimos a la cocina principal, mi madre cuando está molesta normalmente cocina en la de atrás, y cogimos zumos de duraznos, algunas chucherías, refresco de cola y por supuesto comida. Tomamos el resto del pasticho del día anterior, había quedado bastante y se supone que era para nosotras, para la noche de Netflix. Nos aventuramos a la playa, hicimos una carrera cuesta abajo, y Dina ganó, pues ella es la que siempre tiene energías al cien, por más triste que esté. Ya en el lugar nos sentamos en la arena y colocamos un pequeño mantel en la misma para colocar la comida encima. Tuvimos nuestro picnic, muy tranquilo de hecho, luego de reposar la comida nadamos por un rato, las aguas permanecían tibias, provocaba quedarse todo el día en aquel lugar. Olvidar todos los problemas y sólo nadar. 









I do not need a prince;;Where stories live. Discover now