░├04» ℓσ нє¢нσ, нє¢нσ єѕтá ┤░

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POV Aphrodite. 

Cuando llegó la tarde, después de pasar todo el rato en la playa, regresamos a la casa. Dina se encontraba algo cansada, a diferencia de mi, estaba de lo más despierta con todo este tema del comunicado. Se me hacía increíble el cómo pueden llegar a tanto sus padres, aunque de cierta forma los comprendo. 
En fin, al llegar a la casa no encontramos a mi madre por ahí, supuse que estaría dormida, y  mi hermano estaba viendo la tv en la sala y al mismo tiempo usando su celular, así que fuimos directamente a la recámara. Din se acostó de un salto, al verla tan agotada apague la luz y sali del cuarto para usar mi tablet en la sala. Me dirigí a esta, me recosté en el sofá y me metí en mis redes sociales. 

—Oye. —me interrumpió Adriano. 

— ¿Qué quieres? —interrogué sin prestarle mucha atención. 

—Debería irse, llegaron lejos con esto. 

— ¿Cómo puedes decir eso? ¡Ni siquiera sabes del como ella se encontraba con ellos! —contesté algo exaltada.  

—Sólo digo; además, ¿qué mal pudieron hacerle a su preciada niña? 

—Agh, te lo diré, pero no lo menciones, ¡Nunca! 

—Bien, suéltalo. 

—A pesar de ser muy querida, Dina desde los siete recibió golpes de parte de su madre. Esto porque Din era algo más extrovertida, que bobería. Su madre está medio loca, y su padre ni siquiera le pela. Además, recuerda que Dina sufre de trastorno de identidad disociativa. —expliqué. 

— ¡Espera, qué? —me miró confundido. —. Eso nunca me lo mencionaste. Ahora algunas cosas cobran sentido. 

—Dah.

—Espera, ese trastorno puede ser peligroso. ¿No es así?

—Dah. —asentí. 

—No puede ser, trajiste a una enferma mental con nosotros. —agregó acercándose un poco a mi asiento. 

— ¡No la llames así, se te olvida que es mi pareja? —dije algo enojada después de golpearlo en el brazo. 

— ¡Oye! —chilló, de repente, una sonrisa invadió su rostro. —. Puedes usar eso para ganar el juicio, ¡Es perfecto! 

—Nah, Dina me mataría. Prometí que no le diría a nadie. 

—Me lo dijiste a mí. No creo que se moleste, es por su bien. 

—Buen punto. Sin embargo, es mejor esperar a ver que decidirá. Ahora, con permiso, ¡Déjame hablar con Brin tranquila! 

—Bien, bien. —dijo con una sonrisa, se sentó en el otro asiento y prosiguió con lo suyo, al igual que yo. 
Adriano al fin tenía razón en algo, ¡Aleluya! , supuse que Dina accedería a la idea, tal vez no de inmediato, pero que lo entendería. Fue una buena idea después de todo, aunque pensándolo de otro modo, no estaba segura si debía meterme en su vida familiar, a pesar de que ahora probablemente sea parte de ella. 

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Pasó un rato, Dina ya se había despertado, nos encontrábamos juntas en la habitación jugando verdad o reto, mientras mi madre preparaba la cena. 
— ¡Verdad! —exclamó Dina. 

—No jodas, tu siempre con tus verdades. Cuéntame una anécdota que ni siquiera yo conozca. —alegué.


—Una vez te vi besando el espejo, con lengua. 

— ¿Cómo así? —comenzamos a reír como estúpidas. 

—B-Bueno, bueno. ¿Verdad o reto? 

—Verdad. —respondí. 

— ¿Con quién perdiste tu virginidad?

—Contigo, dah. 


—Re loco eso. —rió. 

—Qué lo qué, yo me sabía toda la biblia antes de conocerte, mija. —bromee. 

—Por dos..

— ¡Chicas, a comer! —se escuchó desde las escaleras, por lo que bajamos de inmediato y nos fuimos a sentar en el comedor. ¡Era viernes de pizza! Nuestro día favorito de la semana. 
Mientras todos comíamos Adriano a cada momento me pateaba la pierna, todo esto para que le preguntara a Dina lo que hablamos, pero yo sólo le devolvía una mirada algo fulminante. Este sin más que esperar se puso de pie, dejando su pizza en el plato, y exclamó. 
—Mamá, Dina, ¡Aphrodite tiene algo que decirles! 

— ¡Sapo! —dije algo molesta. 

—Dejen de pelear, ¿Qué pasó, Dite? —interrumpió mi madre serena. Me senté con los brazos cruzados y suspiré bruscamente.

—No les incumbe, ni siquiera me incumbe a mí. Son cosas del camión. 

—Dite, hablemos un momento, ¿Sí? —contestó la pelinegra. Asentí y nos dirigimos a la habitación nuevamente, esta vez con los trozos de pizza que nos tocaba, para no volver a bajar luego. —. ¿Le dijiste o qué? 

—Lo lamento... No fue mi intención meterme, es que se me salió. —me vió enojada.  

—Agh. No te preocupes, después de todo tarde o temprano todos se darían cuenta.—esta permanecía seria, comió un poco y luego se sentó en la silla del ordenador a usar el celular.  

—Sí, bueno... Yo voy a pasear por un rato, vuelvo en un rato. 

—No te tardes, está anocheciendo. —sonrió dulcemente, pero bien sé que ni siquiera real fue. 
Bajé las escaleras colocando me mi sueter Nike y salí rápidamente de la casa, así evitar a mamá o mi hermano, comencé a caminar por el patio, había un establo un poco más allá de este así que decidí ir a montar un rato y así fue. 
Pasee por un par de horas encima del caballo, se me hizo muy relajante y divertido al mismo tiempo, hace años que no me subía a uno. Después de un rato lo dejé en el establo para que descansara, al igual que él me fui a casa para dormir un poco, fue un día muy corto, pero a la vez agobiante. Cuando entré a la habitación estaba algo desordenada, me lo esperaba, y Dina estaba durmiendo tranquilamente como si nada hubiese sucedido. Dejé de lado el desorden del cuarto y me acosté junto a ella, de inmediato esta me abrazó, pero seguía dormida. Sonreí y cerré mis ojos para luego conciliar el sueño rápidamente. 






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⏰ Última actualización: Mar 22, 2018 ⏰

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I do not need a prince;;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora