003; Alfa

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Thomas nunca había sido una persona floja, de hecho, disfrutaba de despertar por las mañas y estirar su cuerpo con dos horas de yoga Su flexibilidad ciertamente no era magia, si no horas de esfuerzo y sufrimiento para lograr posiciones increíblemente raras en yoga.  Fue algo natural, algo que hacía todo los días, una rutina; se despertó, froto sus ojos y salió de la cama en busca de su televisor para poder comenzar a hacer ejercicio. Le tomo exactamente 3 minutos darse cuenta de que algo andaba mal, 1 minuto en recordar la bañera en la que se cortó las venas, y 2 minutos en asimilar que se encontraba en una casa jodidamente extraña y no sólo eso, la casa olía a Alfa por todos lados. Entro en pánico casi al instante. Su respiración se aceleró y su vista se nublo.

Alfa, alfa, hay un alfa cerca.

Nadie mejor que Thomas sabía de lo que los alfas eran capaz. Eran viles monstruos atroses que se escondían detrás de su genética para justificar el ser unos totales bastardos. Se movió tan rápido como pudo en busca de una salida, primero pasó por la habitación, por algo parecido a una cocina y por último dio con una puerta que parecía ser la salida de la casa. Sin miramientos y guiado por el miedo decidió salir, se arrepintió inminentemente. Hacia un frío del demonio, la idea de estar en la punta del Everest no le pareció tan descabellada, como era de esperarse su cuerpo se enfrió a una velocidad increíble, tembló con los labios morados y los pies descalzos pisando nieve. Si antes no había muerto, ahora definitivamente lo haría por una hipotermia. Le dolía respirar y se vio incapaz de moverse para volver a entrar a la casa.

"Mierda" Escucho una maldición demasiado cerca para su gusto, segundos después un Alfa apareció frente a él, Thomas logró distinguir el rasgo de unos fieros ojos avellana antes de ser cargado con brusquedad. Aquel hombre le adentro de nuevo a la vieja casa. A una velocidad impresionante le colocó sobre la cama , escucho el ruido de cosas estrellándose contra el piso y las pisadas de vuelta. Sintió después el peso del hombre sobre la cama, una mano se enredo con firmeza sobre su cintura mientras otra se encargaba de colocar cobijas gruesas y peludas sobre ellos. Thomas quiso replicar, llorar, alejarse, pero no pudo si quiera articular una palabra. Las manos gruesas y callosas de aquel hombre se frotaron en sus brazos en un intento de darle calor, se sentían firmes y calientes contra su piel, de alguna manera le reconfortó, aunque claro el terror que arrastraba por su gargat no se iría tan fácilmente. —Joder— La voz era potente, gruesa, excitante. Cause en Thomas un remolino de sensaciones que nunca había sentido.
"Es invierno Omega no vuelvas a salir de casa sin abrigar o morirás y tu cuerpo será deborado por coyotes" Thomas tembló sintiendo la respiración pesada contra su nuca.
Las cosas estaban jodidas.

Dylan || Vikingos AUWhere stories live. Discover now