Secreto

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Steve siguió a la chica de vuelta a la cocina. El otro Tony adulto le sonrió de alguna manera con todo y el tenedor en la boca.

—Se quedó dormido—señaló Toni.

Efectivamente, sobre la mesa de la cocina, el joven Tony dormía. Al parecer el desayuno y la leche tibia que le había servido, más las indudables horas de desvelo, lo habían hecho caer por fin. Steve entendió que es lo que los otros Tonys pedían de él, y era algo que no le costaba nada. Asintió y se acercó al durmiente.

—¿Saben en qué habitación estaba?

Los otros dos negaron, Steve suspiró, realmente eso no importaba. Levantó al muchacho de la mesa y lo cargó en brazos. Los otros Tonys observaron la maniobra en silencio, casi sin moverse o respirar.

—Lo llevaré a la mía—dijo Steve y salió de la cocina con su carga—, se los digo por si les pregunta Tony.

Toni y Tony le siguieron con la mirada hasta perderlo de vista.

—¡Qué envidia!—expresó Toni estirándose.

El otro Tony asintió.

—Steve me suele llevar así cuando me quedo dormido en el taller.

—Igual—dijo ella—. Así, también, me llevó a la habitación el día de nuestra boda.

—Adoras recordarme que estás casada con él, ¿no es así?

Toni le sonrió ampliamente, casi con una pequeña chispa de malicia.

—Envídiame.

—No tengo porqué —dijo él—. Yo tengo una vida a su lado más extensa que tú. Envídiame tú.

—Tenemos una hija.

—Nosotros muchos.

—Ja, ja, ja ¡los avengers no cuentan!

***

Steve recostó al joven Tony en su cama y lo cubrió con una manta. El muchacho se giró hacia su costado y siguió durmiendo tranquilamente. Era tierno; Steve jamás pensó conocer a un Tony adolescente, si hubiera sobrevivido hace más de setenta años, tal vez, lo habría hecho. Incluso, habría sido muy probable que Howard le presumiera a su heredero en algún momento. Imaginó que aquello habría sido divertido, incluso lindo.

Sin hacer ruido, salió de su habitación y cerró la puerta despacio. Se sentó en uno de los sofás de la sala común, y meditó un poco respecto al accidente de Tony en el laboratorio. Si era honesto consigo mismo tenía curiosidad por saber sobre sí  en esas realidades, y también, por supuesto, sobre su relación con todos esos Tonys.

Entonces, sintió que alguien le tocaba el hombro con la punta del dedo, al girarse volvió a encontrarse con Natasha Stark.

—¿Ahora sí, me ayudas?

La chica se dio la vuelta y le mostró el cierre abierto de su vestido. Steve no vio como negarse, se giró en el sofá y subió el cierre lentamente, mientras ella sostenía su cabello para evitar que éste se enredara en él.

—Hecho.

—Gracias—Toni se dio la vuelta, le sonrió—¿Me muestras el lugar? El chaparrito es muy mal anfitrión—dijo.

—¿El chaparrito?—Steve no pudo evitar reír un poco ante esa descripción de su compañero avenger.

Minutos después, estaban afuera en el jardín. Steve le mostró ese pedazo de tierra en el que a veces él mismo hacia un poco de ejercicio. Natasha se quitó los zapatos y disfrutó del tacto húmedo del pasto directamente en la planta de sus pies. Steve la observó en silencio mientras ella bailoteaba sobre la hierba. Entonces, Toni levantó la vista y le sonrió.

Steve, yo y mis otros yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora