Veo tu dolor y yo siento el mismo. Sentir como nos vamos alejando y no saber que hacer para arreglarlo. Me hace acordar a un sueño que tuviste cuando era chica, que vos estabas en una isla, yo en otra y el mar entre nosotras se iba haciendo cada vez más grande, y ninguna de las dos sabíamos nadar.
Tus miedos los ves en mí. Crees que yo soy la misma niña que alguna vez fuiste vos y voy a tener que atravesar tu mismo infierno. Pero no es así mamá. Soy muy diferente a vos, no me crié de la misma manera ni voy a vivir de la misma manera. No es que me crea mejor, ni de cerca, simplemente digo que no somos lo mismo.
Ayer me contabas del proceso de duelo que hacen los bebes cuando se dan cuenta que ellos y su madre no son una misma cosa, creo que sos vos la que todavía no finalizó ese duelo.
Vas a tener que dejarme golpearme, estoy segura que te va a doler verme fallar, pero en algún momento de mi vida me voy a tener que golpear y curtir sola, ya me crié muy resguardada de los peligros, pero tengo que salir al mundo. Es un lugar horrible que mientras más lo comprendo menos me gusta, pero voy a tener que aprender a armarme mi propio caparazón y combatir contra eso.
Lloras y tenés dolor, conmigo lo volves a vivir todo de nuevo viendome así, y me duele ser tu espejo, pero eso significa que hay cosas que tenés que resolver todavía. Por favor no me culpes a mí. Sé que las cosas que me decís vienen desde el miedo y el dolor, pero a mi también me duele. No me ataques así. Acepta que voy a vivir mi vida como yo crea conveniente. Voy a aceptar tus consejos, pero van a ser eso, consejos. No me des órdenes ni me hagas despreciarte como a un sargento mandón, porque se que no lo sos. Abrite al debate, duele, pero necesito plantearte todo esto y que vos también cures tus heridas. Es lo más sano para las dos.
Te amo mamá y te quiero conmigo mucho tiempo más.
