01 | Bienvenidas a la universidad, princesas.

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«Recuerda comportarte, no olvides que eres una princesa, y por favor, lleva mucho cuidado»

Tomo las maletas una vez bajamos del taxi, es la primera vez que me monto en uno, pues siempre hemos ido en limusinas o coches de lujo.

—Malditos tacones —refunfuña mi hermana llegando a mi lado —¿Qué clase de universidad no tiene una buena pasarela para entrar?

—No seas tan quejica —le reprendo.

No se equivocaban cuando decían que en Rochester las temperaturas eran más cálidas de lo normal, tampoco me extraña, Vanderland es uno de los países más fríos.

Eso explica por qué ahora mismo Oprah no deja de quejarse, va vestida con un jersey de lana color azul cielo y unos pantalones vaqueros ajustados. Yo suelo ser más previsora y he optado por una camisa rosa palo y unos vaqueros oscuros.

Observamos la residencia de estudiantes, está dentro del mismo campus universitario, las paredes son de marmol blanco, así como las columnas que la decoran. Pero lo mejor es el jardín, se nota que cuidan muy bien de las plantas, todas las flores se mantienen en su vivo color.

Adoro las flores.

—¿Pero qué miras? —me reclama mi hermana —¡Vamos que me duele el brazo de llevar este muerto!

Ruedo los ojos y camino hacia el interior de la residencia, Oprah tiene poca paciencia, cosa que a mí me sobra. Y si lo digo, es porque está nerviosa y no deja de maldecir por todo al no encontrar nuestra habitación.

—Déjame a mí —digo quitándole el papel que sostiene.

Sigo las indicaciones subiendo en ascensor hasta la cuarta planta y caminamos por un pasillo que conduce a varias habitaciones, cuento los números mientras camino y me detengo frente al nuestro.

La habitación 402.

Oprah abre la puerta sin pensarlo dos veces y ambas fijamos la vista en la chica que hay colocando uno de sus numerosos libros en un estante, formando una línea perfecta.

Se voltea a mirarnos y distingo el contraste de su pelo castaño con la tez blanca de su cara.

—¿Quiénes sois? —dice frunciendo el ceño —Si queréis inscribiros al club de lectura, debéis hacerlo en la biblioteca, no en mi cuarto —hace un gesto con la mano para que nos vayamos.

Conozco a mi hermana, va a abrir la boca para exigir respeto, pero me adelanto a que meta la pata.

—Somos tus nuevas compañeras de cuarto —digo sonriéndole —Me llamo Eloise, ella es Oprah, mi hermana.

Ella se queda muda mirándonos con horror.

—¿Co-compañeras de cu-cuarto? —dice sin creerlo.

Esta vez no puedo detener a mi hermana. —Exacto rata de biblioteca, así que quita todos tus libros de los estantes, porque mi maquillaje necesita un sitio exclusivo —le exige.

—Me llamo Tamara, no rata de biblioteca —dice ofendida.

—Discúlpala Tamara, mi hermana padece una enfermedad, carencia de simpatía —digo mirándola con reproche.

Acomodamos nuestras maletas sobre las camas, hay tres, una en cada esquina de la amplia habitación, las paredes son blancas y el suelo de madera oscura. Puedo diferenciar tres armarios, y me acerco a uno para ver lo espaciado que es.

Sin embargo, me lo encuentro repleto de libros, y mi mirada se dirige a la castaña que silba como si fuera inocente —Tamara, entenderás que tus libros deben desaparecer de aquí, ¿verdad?

Lo que quiero es no quererte (EN AMAZON)Where stories live. Discover now