02 | Las animadoras

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Tener pesadillas es algo muy común, todos soñamos cosas extrañas que luego no recordamos, y si lo hacemos es solo una parte. Recuerdo que de pequeña siempre gritaba en sueños y mi madre me despertaba diciéndome que todo estaba bien, que solo era un mal sueño.

Pero a veces, la pesadilla se vuelve demasiado real, tanto como lo que presencié anoche en la biblioteca.

Esas manos colándose por debajo de la falda...

Esos suspiros...

Esos ojos azules...

Sus labios entreabiertos...

Dios mío, mis pensamientos son demasiado indecentes para una princesa.

Mi hermana aparece con una bandeja,—La cola para coger el desayuno es inmensa —se queja sentándose frente a mí.

Observo su bandeja, solo lleva un vaso de leche y una galleta, —¿Ese es tu desayuno?

En palacio recuerdo que le pedía al servicio una torre de tortitas con nata, y lo que más envidia me da, es que no engorda por mucho que coma.

¿Dónde está la genética para estos casos?

—Idiota, tengo que estar en forma para las pruebas de las animadoras —me explica mordiendo su galleta —¿Por qué te piensas que he madrugado y he ido al gimnasio del campus?

Vaya, sí que se lo está tomando en serio, —Nunca has hecho ejercicio en tu vida, y nunca has comido tan poco —me cruzo de brazos —Vas a desmayarte.

Ella rueda los ojos y termina su desayuno, —¿Por qué no te inscribes conmigo? ¡Será divertido! Y además, los chicos de béisbol se fijan más en las animadoras.

Suspiro rendida, quiero apuntarme a alguna actividad, pero no creo que el equipo de animadoras sea lo mío. Pensé en el club de lectura, pero después de haber visto eso...

—Está bien —acepto agitando la cabeza —¿Cuándo son las pruebas?

Ella aplaude bajito y sonríe, —Dentro de una semana.

Su mirada se desvía de mí hacia la entrada de la cafetería, en ese instante veo a los jugadores de béisbol, todos en grupo formando una manada de hombres corpulentos.

Miro a mi alrededor, y me percato de que prácticamente todas las chicas de la cafetería están babeando por ellos, los miran como si fueran auténticos dioses.

Yo mientras me como una galleta.

Cuando terminan su exhibición y se sientan en la mesa del fondo, igual que anoche, mi hermana me mira, —Dios mío —susurra —He mojado bragas.

Casi le escupo la leche en la cara, pero verla tan agitada, me hace recordar lo que sentí yo viendo a esas dos chicas escondidas entre los estantes.

Ahí sí que mojé bragas.

Después de desayunar, nos dirigimos a clase de derecho civil, todos los asientos del fondo están llenos, y los de enfrente vacíos excepto por una persona, Tamara.

Ella está leyendo un libro, está tan inmersa en la historia, que no se da cuenta de que me he sentado a su lado, —Hola Tamara.

Levanta una mano indicándome que espere mientras sigue leyendo con el ceño fruncido.

Oprah se sienta a mi lado, y decide ignorar a Tamara, pero yo quiero saber porqué es tan lejana a los demás, —¿Qué estás leyendo?

Ella resopla y baja su mano apartando la vista del libro, —No llames karma a lo que te pasa por gilipollas —dice y me sonríe.

Lo que quiero es no quererte (EN AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora