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Con la mirada perdida en el techo, pasé cuatro horas antes de poder dormir ese mismo domingo. Debía hacerlo, me esperaba un largo día en el instituto y luego, en la emisora.

Recorriendo lo sucedido, la noche había empezado siendo mágica...y terminado con un dolor fuerte en mi pecho. Haciendo berreo por un rato más tras la despedida de William, me fue difícil hacerle entender a mi niña que su padre y yo ya no estaríamos juntos.

─¿Por qué no vivimos los tres en esta casa? ─su labio temblaba, rehusándose a una negativa como respuesta.

─Porque no...no podemos ─levanté los hombros, esperando que se cansara. Obviamente, no lo conseguí.

─¿Acaso no se quieren?

─Sí mi cielo, pero en oportunidades, el cariño no alcanza.

─¿Pero tú no dices siempre que el amor todo lo puede?¿Que mueve mundos y alinea planetas? ─ recurrió a un viejo artilugio que yo solía utilizar cuando necesitaba que se calme o explicarle ciertas situaciones no tan gratas entre adultos.

Ella acababa de darme una bofetada en la mitad de la mejilla.

─Si...pero...

─¿Entonces?¿Tan difícil es que papi regrese y podamos estar juntos?

─July, por favor. Es muy tarde y la respuesta a todo esto es no ─me puse firme ─. Tu padre y yo nos quisimos mucho y lo seguiremos haciendo. Pero él tiene una vida a la que no podemos amoldarnos y a él no le agrada vivir aquí. ¿Entendido?

Mi niña bufó, cogió su conejito de felpa blanco y rosa y se acomodó en la cama. No se quedaría callada, por supuesto.

Tenía a quién salir.

─De todos modos, no me gusta William.

─¿Perdón?

─La tía Lisa lo vio primero. Corresponde que ella sea su novia.

─No es cuestión de quién lo vio primero, sino de tener en cuenta los sentimientos de la gente. No somos objetos que deben pertenecerse a una u otra persona ─corrí su flequillo de lado y le di un beso en la frente ─. Además, él no tiene novia.

July pareció quedarse conforme por primera vez en la madrugada. Cerró sus ojos y por fin, pudimos dar cierre a este momento.

Con mi cuello crujiendo, llevándolo de un lado al otro, arribé a la sala. Para ese entonces, Lisa estaba hojeando una revista vieja y mi madre, tomando su tercer té de hierbas silvestres.

─Gracias por haberse ocupado de July. No pensé que sería tan difícil cuidarla esta noche.

─Quizás la culpa es mía ─dijo mamá ─. Insistió mucho en saber con quién salías. Tuve que confesar que te había pasado a buscar un amigo ─levantó los hombros; me puse tras ella y posé un beso en la cúspide de su cabeza.

─July debe comprender que no es posible una historia con su padre. Me duele romperle sistemáticamente el corazón.

─¿Cuándo vendrá Mark? ─Lisa cerró la revista frunciendo el ceño; muchas veces ella me insistía en que debía intentar formar una familia con él.

Obviamente, desconocía que el muy tirano había intentado deshacerse de mi embarazo apenas lo supo.

─No lo sé. No me extraña que aparezca de golpe.

─Tu sabes mi opinión al respecto. Ella necesita una figura paterna y alejando a Mark de tu hija, no conseguirás más que caprichos.

─Lisa, no te metas en la vida de tu hermana ─mamá fue salomónica. Yo sólo tenías ganas de llorar.

Sintonizados: el latir de tu voz - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora