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Dos años y un mes después de vender mi propiedad en Tombstone acompañé la inauguración de un Centro de Ayuda a la Mujer, un refugio para madres solteras en situación de vulnerabilidad social.

Mi madre se había enojado un poco al momento de comunicarle el destino del dinero de la operación monetaria creyendo que debía guardarlo para mi futuro sin comprender el giro que le daba a esa causa.

Aquella vivienda en Tombstone la había tenido a ella como una madre agredida, como una madre sometida al temperamento errante de un esposo que por momentos, parecía no tener límites en su agresión. Con el tiempo entendió que no era un simple capricho de mi parte sino que sentía que era una respuesta a tremendo flagelo.

Separado definitivamente de Marlene e incluso feliz por ella por saber que había conocido a un tal Mike, quien ahora era su novio, comencé a encaminar mi vida.

Más tranquilo, lejos de los escándalos que me ponían en el centro de los cotilleos de las revistas de moda, me centré en la presentación de mi nuevo disco "Sintonizados: el latir de tu voz", el cual logró una rápida trepada en los rankings más importantes de EEUU y latinoamérica.

Dando numerosos shows en todo el territorio nacional, sumando incluso fechas en países como Reino Unido y Alemania, lograba ser una estrella reconocida, tal como había soñado desde adolescente, cuando comenzaba a dar mis primeros pasos.

Sin embargo, mi felicidad no era plena.

En ese lapso de tiempo, cinco mujeres habían pasado por mi vida, por mis sábanas y por mi cuerpo. Dejándome gusto a poco, casi a nada, todo era soso. Conversaciones plagadas de lugares comunes, salidas forzadas y encuentros sexuales cargados de pasión pero no de amor, eran un saldo poco agradable.

─¿No puedes superar la historia con esa chica de Benson? ─era la pregunta recurrente de Tony, la que yo negaba sistemáticamente o evadía con otros temas.

Lejos de insistirme regresábamos a nuestros asuntos y fin del problema.

Sin embargo la gira por el sur de Arizona, más precisamente en Tombstone, me había alterado más de la cuenta. Mi visita años atrás al momento de vender la propiedad de mi padre dejaría como saldo un acercamiento con empresarios importantes de la zona dispuestos a apoyar la propuesta de hacer una presentación allí y dar publicidad al área.

Ultimando detalles del alojamiento, poca era la oferta local por lo que decidí quedarme en mi apartamento de Phoenix y trasladarme en el bus oficial de la discográfica desde allí.

Ansioso, por las noches me encontraba pensando en que si Paige estaría presente en alguna de mis presentaciones.

¿Qué habría sido de su vida?¿Estaría comprometida con alguien?¿Habría encontrado ese hombre que la amara casi tanto como yo?

Reprimiendo mi angustia, ocultando mis verdaderos sentimientos para desatar mi dolor en el escenario y hacer del show algo cierto y nada de actuado, daba todo de mí.

Buscando a mi musa entre la gente durante cada presentación, creí volverme loco.

Todas las muchachas parecían tener sus ojos oscuros, sus curvas inmorales y su cabello oscuro y brillante, pero ninguna era ella, la joven de Benson remilgada pero temperamental que había conseguido enamorarme de un modo absurdo.

Dos días antes de mi recital en Tombstone, fui a un almuerzo con Tony para ultimar detalles de mi presentación en viejas tierras. Sentados en Steak 44, el restaurante a esas horas contaba con poca gente que pidiera por una fotografía o mi firma.

─Resultaste ser un récord de ventas. Los pocos hoteles de la zona están colapsados e incluso, muchas casas particulares rentan habitaciones libres para albergar a las fanáticas. ¡Has sido todo una sensación! ─mi representante palmeó mi hombro contento por los números, sin saber lo mucho que me pesaba regresar y recorrer nuevamente esa carretera por la noche.

Sintonizados: el latir de tu voz - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora