Capítulo Uno

301 24 20
                                    

𝘠 𝘦𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘴𝘦 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢 𝘪𝘯𝘴𝘤𝘳𝘪𝘵𝘰 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘭𝘪𝘣𝘳𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘧𝘶𝘦 𝘢𝘳𝘳𝘰𝘫𝘢𝘥𝘰 𝘢𝘭 𝘭𝘢𝘨𝘰 𝘥𝘦 𝘧𝘶𝘦𝘨𝘰.

—Apocalipsis 20:15

Lyra jamás fue una santa, de hecho podría decirse que era todo lo contrario. Se trataba de una muchacha astuta, ingeniosa, desconfiada y por último, bastante atrevida, cosa que a su papá siempre le había molestado muchísimo.

Tampoco era culpa del pastor Kang haber tenido una hija tan...descontrolada–como él y su esposa decían–, pues desde siempre pensó que le había inculcado los valores necesarios y el infinito amor a Dios para que la chica nunca se desviara por el mal camino; y a decir verdad jamás fue así, Lyra consideraba que no iba por ningún mal camino, al contrario, era una alumna bastante aplicada y de muy buenas notas, pero el detalle que hacía estallar a sus padres–mas que nada al pastor–era su actitud blasfema y su manera de contradecir y faltarle el respeto a la iglesia cada vez que podía.

Con tan solo diecisiete años, Lyra había conseguido hacer explotar a su padre de formas bastante bruscas, había llegado a molestarlo tanto que el hombre incluso le pedía perdón a Dios por haber reprendido tan feo a su hija–y consiguientemente rezaba por ella–, pero esto siempre era totalmente inevitable, después de todo el pastor Kang era un señor católico de mente cerrada, su madre una mujer sumisa y religiosa, y por último, Lyra una adolescente engreída que creía saberlo todo.

Había muchas ocasiones que no salían de la cabeza del padre de Lyra, tales como cuándo llegaba a casa borracha y con el labial corrido en la madrugada del sábado luego de salir de fiesta, o cuándo coqueteaba con los hijos de los obispos cuando iban a visitar la iglesia junto a sus familias.

Sin embargo, había otras de las que él no se había enterado, las cuales Lyra deseaba infinitamente que jamás las supiera, así como cuándo besaba mujeres en las fiestas, o cuando se la chupó a un compañero suyo en uno de los confesionarios del templo–al igual que demás cosas que desafiaron el supuesto respeto que debía obligatoriamente tenerle a Dios–.

Ella recordaba bastante bien el motivo por el qué la habían mandado a un colegio religioso, de hecho lo repasaba constantemente mientras se encontraba sentada en el asiento trasero de aquel taxi. Tampoco había hecho nada trágico según ella, pero consideraba que la paciencia de su papá se había terminado cuando comenzaron a hablar de su futuro.

Desde siempre los profesores de Lyra le habían dicho que era una alumna completamente sobresaliente, que era alguien que tendía a sobreanalizar las cosas y dar con resultados y soluciones de manera rápida; ella quería sacarle el mayor provecho a su inteligencia, utilizándola en lo que más le apasionaba, la psicología. Lyra estaba muy deseosa de saber cómo funcionaba la cabeza de cada ser humano, aprender las cosas que tenían en común todos los individuos y de las reacciones que podían conllevar diferentes causas o traumas en alguien; finalmente sus profesores siempre alentaban a la brillante joven a que siguiera ese sueño y nunca lo dejara ir.

A decir verdad, su padre no se lo tomó nada bien–y a su madre no le importó mucho–, pensaba que era una completa ridiculez que su hija quisiera dedicarse a algo tan banal como eso, algo que en todo caso desafiaba las leyes de Dios hasta dado punto, así que a primera instancia le propuso convertirse en profesora religiosa o incluso–haciéndole un favor según él–estudiar ingeniería en negocios; pero Lyra aferrada a todo lo que quería conseguir en su vida le juró que nunca sería nada de eso y si era necesario irse de casa, se iría.

Sadistic Night: Bloody Sabbath » BTSWhere stories live. Discover now