Capítulo II

1.5K 137 29
                                    

Dos años después...

Ross

Me despierto al sentir el sonido insistente del timbre, Laura gime suavemente contra la almohada, provocando una sonrisa en mi.

— Yo voy. — le digo, para después ponerme un pantalón y bajar.

El timbre sigue sonando, y yo ruedo los ojos. Más le vale que tenga una buena razón para interrumpir mi sueño un domingo a las siete de la mañana.

Abro la puerta y lo primero que veo es a una mujer muy parecida a Laura, no tardo en comprender que se trata de la hermana mayor.

— ¡¿La has obligado a casarse contigo?! ¡Está enferma, lo último que necesita es a un hombre abusando de ella! — me grita furiosa.

— Buenos días, Vanessa. Un placer conocerte a ti también. — digo con sarcasmo para después volver a entrar a la casa.

Laura baja las escaleras con dificultad, había quedado débil tras su sesión de quimioterapia, por eso había dormido conmigo anoche.

— ¿Cómo te encuentras? ¿Estás mejor? — le pregunto preocupado.

— Mi cabello se ha empezado a caer... Antes no lo hacían con tanta intensidad. — susurra y sus ojos se llenan de lágrimas.

La atraigo hacía mi y beso su frente con suavidad.

— Eres hermosa, cara... — le susurro.

Ella me sonríe levemente y yo le correspondo la sonrisa. Laura Marano es la mujer más fuerte, dulce, dedicada, buena y adorable que he conocido. Pero yo no la amaba, le tenía aprecio. Se sentía como si tuviera una hija, no una esposa, y eso era algo molesto.

— Si ya terminaron con su momento cursi, quiero hablar con mi hermana. A solas. — dice Vanessa cruzada de brazos.

— Toda tuya. Yo debo irme a trabajar.

— ¡Vanessa! — exclama Laura sonriendo ampliamente para después abrazarla con fuerza.

— Hola, cariño... Te he extrañado demasiado... — susurra, como si le hablara a una niña pequeña.

Todos la trataban como a una niña pequeña, y eso a Laura le molestaba demasiado, pero parecía una niña pequeña. Tan menuda y delgada, parecía que se rompería en cualquier momento. Laura tuvo que haber muerto hace años, nadie sabía cómo seguía viva con un tumor como el que ella tenía y Laura seguía luchando por su vida.

— Si necesitas algo, llámame. — le digo. — Si está apagado, sabes que debes llamar a tus padres.

— Siempre lo tienes apagado, siempre llamo a mis padres. — responde rodando los ojos.

— Oye, imbécil. Hazte cargo de tu esposa. — me dice Vanessa.

— No es una bebé, Vanessa. No nos hemos casado por amor, y en algún momento esperamos que las neuronas de nuestros padres se acomoden. — respondo para después irme.








Durante mi trayecto al trabajo, mi celular comienza a sonar y yo sonrío al ver de quién se trata.

— Vaya, amor... No puedes pasar ni cinco minutos sin mi. — digo sonriendo.

— No te creas la gran cosa, Lynch. ¿Esta noche podrás venir? — me pregunta.

— Si, claro. Ahí estaré. — le aseguro.

— ¿Has podido hablar con tus padres? ¿Sobre anular el matrimonio ahora que han pasado dos años?

— Quieren esperar a que ella se muera.

— ¿Tenemos que esperar a que Laura se muera para estar juntos como queremos? — pregunta molesta.

— Lo siento, pero... Mira el lado bueno, la quimioterapia no está funcionando y es su última oportunidad. ¿Cuánto le queda? ¿Seis meses? ¿Un año?

— ¿Y si funciona?

— Y si funciona, supongo que simplemente se lo diremos. — respondo.

— Oh, plan perfecto. "Oye, cariño. Tu mejor amiga y yo estamos juntos desde el día de nuestra boda, de hecho... Tenemos una hija de un año, tú eres la madrina. Tú ya no te estás muriendo, estábamos esperando a tu muerte para decírtelo, así que creo que es un buen momento para decírtelo. Sin rencores, ¿verdad?" — dice con sarcasmo.

Río levemente. — Ash, cielo... Deja de preocuparte. ¿Cómo está Penny? — pregunto.

— Está bien, hoy ha dicho "mamá". En tu jodida cara.

— Corres ventaja, nuestra hija vive contigo y estoy seguro de que la torturas todo el día para que diga "mamá". — digo riendo.

— Lo dice porque me ama, y soy su favorita. Oye, debo colgar... Acaba de despertarse.

— De acuerdo, mándale saludos de mi parte. Las amo. — me despido mientras sonrío.

— ¡Nosotras a ti! Adiós, cariño.

Corto la llamada y suelto un suspiro, sintiéndome un gran hijo de puta.

Si, yo tenía una familia a espaldas de Laura. Si, yo tenía una familia con su mejor amiga.

El mismo día de la boda, durante la fiesta, me había acostado con ella. Me sentía enojado por lo que me había tocado casarme, y Ashley me consoló. Ella sabía lo que se sentía cuidar de Laura todo el tiempo, y ambos nos consolamos mutuamente.

La amaba y amaba a nuestra hija, por mal que eso estuviera. Sabía de los sentimientos que Laura tenía por mi, yo no era ciego ni mucho menos estúpido. Pero yo no se los podía corresponder. Sabía que ella se moriría en unos años.

Dije que ella era muy ingenua, y que yo era un hijo de puta. Esa no era una muy buena combinación, al menos no para Laura.

Marriage | RauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora