Capítulo IV

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Ross

Me despierto al sentir la voz femenina de Ashley hablando por teléfono, ella estaba levantada con mi camisa. Era jodidamente hermosa.

— ¿Y dónde está? Oye, Vanessa, no te la agarres conmigo. ¡¿Yo qué sabía que Laura estaba mal?! No sé dónde está Ross, eso debería saberlo Laura. No yo. — dice molesta.

Laura. Algo le había pasado a Laura. Por supuesto que ella no sabía en dónde estaba, ella nunca me preguntaba. Siempre aceptaba todo sin protestas.

Me levanto y me visto rápidamente, Ashley sigue hablando por teléfono mientras yo voy al baño. Cuando salgo, ella está cambiándose completamente enojada.

— Laura está internada, está empeorando. —me dice sonriendo.

— ¿En dónde está? ¿Hace cuánto la ingresaron? ¿Qué le pasó? — pregunto preocupado.

— ¿Por qué te preocupas tanto por ella?

— ¡Porque es mi esposa! — exclamo.

— ¿Ella es tu esposa? ¡Yo tengo una hija tuya!

— No veo la relación entre una cosa y la otra. Me casé con Laura, y ella siempre que me necesita, nunca estoy. Mi esposa estuvo internada probablemente toda la noche, ¿y yo qué hacía mientras? Me follaba a su mejor amiga. — digo enojado.

— ¿Sólo eso soy para ti? Vaya, gracias Lynch. — responde para después irse dando un portazo.

Suelto un bufido, y por primera vez no voy detrás de ella. Agarro mi celular y mis llaves y me marcho de su casa.

Laura me necesitaba.









Llego al hospital 10 minutos más tarde, con probablemente 20 multas hechas, pero no me interesa. En cuanto entro, veo a Vanessa llorando mientras que sus padres discutían.

— ¡Laura no querría eso! — le grita Ellen a Damiano.

— Laura no puede decidir porque está inconsciente desde ayer, ¿puedes dejar de fingir conocer a nuestra hija? — pregunta él furioso.

— ¿Cómo está Laura? — pregunto, interrumpiendo su discusión.

— Su pulmón ha dejado de funcionar... Otra vez... — murmura Vanessa sollozando. — Ya no puede respirar bien por su cuenta, quieren ponerle el jodido tanque de oxígeno.

— No lo haremos. — dice su madre. — Laura ayer nos llamó, le faltaba el aire y se desmayó. Estaba con Penny, la hija de Ashley, pero estaba durmiendo así que no le ha pasado nada. Ashley ha ido a buscar a su hija hace unos minutos.

Eso me hace sentir enfermo. ¿Laura estaba cuidando de mi hija, mientras yo pasaba tiempo con su mejor amiga? La imagen me da ganas de vomitar. Soy un hijo de puta.

— Quiero verla... Por favor... Quiero verla... — susurro.

— ¿Con qué derecho pides aquello? ¡Fue tu culpa! A esas horas tú ya deberías haber estado en casa, ¿en dónde estabas? Todo esto pudo haberse evitado si alguien hubiera estado con ella. Le haces mal. ¡Quiero que mi hermana se divorcie de ti! — me grita Vanessa.

— Vanessa, baja la voz. Tu hermana lo ama, ¿eso no es importante para ti? — pregunta su padre. — Ve a verla, Ross. Está en la habitación 309.

Asiento y me marcho, pero unas palabras quedan en mi mente. Laura me ama. Era la primera vez que lo escuchaba en voz alta, y se sentía tan... Especial. Ella me ama, a pesar de que fue casada conmigo a la fuerza y que nunca estoy, me ama. Se sentía como si fuera algo valioso.

Jodida castaña. Hace un lío conmigo incluso no estando presente.

Entro a la habitación y me destroza verla conectada a tantas cosas, tenía un respirador artificial y sus ojos estaban cerrados, pero me tranquiliza el pitido de la máquina. Ella sigue viva.

— ¿Ross? — susurra con dificultad, y de inmediato me acerco.

Tomo su mano y le acaricio con suavidad la mejilla, mientras una sonrisa leve se me escapa.

— Estoy aquí, cara... Estoy aquí... — murmuro.

— ¿Dónde estabas? Te esperé... Pero no llegaste...

— Rocky quería que me fijara algunas canciones, y no he tenido tiempo de llegar. Lo siento mucho, en serio.

— Descuida, está bien. Estás aquí ahora... — dice en voz baja sonriendo levemente.

— ¿Qué estabas haciendo para que te pasara esto? ¿O fue de repente?

— Supongo que fue la combinación de subir las escaleras con Penny en brazos y cocinar... No lo sé. ¿Penny está bien verdad?

Ashley y yo le habíamos ocasionado esto. De alguna manera,lo habíamos hecho.

— Si, supongo que si. No te preocupes por eso ahora, ¿cómo estás?

— Me siento débil... — susurra con lágrimas en los ojos.

Me acuesto a su lado con cuidado y la abrazo con fuerza, acurrucándola en mi. Quería protegerla de cualquier mal, quería que fuera feliz de la manera en la que ella se lo merecía. Laura apoya su cabeza en mi pecho y solloza, yo acaricio su mejilla secando las lágrimas con suavidad.

— Jamás podré tener hijos, Ross... No así... — murmura destrozada.

— Laura, tendremos hijos. — le aseguro, antes de que siquiera pueda pensar en lo que acababa de decir.

— Vaya, creo que te falta una buena clase de biología. No los trae la cigüeña.

Suelto una carcajada sin poder evitarlo, y ella no tarda en unirse a mi, provocando mi sonrisa. Esta es la parte que me gusta de ella, cuando se ríe y sonríe. No tiene idea de lo hermosa que se ve así.

— La única razón por la que no te he puesto una mano encima, ha sido porque no estaba seguro de si querías que tu primera vez fuera yo. Tal vez en estos años tú te enamorabas de alguien, y decidías tener ese momento especial con él... No quería arruinarte aquello. — digo.

Laura levanta la vista y me sonríe tímidamente.

— Ya me he enamorado de alguien. — confiesa.

Puedo sentir como los latidos de mi corazón van cada vez más rápido, y se me dificulta respirar. Joder... ¿Qué me estaba pasando?

— No puedes enamorarte de mi, Laura... No lo hagas. Por favor. — le pido acariciando su mejilla.

— Lo he intentado... Pero no lo he logrado... Lo siento, sé que no sientes lo mismo que yo. Realmente lo siento. — dice avergonzada.

Yo sabía que a Laura le quedaban solo meses, sus días estaban contados a partir de ahora. Todos sabíamos que nada funcionaba, y que se moriría tarde o temprano.

Laura me había apoyado y amado por dos años, no podía rechazarla ahora mismo y decirle que yo no correspondía a ese sentimiento, que yo amaba a su mejor amiga. Me sentía culpable, yo había sido la razón por la que había terminado aquí. Entonces no lo dudo cuando respondo.

— Te amo, cara... — susurro besando su frente con suavidad.

Y me asusta la facilidad con la que aquellas tres palabras salieron, como si fuera algo verdadero y no una mentira por sentir culpa.

En ese momento, yo no sabía que esas palabras realmente las sentía. Cuando lo supe... Fue demasiado tarde para ambos.




Marriage | RauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora