EL primer Lunes

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Horas de desierto, miles de espacios vacíos son los días que atraviesan la rutina, de soles intensos que queman los sueños, el alma inmóvil, irascible, desencajada, la vida encriptada  de otras tareas, no en las que deseo. El sobrevivir en otros senderos que te llevan al páramo de ausencia de las bellas palabras, las que nos elevan, las que nos excitan, aquí todo es fuego, y sed y oxigeno prendido. Y antes de comenzar, el cansancio nos vence.

La noche anterior, preparé mi ropa, con dedicación. Una camisa elegida, un traje de confianza, zapatos luminosos. Como quien se prepara para una cita.

El agua de la ducha es intensidad, respiración en cuatro tiempos, es una tibia inmensidad que no debe cesar, allí están las emociones y las ideas que aparecen como luciérnagas, ansioso de atraparlas.

En la mañana todo se enciende, los ojos no tienen ese ardor del anochecer, allí es donde esperamos en volver a renacer en los proyectos, que pareciera que siempre son los mismos, como escaleras, que suben y que bajan, pero siempre algo cambia. Algunos de esos días nos invade la rabia, en otros el hastío, y también los hay en que la risa te devora como una melodía.

Avancemos, miremos que nos trae este día. Antes que cualquier cosa el inicio del rito, la ducha, la frase para cubrir mis espaldas en el viaje, el mismo perfume en la mañana, las llaves, los papeles en el maletín, un beso, el té y unas tostadas, las preguntas de siempre, como un protocolo, hasta salir.

Salir a conducir en el cemento, y en el cielo hoy que esta celeste, es una bendición, que nos asegura un mejor transito.

Hace quince días que no voy al trabajo, por haberme hecho una intervención quirúrgica necesaria. Voy como si fuera la primera vez nuevamente. Siento que no recuerdo nada, que todo lo aprendido se escapó, y aún así no estoy preocupado, estaré aún enfermo bajo los efectos de los antibióticos, no puedo creer que este tan tranquilo.

El auto esta funcionando como una seda, música, ella me acompaña de mañana. Sabe cuando no preguntar, son unos minutos que se extienden hasta la ebullición. Allí donde paso del estacionamiento hasta la oficina, a la hora donde se enciende la luz del escenario y el bosquejo tiene que brillar con la luz mas intensa, la seguridad para que todos la vean y la sientan, y que respiren que el mundo continua firme y hacia una objetivo, y así el engranaje se mueve con emoción, la vida se expande para alguien y para nosotros de distinta manera. Allí es donde comienzo a morir cada día...

Esta oficina ya sabe de mis secretos, crecimos juntos. El día que llegue, creo que nadie quería que yo estuviera. Aún así ella me recibió, con gentileza, muy austera, pero con una enorme sonrisa, y me encariñé. Ya hace unos años que estamos juntos, le hice algunas mejoras, creo que ahora está mas contenta, esta como mas importante. Todos la vienen a visitar, no hay quien pase y no quiera estar un ratito, a mi me agrada que eso pase, los espacios son la propia extensión de nuestros proyectos, y allí vamos juntos en un viaje de desafío.

Viene de pronto una estocada, y respondo. Nos hace una consulta y todo se aparece, es como musica. Vienen los recuerdos como en en un desfiladero y caen a mi auxilio para que me levante como en un resurgimiento, y es tan fuerte esa energía, que de pronto todo brilla y comienza a sonar una melodía, que es como electricidad, y en cada intervalo, aparece la sonrisa, que sirve de antesala al requiem de esta energia que se va perdiendo en cada nota, donde mueren mis palabras, las mas bellas, porque estoy en otro universo, en el que no dejo huella ni rastro, solo registro de otras historias que no deberían ser las mías pero son las que me hicieron sobrevivir.

Entonces luego en un algún destello, antes de morir, en este día, me detengo y digo, como un grito, ¡esta es mi vida!, aquí en cada desgarro que se imprime de este sueño, antes de nacer, me  transformo en luciernaga, y me elevo, me elevo feliz ante mi muerte.















EjerciciosWhere stories live. Discover now