Capítulo 4. En el que hay una confesión y una invitación.

967 61 280
                                    

_____: Realmente no logro entender cómo alguien puede lastimarse de una manera como esa y no preocuparse por tener una abertura de 15 cm en el estómago.

La actitud tranquila que estaba mostrando Popee ante el accidente que acababa de tener con su motosierra en verdad te estaba apareciendo irreal. No era la reacción que esperabas ver de alguien que acababa de cortar su estómago casi hasta la mitad.

Papi: No te preocupes, Popee siempre termina lastimándose a él mismo cuando le sale mal algún truco.

Keda: Esto tal vez te suene extraño pero Popee ha tenido muchos y peores accidentes que este y aún sigue estando vivo y sano como si nada le hubiera pasado.

Popee: Soy bastante resistente -dijo con arrogancia -. Además, lo que dijo este viejo no es cierto, a mí nunca me sale mal ningún truco.

_____: ¿Y si nunca te sale mal ningún truco entonces por qué tu vientre chorrea sangre?

Popee: Eh...es que, estaba distraído y algo no me salió bien esta vez, eso es todo... -su mirada se volvió de inmediato hacía el suelo con una expresión avergonzada.

_____: Sí, claro -dijiste con sarcasmo.

Popee aún se encontraba tirado sobre sus rodillas en el suelo. Con un gesto de amabilidad, pusiste tu mano extendida frente a él para ayudarlo a levantarse y éste, aunque con una actitud orgullosa, tomó tu mano y se levantó lentamente del suelo. Un poco de su sangre quedó plasmada sobre tu palma como una mancha de pintura roja.

Popee: Gracias -agradeció gentilmente.

_____: No hay de que -respondiste con una sonrisa sutil.

Keda: Aquí tienes, _____ -Kedamono te entregó un pequeño pañuelo blanco para que pudieras limpiar tu mano manchada de sangre.

_____: Gracias, lobito - respondiste dulcemente- Oye, ¿podría pedirte un favor?

Keda: Claro, ¿qué se te ofrece?

_____: ¿No tienen de casualidad unas cuantas vendas por ahí?, me gustaría envolver el estómago de Popee con ellas.

Popee, al escuchar la petición que acababas de hacerle a Kedamono, mostró una clara expresión de disgusto.

Popee: No necesito que hagas eso. Mis heridas pueden sanar por si solas sin necesidad de hacer eso.

_____: Pero aún así tu abertura seguirá soltando sangre por todos lados y vas a ensuciar todo el lugar.

Papi: _____ tiene razón, Popee. Ve a cubrir tu herida antes de que pintes todo el circo de rojo con tu sucia sangre.

Popee: No pueden obligarme a hacer eso -dijo frunciendo el ceño aún más fuerte.

Papi: Si no lo haces vas a tener que limpiar todo el circo tú solo y además voy a esconder toda tu utileria por una semana para que no puedas volver a practicar.

Popee: ¡Eso no es justo! -exclamó con reproche.

Papi: Deja que _____ te ponga las vendas o no volverás a ver tus preciadas bombas y cuchillos por un buen rato.

Popee: Joder... -susurró con molestia pues se dio cuenta de que no podía hacer nada ante la amenaza de Papi.

_____: Vamos, Popee -dijiste dulcemente tratando de animarlo -no es tan malo. Además, si me dejas curarte prometo que después veré con gusto tu acto.

Popee: Bien. Hagan lo que quieran -finalmente Popee decidió ceder con inconformidad -. Keda, ve a buscar las vendas y llévalas a aquella carpa que está ahí -con un movimiento de cabeza, Popee le señaló a Kedamono una pequeña carpa de color naranja que se encontraba a unos pocos metros de distancia.

Siempre fuiste tú. (Popee x lectora)Where stories live. Discover now