9.- El viaje

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—Si hubieras dicho que tendríamos que ir todo el camino en un auto pequeño y sucio hasta la playa, me lo hubiera pensado dos veces —se quejó Lafayette viendo el pequeño auto rojo en el que había llegado Alexander a la cafetería hace unos momentos

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—Si hubieras dicho que tendríamos que ir todo el camino en un auto pequeño y sucio hasta la playa, me lo hubiera pensado dos veces —se quejó Lafayette viendo el pequeño auto rojo en el que había llegado Alexander a la cafetería hace unos momentos.

—Oh, vamos. Pero si aquí cabemos todos, chicos —dijo Alex sonriendo.

John se apresuró a subir todas las mochilas al maletero con la ayuda de Hércules. Se sorprendió cuando de una de las mochilas cayó una tortuga de peluche.

—¿Qué es...?

—Lafayette me dijo que tu cumpleaños es en unos días, y te quería dar un pequeño detalle... ¿te gusta? —preguntó Alex nervioso mientras rascaba su nuca.

—¡Sí!, es muy bonito, gracias —dijo sonriendo el de pecas—. Aunque no debías de haberte molestado.

El francés y Hércules entraron al auto y la alarma se encendió rápidamente.

—¡Apaga eso, Hamilton! —gritó Hércules y Alexander rodó los ojos.

—Si debía. Que bien que te gusta, John —le sonrió al menor y se apresuró en entrar al auto y quitar la alarma. El pecoso tampoco tardó en subir.

 El pecoso tampoco tardó en subir

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—Mmm. Google maps dice que nos faltan tres horas para llegar —dijo Lafayette mirando su celular.

—¡No! —gritó Hércules. —Falta mucho, y quiero ir al baño.

Uh, yo también quiero ir al baño —se unió John viendo a Alexander.

—Les dije que pasaran al baño antes de que llegáramos a la carretera y dijeron que no querían.

—¡Es que antes de llegar a la carretera no tenía ganas! —chilló Hércules.

—Quizá deberíamos parar en uno de los puestos, así también compramos algo de comer —dijo Lafayette.

—¡Baño, baño, baño! — sonaron al unísono Hércules y John.

—Ay. Parecen niños de maternal. Está bien —se resignó Hamilton suspirando.

Pararon el auto en una de las tiendas de autoservicio. Laurens y Mulligan salieron corriendo en dirección a los baños. Lafayette también salió del auto, pero él iba a comprar algunas botanas para lo que restaba del camino.

Alexander dejó caer su cabeza hacia atrás, chocando con el respaldo del asiento.

Me siento como una niñera.

Un ruido sonó en la maletera y Alexander rodó los ojos.

¿Ahora qué es eso?

Salió del auto y se dio cuenta de que la maletera había estado abierta todo el camino, por eso había sonado.

Estaba a punto de cerrarla cuando en su campo visual aparecieron John y Hércules.

—¡Regresamos! —dijo el pecoso sonriendo.

—No, espera. No cierres el maletero.

Mulligan sacó su mochila y en esta guardó un jabón rosa.

—¿De dónde sacaste eso? — le preguntó Alex.

—...

Ugh —Laurens se rio.

—Bueno... guarda eso. Mientras tanto abriré el auto —dijo Hamilton mientras se dirigía al asiento de piloto—. Oigan chicos... eh...

—¿Qué?

—Como que el auto no abre... creo que olvidé sacar las llaves.

Las Schuyler estaban a mitad del camino cuando la menor de ellas habló, haciendo parar a su chofer

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Las Schuyler estaban a mitad del camino cuando la menor de ellas habló, haciendo parar a su chofer.

—¿Esos no son los chicos?

—¿Esos no son los chicos?

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juntos / lamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora