CAPÍTULO VII. Mentira Accidentada

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Alfred

Ella había estado callada en todo el trayecto hasta el aparcamiento, con una sonrisa falsa dibujada en la cara cuando los medios nos abordaron. Sin embargo, cuando ambos nos subimos a mi coche, aún podía ver la confusión escrita por toda su cara. Obviamente ella no había esperado que yo me hubiese quedado con el que hubiese sido nuestro lugar, sin embargo, no lo había conservado por gusto. El hecho de que legalmente la mitad del apartamento era de ella, junto con el destrozo que yo había provocado, habían hecho que fuera imposible venderlo. Quizás había sido demasiado rápido ofreciéndole quedarse allí, no había vuelto a ese piso desde la noche del incendio y seguramente no estaría en condiciones de ser habitado.

—¿Dónde te dejo?

—Me estoy quedando en casa de Aitana —dijo mientras se abrochaba el cinturón.

Con razón había llegado antes que yo a las oficinas, su urbanización apenas estaba a quince minutos. Era de agradecer, cuanto menos tiempo pasáramos solos mejor. Arranqué el coche y me incorporé a la carretera tratando de no atropellar a los periodistas que se habían abalanzado sobre él en un intento de tener alguna exclusiva. Pobres idiotas.

—¿Por qué me estás ayudando? —su voz cortó el silencio que ambos nos habíamos auto impuesto.

Si era sincero ni yo mismo lo sabía, sin embargo, no iba a permitir que se imaginase cosas que no eran.

—Porque mis padres me educaron bien.

—Pero tú... —Amaia desvió la mirada hacia la ventanilla, evitando el contacto con mis ojos—. Tú me odias.

El odio era algo que yo no podía tener en mí, ni para ella ni para nadie. Sin embargo, no dejaba de ser cierto que la quería lejos de mí y de mi familia. Ella no era nada para mí ahora y quería que siguiera siendo así. Pero, debido al tiempo que debíamos pasar juntos, eso iba a ser difícil, así que aproveché el momento para dejar claros unos cuantos puntos.

—Poco me conoces si piensas que puedo llegar a odiar a alguien o que no voy a ayudar aunque sea a mi peor enemigo en caso de necesidad. Yo no te odio, simplemente no quiero que vuelvas a destrozar mi vida y a dejarme como el malo de la película frente al mundo, cuando yo solo fui una víctima más de tu egoísmo.

Ella siempre me había enfrentado hasta el momento, sin embargo, en esta ocasión bajó la cabeza y permaneció callada.

—Mira, quiero llevar esta situación entre tu y yo de la mejor manera posible, sin daños colaterales. Sólo quiero seguir con mi vida y estoy seguro de que tú con la tuya. Así que vamos a establecer unas pocas normas para poder continuar con esto durante los meses venideros.

—Está bien.

Amaia aún no había levantado la mirada y su voz sonó tan sumamente leve, que por un momento pensé que me había imaginado su respuesta.

—Primero, se acabó traer de vuelta la mierda que ocurrió hace tres años...

—Espera —esta vez volvió a levantar sus ojos hacia mí con decisión—. Tú dejaste miles de veces claro tu punto de vista sobre las cosas, pero ¿qué hay de mí? ¿Yo no puedo decir nada?

—Dejaste todo claro cuando hiciste una maleta mientras dormía y desapareciste. Dejaste todo jodidamente claro cuando cambiaste de número y obligaste a tu familia a ocultarme dónde estabas —el resentimiento que estaba tratando de evitar volvió sin ningún miramiento, haciéndome alzar la voz.

—¿Qué pretendías que hiciera, Alfred? ¿Que me quedase con un hombre que me despreciaba? ¡No podías ni si quiera mirarme a la cara! Hice mal en no contarte las cosas ¿pero qué pretendías que hiciera? Yo... —se detuvo, conteniéndose, pensando en qué decir, evitando algo que sabía que por un momento había cruzado por su mente. Era tan fácil leerla... Continuó, sin embargo, pude saber que no estaba convencida de lo que decía—. Estaba asustada. Ninguno de los dos parábamos de trabajar. Tú apenas pisabas nuestra casa... Que si el estudio, que si la gira, que si ahora estoy componiendo... —Amaia acompaño sus declaraciones con aspavientos de sus brazos—. Yo me hubiera visto sola envuelta en un embarazo, y posteriormente con un niño que apenas vería a sus padres ¿Qué querías que hiciera?

Una Nueva Versión (ANTIGUA)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum