Descubrimiento

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Alfred regresó a su hostal y comió lo más rápido que pudo, restringiendo algunas comidas para no tardar tanto. En cuanto terminó, pidió un mapa del pueblo en recepción y salió del edificio para ir hacia el bosque. Según el papel que tenía en sus manos, la mansión estaba situada en el centro de este y a tres kilómetros andando. Al menos no estaba tan lejos como se pensaba. Guardó el mapa en la pequeña mochila que había cogido de su habitación y se encaminó hacia su nueva misión: encontrar algo importante sobre la desaparición del chico. Aunque no tenía muchas esperanzas a pesar de las ganas que tenía de ayudar en el caso. Estuvo casi media hora andando hasta que localizó la mansión a lo lejos. Sonrió de oreja a oreja al verla y aceleró el paso para llegar ya, no podía esperar más a verla de cerca. Por el aspecto que tenía, ignorando el hecho de que estaba medio destruida, podría ser de mediados del siglo XVIII. Aunque para el tiempo que tenía tampoco estaba tan mal. Como le había dicho aquel muchacho hace unas horas, una valla metálica rodeaba toda la casa para que nadie volviera a entrar. El americano se puso a dar una vuelta alrededor de esta para ver si había alguna entrada por alguna casual. Sabía que era peligroso entrar pero tenía curiosidad por ver el interior. Además, a lo mejor el niño huyó de su secuestrador, si es que lo hubo, metiéndose en la mansión y dejó pistas importantes sobre su paradero, quién sabe. Cuando ya estuvo a punto de terminar de darle la vuelta vio un agujero en la valla, medio tapado con algo de follaje, lo suficientemente grande como para que pasara una persona ya adulta, y una sonrisa volvió a aparecer en su rostro. Se acercó a esta, quitándose antes la mochila para poder arrastrarse por el suelo sin que se le quedase enganchada con los alambres, y pasó al otro lado con cuidado. El agujero debió hacerlo algún animal, porque según le habían dicho nadie caminaba por allí ya, y menos entraban en la mansión. Así que, una vez dentro del recinto, alargó el brazo para coger de nuevo su mochila y se dirigió hacia la puerta. Se quedó unos segundos mirándola indeciso, empezando a dudar sobre si debía entrar o no. Tampoco quería morir ahí dentro por el desprendimiento del techo, o de la casa entera. Pero al final se armó de valor y abrió la puerta con cuidado dándole un leve empujón. Cuando entró se percató de una cosa: no estaba tan sucia como se esperaba. Era verdad que había pedazos del techo por el suelo, pero teniendo en cuenta el tiempo que llevaba abandonada, no tenía mucho polvo.

- Es enorme...

Pero esas cosas pasaron de largo al centrarse en el tamaño inmenso que tenía la casa. Desde fuera no se veía tan espectacular. Echó un vistazo rápido a las habitaciones que había en la planta baja y solo había un salón, un comedor y un baño. Pero solo el baño podía ser igual de grande que toda su habitación en el hostal.

- Increíble...
- ¿Scott? Has vuelto muy pron-

Ante la repentina voz que escuchó el americano, se giró rápidamente algo sobresaltado encontrándose con un muchacho igual de sorprendido que él y más o menos de su edad. Aunque no podía saber mucho más ya que una capucha cubría casi toda su cara. Tardó unos segundos en reaccionar aquel chico misterioso debido al impacto que le había provocado el encontrarse con Alfred, y salió corriendo hacia algún lugar de la mansión.

- ¡E-espera! ¡Oye!

El americano no dudó en ir hacia él y lo persiguió por las escaleras hasta que el muchacho se encerró en una habitación, dejando fuera a Alfred.

- ¡Solo quiero hablar contigo! ¡No hace falta que huyas!

Se quedó frente a la puerta golpeándola un poco, teniendo cuidado con que no se rompiese nada, y esperó a que el chaval le contestase. Pero no ocurrió, como se esperaba, y llevó una de sus manos al pomo mientras apoyaba el hombro en la puerta.

- Voy a entrar quieras o no.

Usando su fuerza sobrehumana que nadie podía explicar, al igual que su estómago sin fondo, agarró bien el pomo y dándole un empujón a la puerta con el hombro consiguió abrirla casi tirándola abajo, haciendo que cediese el cierre con facilidad. Ya le importó poco que pudiera romperla. Cuando centró la vista en la nueva habitación localizó al chico al fondo de esta, pegado a la pared y podía jurar que estaba temblando un poco. Alfred decidió acercarse a él siendo precavido ya que no sabía lo que podía pasar e intentó mirarle a la cara, pero tenía la cabeza algo baja, y eso junto a la capucha no lo ayudaba.

The CurseWhere stories live. Discover now