Capitulo XLIII

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El sonido de mi teléfono me despierta, no saldré corriendo, eso me generaría un malestar terrible y ganas de vomitar, respiro profundo varias veces y me siento en la cama, tomo el teléfono en la mesita de noche y veo una llamada perdida y un mensaje de mi hombre sexy.

Christopher: Buenos días hermosa, te llamaba para saber de ti y nuestro tremendín.
Te amo, nos vemos pronto.

Sonreí como una tonta, cada día, desde hace diez días que se enteró del bebé está al pendiente de nosotros, me llama a cada hora para saber de mis malestares, como se porta el bebé, si he comido y todo aquello, esta muy atento a nosotros y eso me encanta, se ha encargado desde lejos de cumplir con todos mis antojos, desde los más simples hasta los más locos, y también si lo he llamado a media noche porque no puedo dormir  se queda conmigo velando mis sueños, sin duda se ha tomado muy enserio eso de reconquistarme.

Dijo que nos veíamos pronto, seguro viene hoy o mañana, estoy ansiosa por verlo, sé que aún quedan cosas por hablar y arreglar entre nosotros, pero el amor es más fuerte que todo, necesito sentirlo, tenerlo conmigo para amarnos, creo que esa es la única manera de que mis heridas se curen, que Christopher y yo estemos juntos, amándonos.

Me levanto y mi paz se va, las ganas de vomitar me envuelven y corro directo al baño, después de soltar los demonios por la boca, me doy una larga ducha para reponer mi energía, me visto sexy nuevamente como lo he hecho estos últimos días, es una lástima que cuando me crezca la panza tenga que dejar de usar mis vestidos ajustados y mis crop tops, pero bueno el tremendín lo vale todo.

Decido llevar un vestido rojo ajustado y unos tacones negros, mi cabello esta suelto con muchas ondas, me veo sexy, me siento sexy, coloco un poco de maquillaje corrector y un labial rojo, perfecta.

Mientras conduzco a la empresa no me detengo a desayunar, se me antojan unos pasteles calientes y un yogurt pero no quiero hacerlo sola, así que invitaré a Rachel, aunque conociéndola ya habrá desayunado y tomado la merienda matutina, porque esa si que es comilona. Cuando llego voy a la oficina de Rachel y esta tiene enorme sonrisa.

-Hola querida ¿a qué se debe tu sonrisa?- le pregunto curiosa dejando un beso en su mejilla.

-Ya verás ¿no has ido a tu oficina?- niego con la cabeza y ella asiente, raro -¿Cómo está nuestro tremendín?

-Bien, ya sabes como toda mañana me hace vomitar, pero lo bueno es que ya se han reducido a ser solo en las mañanas- ella asiente y me deja un beso en la barriga -Te invito a desayunar amiga- le digo emocionada y ella dice que no.

-Primero vamos a tu oficina- ahora soy yo la que dice que no y ella se rasca la frente.

-Quiero desayunar y luego trabajaré, no quiero ni ver mi oficina sin comerme un rico pastel caliente con mucho queso, vamos que se me hace agua la boca- tiro de su brazo pero no se mueve -Tu sobrino tiene hambre amiga, ¿Puedes caminar?

-No, primero vamos a tu oficina- la miró incrédula y ella está muy seria, después la loca soy yo.

-Esta bien, pero rapidísimo que muero de hambre- salimos de la oficina de mi amiga y nos vamos a la mía.

Al abrir la puerta me llevo las manos a la boca, estoy impresionada mirando mi oficina, jamás había visto una cosa así, Rachel me empuja y termino de entrar, como toda embarazada con las hormonas revueltas lloro, lloro de alegría.

DominatrizNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ