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Lucy me despertó a la mañana siguiente. Parecía bastante preocupada. Justo cuando suelto un bostezo mientras mi mente se prepara para arrancar, me dice "Tu padre quiere hablar seriamente contigo". Y entonces me doy cuenta que, efectivamente, David al fin me dejaría salir, que no era un sueño. Apenas dice esas palabras me pongo de pie y pregunto dónde se encuentra. Dice que en su despacho y corro de inmediato hacia ahí, incluso ignorando el hecho que sigo en pijama. Al llegar, abro la puerta de golpe y lo encuentro a él sentado frente a un largo escritorio negro. El ventanal permite que la luz del sol atraviese la habitación. Se escucha de lejos el sonido de los pajarillos.

-Lucy me dijo que me buscas –menciono recuperando el aliento- ¿Entonces me dejarás salir de verdad?

David se pone de pie, dándome la espalda, dirigiéndose a un librero largo y grande colocado en la pared. Ahí se encuentran los archivos de la familia Walker, de la empresa que su bisabuelo fundó luego de aquel percance que provocó que la ciudad ardiera en llamas. Toma un libro de portada roja y lo coloca con suavidad sobre la superficie del escritorio. Me invita a tomar asiento frente a las sillas ejecutivas que son usadas por los asistentes.

-Ábrelo –me pide con firmeza- es parte de tu salida.

Bastante nervioso, lo tomo entre las manos y lo observo. La portada tiene grabado un escudo dorado. Una mujer griega de perfil, rodeada por unos cuántos laureles. Debajo se encuentra el nombre de "Sapientia".

-Ese es el anuario de mi preparatoria. Estudiarás ahí.

Abro los ojos por completo, lleno de sorpresa. Una sonrisa se dibuja sobre mis labios y trago saliva.

-¿Esto es real, David?

Asiente con una sonrisa en su rostro y me pongo de pie para abrazarlo, rodeándolo por completo.

-Decido enviarte ahí porque es el más prestigioso de la ciudad.

-¿Cuándo asistiré? –pregunto bastante emocionado.

-Después de vacaciones. Iniciará el siguiente semestre el siete de Agosto.

Trago saliva.

-Eso dentro de un mes...

-Lo sé –responde David, tan meticuloso- y por eso te prepararé durante este tiempo para que tengas todo lo necesario.

-¿Significa que tendré una especie entrenamiento para salir?

-Significa que vas a vivir solo.

Siento como si un golpe diera justo en mi cara. El aliento se me escapa y, me pongo de pie, mis piernas apenas pueden sostenerme.

-¿Y a dónde me iré a vivir solo? –pregunto más asustado que emocionado- ¿por qué me vas a echar de la casa?

-Es lo que querías ¿no? –dice David con una sonrisa ligera. No encuentro en sus palabras una burla, más bien resignación- Salir de aquí.

-Sí, bueno... ¡No lo sé! –Respondo desesperado- Es decir, sí quiero salir de aquí pero no quiero tener una casa...

David camina hacia mí y abre el libro que me entregó. En la portada se encuentra un grupo de jóvenes sentados para una foto generacional. Hay chicas y chicos con el uniforme que David me mostró en la foto, sólo que las mujeres no llevan el suéter rosa que mi madre.

-Te adaptarás. Para ello te envío a este colegio.

Los miro a todos sin mencionar una palabra.

-Además supongo que ya eres lo suficientemente responsable para hacerte cargo de ti mismo. No de lo económico, te depositaré dinero cada mes.

-¿Y cómo lo voy a hacer? –cambio la mirada hacia David, quién me mira con la misma sonrisa- Ni siquiera sé moverme en la ciudad.

-Aprenderás.

Suelto un suspiro, cierro el libro y me echo sobre la silla. Siento como si tuviera que cargar el mundo sobre mi espalda. David me pide que salga del estudio porque unos clientes vendrán a una pequeña reunión. Arrastro los pies hacia la salida, aún con el libro entre las manos.

Durante el resto del día no salí de mi habitación, incluso ni siquiera me quité la pijama. Sólo me dedicaba a observar el libro que me dio, con todos esos rostros de adolescentes. Algunos eran deportistas, otros estudiosos. Todos con sonrisas, incluso encontré a David y a mi madre en algunas páginas. Ellos pertenecieron a diferentes clubes, entre ellos el de literatura. Debajo de la fotografía de ella está escrito su nombre: Anais Jackson. Ella era la líder de ese club. Casi siempre salía con libros en las manos, incluso le escribió a mi padre una pequeña dedicatoria:

Para mi compañero de vida, David. Por un futuro juntos.

Y entonces recordé que ella tenía un pequeño diario, rosado, como su suéter. Entonces, por primera vez, tomo una extraña decisión en mi vida: comenzar a escribirlo todo, lo nuevo que encuentre en Astoria. Quizás así pueda aprender a sobrevivir allá afuera. 

BlakeWhere stories live. Discover now