Capítulo 2

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Un día como cualquier otro; soleado, con aves cantando, alguna que otra bocina de algunos automóviles sonando, niños riendo junto a sus padres y otros en cambio haciendo berrinche yendo al colegio con sus impecables uniformes con el logo de su escuela.

Negocios que recién comienzan a abrir sus persianas y otros ya abiertos.

Tan común, tan monótono...

Cada uno ocupado en sus propio deber y necesidad.

En una oficina un pelinegro se encuentra leyendo unos papeles cuando oye como tocan la puerta.

—Adelante —dice y la puerta se abre dejando ver a su secretaria.

—Señor su esposa lo llama, está abajo ¿Le digo que pase? —pregunta ésta desde la puerta.

—¿Otra vez? —suspira y se refriega la frente—. Está bien... Dile que pase.

—¡Sasuke kun! —grita una joven de cabello rosa  entrando a la oficina. El nombrado ni siquiera levanta la mirada para verle.

—¿Qué querés Sakura? —le pregunta con cansancio.

—¡Oh Sasuke kun! —le dice dejando su bolso sobre el escritorio y abrazando al azabache—, dile a tu asquerosa empleada que la próxima vez me deje pasar sin dar tantas vueltas como lo hace siempre.

—Karin solo hace lo que yo le ordeno —toma unos papeles y comienza a mirarlos para luego separarlos firmando unos y dejando otros de lado.

—¡Por eso mismo! —chilló separándose del azabache— ¡Ella no te cumple, deberías despedirla!

Sasuke frunció el ceño al oírle chillar.

—¿En qué no cumple? —le siguió la corriente.

—En que seguramente tú le has dicho que me deje pasar siempre ¡Y mirá! ¡Nunca lo hace! —terminó haciendo gestos exagerados.

El azabache negó y se acercó a la puerta abriéndola.

—¿Tenés algo más que decir? —Sakura le mira desconcertada—. Mejor dicho… ¿A qué viniste?

—Pero…

—Si no tenés nada importante que decir te pido amablemente que te retires ya que no se tú pero yo tengo trabajo que hacer —dijo lo obvio—. Si querés decir algo podés esperar a que llegue a casa o como dije antes si es algo importante dímelo ahora —le miró esperando a que hablara pero ella solo rodó los ojos.

—Si que eres malo Sasuke... Pero bueno —se alzó de hombros—, solo quería avisarte que me enteré algo acerca de la mansión de los sustos… ¿La recuerdas no?

—Mn —contestó seco.

—Bueno, dentro de poco alguien vendrá a vivir allí —decía ilusionada—, tendremos un nuevo vecino o vecina y…

—Espera —le cortó el azabache— ¿Tanto lío por eso?.

Sakura se arrepintió de no haber esperado a que él llegara a casa para contarle al ver la cara de pocos amigos que ponía su esposo.

—S..si… —respondió temerosa y el azabache sin soportarlo más, se acercó a ella tomándola del brazo y la empujó fuera de la oficina.

—¡Espera Sasuke! ¡Mi bolso! —Gritó cuando éste le cerró la puerta en la cara.

Acercándose al escritorio, Sasuke tomó el bolso y abriendo solo lo suficiente la puerta lo lanzó fuera.

—¡Sasuke! —se quejó Sakura al ver como su preciado bolso caía al suelo.

Lo levantó entonces con enojo y lo sacudió para sacarle el polvo que se le hubiera pegado al caer para después colgárselo al hombro y salir de ahí.

—Que te conste que nunca le dije a Karin que te dejara pasar, por eso nunca lo hace —dijo Sasuke cerrando la puerta con seguro para asegurarse de que nadie volviese a entrar a molestar.

Karin se reía de la tonta esposa que le había tocado a su jefe. Oyó muchos rumores acerca de cómo se conocieron y llegaron a estar juntos pero la historia más creíble que oyó era la de que ellos estaban juntos por conveniencia.

Ambos habían heredado parte de las empresas de sus padres y para hacerlas crecer más no se le ocurrió mejor idea que casarse. Por lo cual a pesar de que le daba pena la situación de su jefe al mismo tiempo le daba igual ya que no es como si le hubiesen obligado.

—Que se joda por buscarse a una tipa como esa —se dijo mientras limaba sus uñas.

Mientras tanto Sakura se apresuraba a caminar hacia su casa, no es que no tuviese un auto pero solo por pasar a husmear aquella mansión prefería ir a pie aunque esté usando zapatos taco aguja.

El silencio pareció inundar de repente el ambiente ni bien comenzó a cruzar por la vereda de aquel lugar.

Una repentina brisa le provocó escalofríos.

Apretando su bolso apresuró sus pasos pero al estar tan distraída mirando hacia la mansión y no al frente, chocó contra alguien cayendo al suelo al romperse uno de sus tacones por un mal paso.

—¡Tu idio...! —Sus palabras se quedaron atascadas en su garganta al ver a quien había chocado.

Un hombre alto de piel pálida, ojos amarillentos y cabello negro y largo. Detrás de este se encontraba un joven casi de la misma estatura, su piel también era pálida pero su cabello no era negro, sino rubio y sus ojos de un muy pálido color celeste, parecía un muerto.

Además de sus expresiones ni hablar.

—Yo… lo siento.

—Ve entrando —ordenó al rubio el sujeto que se veía mayor y tenía una voz rasposa.

El joven no contestó, solo asintió y tomando una caja del baúl del auto entró por los grandes portones, sin mirar atrás.

—No se disculpe señorita —le dijo el sujeto captando nuevamente su atención—, la culpa en todo caso es mía al no haberme hecho a un lado cuando la vi venir tan distraída —le tendió una mano.

—Gracias —tomó su mano pero se arrepintió al instante ya que ésta estaba fría como la piel de un muerto.

Nuevamente un escalofrío recorrió su ser.

—No es nada —asintió y luego miró hacia los lados—. Hace tiempo que no venía, ya extrañaba este lugar.

—¿Usted vivía antes aquí? —preguntó cómo se lo ordenaba su curiosidad.

—Así es, pero por un pequeño inconveniente tuve que mudarme.

—Entonces... Eso quiere decir que usted vive, vivió, vivirá aquí? —preguntó trabándose en sus palabras.

—Exacto.

—¡Seremos vecinos entonces! —habló ya más confiada.

—Si —miró su reloj—, lo siento pero para la próxima seguimos la conversación ya que tengo asuntos pendientes que atender —avisó.

—¡Oh! Si, lo siento.

Desde el interior de la mansión, por los grandes ventanales, el joven rubio los observaba.

—Bienvenido otra vez —dijo a la nada y retomó su camino perdiéndose entre la oscuridad de los pasillos.









Nota:

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Carnivore [ItaNaru]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora