Capítulo 8

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«Él me dijo que no me haría daño, que quería ayudarme pero…»

Naruto terminó de bañarse y salió de la bañera, se secó y luego vistió con las prendas que le había prestado Itachi.

«¿Por qué querer ayudarme sin pedirme algo a cambio?»

No importa cuanto lo pensase se le hacía poco creíble aquello, más al recordar todas esas veces en las que algunas personas le dijeron lo mismo, hasta se lo prometieron pero solo era para utilizarlo, lo ilusionaban con una cruel mentira.

Mirándose al espejo apretó los labios, se odiaba, odiaba al destino por hacerle pasar por todo aquello y odiaba su suerte.

Tocó su reflejo y recordó aquello lo cual aún no sabía si era tan sólo un producto de su imaginación o un sueño.

Unos toques en la puerta lo hicieron salir de su ensoñación.

—¿Si? —preguntó saliendo.

—¿Quieres un café o algo de beber? —le preguntó Itachi.

Naruto se sonrojó al verlo allí sin remera y secándose el cabello.

—Emm… Si, un café por favor… —desvío la mirada hacia otro lado haciendo sonreír al azabache.

No sabía quién había lastimado tanto al pobre rubio, pero admiraba que este no se hubiera desmoronado.

También le pareció lindo el verlo así sonrojado y con su ropa la cual le quedaba bastante grande a pesar de que el rubio parecía tener su misma altura.

—Bien… —sacudió su cabeza alejando aquellos pensamientos— Toma asiento enseguida te lo traigo.

Al verlo alejarse a lo que supuso era la cocina, el rubio tomó asiento en el sillón.

Se sintió mareado pero le restó importancia, al igual que a la pesadez de sus ojos.

—Y aquí está —apareció Itachi poniendo las tazas sobre la mesita frente al sillón.

Al no oír contestación volteó a ver al rubio y lo encontró extrañamente dormido en su sillón.

—Debe de estar cansado —fue a su habitación a buscar una frazada y volvió, acomodó al rubio y lo tapó.

Le quedó observando y acarició la frente de este corriendo algunos cabellos que caían sobre esta.

—Está ardiendo —se dijo al sentir el calor que emanaba la piel del otro.

Todo el resto de aquel día Itachi se la pasó cuidando e intentando bajar la fiebre del blondo, para cuando llegó la noche ya estaba agotado por lo que se quedó dormido sentado a un lado del sillón.

Naruto abrió los ojos y se sintió perdido, no reconocía el lugar y aunque se sentía cálido se removió sentándose, observando.

Cuando vió al pelinegro durmiente recordó todo lo que había pasado.

—¿Te sientes mejor? —oyó la voz adormilada del pelinegro el cual se estiraba como una gato y hacía crujir sus huesos.

—¿Disculpa?

—Ayer te dio fiebre —explicó poniéndose de pie—. Y tuve que cuidarte —le revolvió los cabellos.

—¿Tú me cuidaste? —preguntó incrédulo y sintiendo algo agradable crecer en su interior.

—Si, ¿Por?

—Gracias —se puso de pie e hizo una reverencia—. Ahora yo te pagaré —estaba por sacarse la remera pero las manos del pelinegro lo detuvieron.

—¿Qué haces y a que te refieres con eso? —preguntó ya sospechando lo que el rubio pretendía hacer.

—Dejaré que me utilices a tú antojo como pago —respondió como si fuese lo más obvio y volvió a tirar pero un azabache con el ceño fruncido volvió a impedírselo.

—Mira —suspiro—. Eres lindo no lo voy a negar pero lo que hice fue porque quise, no tienes que hacer esto, yo no lo pedí ¿Acaso así devuelves los favores a todos?

El rubio desvió la mirada.

—Nadie hace algo sin esperar algo a cambio —susurró.

—Eso es una estupidez —le dijo alejándose un poco ya que el rubio había parado con el intento de querer desnudarse—, ¿Quién te dijo eso?

—Mi padre —respondió mordiéndose el labio y sin enfrentar aún la mirada del otro.

Se sentía estúpido, avergonzado y tenía ganas de salir corriendo de allí pero necesitaba su ropa y saber si el otro tenía sus bolsas de compras ya que si llegaba sin ellas o vestido con ropa ajena a su casa no le iba a ir nada bien, en si ya tenía un castigo seguramente esperando por el por haberse tardado un día completo en volver.

—¿Tu padre? —levantó una ceja—. Dime… ¿Él sabe de todas éstas heridas que tienes?

Naruto se puso pálido de repente.

—¿Podrías darme mi ropa por favor? —pidió jugando con sus manos.

—¿Él te lastima?

Naruto no respondió, quería morir ahí mismo. No podía con la vergüenza y el miedo que iba en aumento por segundos.

«¿Sabés que tu silencio es también una respuesta?»

No lo creía, estaba asombrado, ese joven debía de seguro tener la misma edad que él, tal vez a lo mínimo unos años menor pero igualmente todo un adulto.

¿Por qué dejaría que su padre lo maltrate de tal manera?

—Por favor dame mi ropa que debo volver a casa —pidió Naruto con voz temblorosa.

—Está bien —fue a buscarla y se la tendió— Puedes pedir ayuda ¿sabes? —le dijo sin soltar las prendas—. No todo el mundo es así como tu crees o mejor dicho como te lo hicieron creer —dicho eso soltó las prendas—. Por cierto tengo tus recados ve a cambiarte y ya te los traigo.

—Aquí tienes —se los dió una vez que el blondo se hubo cambiado.

Ambos estaban en la puerta mirándose, no sabiendo que más decir.

—Supongo que gracias —dijo el Naruto incómodo, aún no creía en la amabilidad del azabache—, adiós.

—Recuerda lo que te dije —le dijo Itachi deteniéndolo de la muñeca y sin más que agregar lo dejó ir.

«Se lo que dijiste… Pero eres la primera persona que lo ha hecho…».

Pensaba Naruto de regreso a su hogar.

«Este sentimiento cálido fue algo pasajero, cuando llegue a casa ya no estará allí…».

Itachi se maldijo mentalmente al recordar que no le había preguntado siquiera su nombre.

Ya que había estado pensando en alguna manera de ayudarle.

«Ojalá y pueda verte otra vez».








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Carnivore [ItaNaru]Where stories live. Discover now