Capítulo 16

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Pasaron semanas antes de que volviera a bajar a tierra firme. Cuando salí de casa de Ceth, al dia siguiente, Zia estaba tan histérica por mi ausencia,  que me prohibió hasta salir a ver la luz del sol durante aproximadamente una semana.

Esos dias fueron aburridos y pasaron muy lentos, aunque como en ocasiones anteriores, tuve visitantes. Ceth ya no actuaba igual que siempre, se habia vuelto más distante que antes, más frío, y no se daba cuenta que me hacía daño con ese comportamiento,  sentía cierta opresión en el pecho cuando estaba conmigo y cuando me miraba dejaba de respirar,  aunque solo me daba cuenta cuando apartaba la mirada porque notaba el dolor de mis pulmones al contener tanto tiempo el aliento. No sabría decir muy bien que era lo que pasaba por su mente, solo sé que me miraba como si de repente me fuera a desvanecer,  o a derrumbar, y quisiera impedirlo.... Todo era distinto desde que escapamos por los pelos de las criaturas del bosque.

Zia por su parte, cansada ya de mis insisitencias de que por favor me dejara salir, y con su firme oposición, decidió que lo mejor sería mantenerme entretenida de algun modo, asi que me trajo unos cuantos libros de su biblioteca sobre hierbas medicinales y otro tipo de plantas. Los libros me pierden, y no pude evitar leérmelos. Aunque parecieran aburridos para cualquier otra persona, para mi eran como una puerta a otro mundo, me encanta conocer cosas nuevas y con este tipo de conocimiento, podría ayudar a la gente si lo necesitaban. Mi memoria por otro lado siempre ha sido muy buena, por lo que no me costó mucho aprenderme las clases de plantas y su forma mediante las imagenes que aparecían pintadas en las páginas, asi como lo que cada una hacía. Zia se impresionó tanto con mi capacidad de aprendizaje, que decidió enseñarme su oficio de curandera, pues segun ella,  no le quedaba mucho de vida y tenia que transmitir sus conocimientos a alguien mas joven. En conclusión,  que acabé siendo la aprendiz de Zia y al cabo de pocos dias ya me vió capacitada para empezar a trabajar en la "farmacia", sí,  creo que se lo puede llamar así.

Allí conocí a la mayor parte del pueblo, todos se encariñaron conmigo, y ahora me siento como en casa. Sí,  definitivamente esto es mi hogar, mi familia, que aunque no estemos realmemte emparentados,  me quiere mas que los de mi propia sangre. Soy feliz y creo que pocas veces antes podria haber dicho esto. Aunque tambien es cierto que de vez en cuando me pregunto por mi familia, por como estaran, si mi madre llora por mi, si mi padre me busca, o si simplemente piensan que es una rabieta y que al final volveré a casa con ellos. Tambien pienso en Alec, aunque me duele mucho pensar en él,  y se me encoge el corazón. Quiero vengarme de él,  pero le quiero, o le queria demasiado como para hacerle algo malo realmente.

Hoy de nuevo puedo bajar al bosque.  Necesitamos reservas para unas cuantos meses pues cada vez anochece con mas velocidad y hay menos tiempo de luz. He elegido a un par de miembros para que me ayuden en la recolección,  yo sola no creo que pudiese llevar la mitad de los suministros. Les he enseñado el tipo de planta que han de buscar, las mas faciles de encontrar, las que no se pueden confundir con ninguna otra venenosa, así yo me puedo dedicar a otras mas específicas, pero mas dificiles. También he de supervisar a mis ayudantes, porque nunca se sabe, pueden equivocarse.

-Y acordaos las jaulas de noche por muy apetitosas que parezcan son venenosas, mortales, asi que os suplico que no comais ninguna- grito fuertemente para que todos me oigan.

Me dirijo a buscar las plantas que necesito rápidamente,  para luego tener tiempo de comprobar que el equipo trabaja correctamente, nunca se sabe si alguien planea matar a alguien, y las bayas son una buena forma de conseguirlo.

Llevo medio cesto lleno cuando Samara viene hacia mi corriendo. Es una joven pelirroja que conocí hará un par de semanas, es mas o menos de mi misma edad, asi que hicimos buenas migas enseguida.

-Ven Leah, corre- grita cuando estaba a pocos metros.

-¿Que pasa?-respondo preocupada ante tanta prisa

No esperes a que amanezcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora