Capítulo 03

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Capítulo 03:

Todavía no estaba del todo acostumbrado a una nueva vida, a un nuevo colegio, a nuevas caras, a nuevas personas que se le acercaban en busca de entablar una conversación con él, siempre estaba dispuesto a inventar cualquier pretexto para huir de esas personas, era evidente que lo hacía, pero eso no era algo que le importase, él era así.

Se podría decir que Delfina, Pedro y Nico era sus amigos, siempre que orientaban un trabajo grupal ahí estaban los cuatro para formarlo, la cosa se complicaba cuando la cosa era solo tres personas, siempre Nico decía que se haría con otro grupo porque sabía que, para Simón, por ahora, era difícil, y el chico nuevo se lo agradecía muchísimo.

Sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña placa en forma de una silueta de casa de color plateada, la cual, tenía una fina cadena que terminaba en un conjunto de diferentes llaves, pero la que usaría sería solo una: la de la puerta principal de su hogar. Simón vivía en una de las mejores zonas residenciales del país, su situación económica era bastante desahogada y, a decir verdad, eso poco le interesaba, cuando su madre le pidió opinión sobre la casa, él no hizo otra cosa más que sonreírle tranquilamente y decirle que estaba bien lo que ella eligiera.

—Alguna vez puedes decirme si algo está mal, ¿sabes? —le había dicho la mujer, tocando su hombro con delicadeza y un poco decepcionada por no recibir una opinión estable por parte de su hijo.

Un condominio con casas más o menos similares, la suya era una de las más grandes que había y, según su madre, una de las más recientes en ser edificadas en la zona. Era una casa en verdad grande, tenía dos plantas y una pequeña terraza, a sus alrededores había un montón de flores que estaban rodeadas por grama estratégicamente cortada para que diera más protagonismo a las plantas que se elevaban sobre esta. Muy bien cuidada, definitivamente los jardineros hacían un buen trabajo.

Como en todo condominio, también había vecinos, por su parte, nunca se había detenido a ver a las personas que entraban o salían de los metros pertenecientes a la zona. Había visto las demás residencias, sí, pero no era como si se hubiese detenido a grabarse cada detalle de estas, como muchas cosas en su vida y en el exterior, no le interesaba en los más mínimo.

—Llegas un poco tarde, ¿no? —preguntó la mujer que estaba sentada en una de las seis sillas que estaban juntas a la mesa de cristal de la cocina.

—Me quedé platicando con unos amigos —respondió dirigiéndose a tomar un vaso de vidrio para luego llenarlo con agua del grifo.

Y no era mentira, hoy los cuatro chicos habían quedado a tomar algo después de salir de colegio, pasaron un gran rato hablando de cualquier cosa con la única intención de matar el tiempo. Le pareció una buena idea, después de todo, no era un delito pasar tiempo con sus amigos.

—Tú llegas temprano —la observó de reojo todavía sin acabar de beber el agua contenida en el vaso.

—Lo sé, decidí trabajar desde casa solo por hoy —se sobó el hombro y luego la nuca, con evidente estrés.

—Deberías descansar, te vas a enfermar —se acercó a la mesa, sin embargo, no llegó a sentarse.

—No importa —le sonrió para tranquilizarlo. Siempre mostraba esa sonrisa, Simón sabía la razón por la cual estaba tan estresada últimamente, no la juzgaba por ello, pero no estaba de acuerdo con lo que hacía.

—Me voy a mí cuarto —le anunció y después comenzó a caminar a la puerta —. En serio deberías hacerme caso —le dijo, por último, sin voltear y sin esperar respuesta por parte de ella.

Querida Ámbar |SIMBAR|Where stories live. Discover now