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Las luces se apagan de repente y los dos se quedan de pie en la oscuridad un instante, antes de que Andy vuelva a pulsar el interruptor. Entonces, se sienta en el suelo, como si eso fuera la cosa más natural del mundo, como si pasar el tiempo hablando con ella fuera lo mejor que puede hacer.

_____ no sabe muy bien qué hacer. Se siente cómoda hablando con él, pero lo que sintió cuando le cogió la mano, eso no fue para nada agradable. Busca su cara. No parece que tenga en mente nada más aparte de los libros.

Un instante después, _____ está sentada junto a él.

-¿Para qué lo necesitas? -Señala la copia de Tristes trópicos-. ¿Qué pasó con el que compraste en la librería de segunda mano? -En realidad no le importa en absoluto lo que le haya pasado con el libro; de hecho es una pregunta un poco estúpida. Estúpida y aburrida, pero no se le ocurre qué más decir, y no está tan a gusto como para estar sentada con él en silencio.

-Lo perdí en el metro. - Andy se encoge de hombros-. Debería comprarme otro, pero estoy un poco mal de pasta últimamente. ¿Conoces el sitio del que te hablo? -Deja el libro en el suelo y se vuelve para mirarla-. Me imagino que tu hermano debe de haberte llevado allí miles de veces. Siempre que voy está lleno de profesores.

_____ lo piensa un minuto.

-¿Está camino del centro -pregunta- y, aunque es un local inmenso, está todo hacinado?

-Exacto -asiente Andy -. Casi no puedes ni moverte. Es como si los libros lo hubieran invadido todo. Los estantes están a rebosar y hay tantos libros apilados en el suelo que es casi imposible caminar.

-Y tiene un olor extraño -dice ____ -. Pero no en plan libros viejos y cosas antiguas, sino en plan... -Se detiene un momento.

-Un poco en plan sucio y guarro -acaba Andy -Sí, eso mismo -ríe ____-. Y los empleados son muy maleducados.

-Si les preguntas algo parece que les estás molestando. -Y es casi imposible encontrar algo por ti mismo, porque lo ordenan todo sin ninguna lógica.

-Y el lugar, para empezar, está tan lejos de cualquier parte que uno no puede evitar preguntarse para qué irá la gente allí. Pero sin embargo es realmente... -Fabuloso - le interrumpe _____ -Así que lo conoces. -Andy le sonríe. Para de hablar y observa detenidamente su cara. ____ se mueve, incómoda. De repente, es como si fuera extremadamente consciente del silencio que impera en el depósito, del silencio y de la soledad. -La verdad es que no te pareces tanto a tu hermano -continúa Andy después de un instante-. Quiero decir, que no creo que sea de eso que me pareces conocida.

____ no sabe muy bien adonde quiere ir a parar con todo esto, pero se da cuenta de que se siente mucho menos a gusto que hace unos minutos.

-¡Pero qué tonto soy! -exclama Andy-. No me lo puedo creer. ¿Tú no vas a mi instituto? De eso te conozco. Te he visto por los pasillos. Eres nueva de este año, ¿no?

_____ está demasiado sorprendida para contestar. ¿Van al mismo instituto? ¿La conoce? ¿Sabe cosas de ella? ____ se pone en pie.

-Me tengo que ir -contesta alarmada-. No debería haberme quedado aquí tanto rato.

-Sí, claro. - Andy se levanta y la sigue hacia el ascensor. _____ camina tan rápido que prácticamente corre.

_____ es incapaz de mirarlo. Clava la vista en el suelo del ascensor, en el techo, en cualquier cosa que no sea su cara. Es como si ese breve y agradable intervalo no hubiera existido. Se siente usada. Usada y estúpida. ¿Lo había sabido él desde el principio? ¿Toda aquella conversación no habría sido más que una farsa para poder explicar después a sus amigos que había conseguido hablar con la chica nueva? ¿Con la rara, con la que había matado a sus padres?

El deseo de cortarse es cada vez más latente, incluso más fuerte que en el mostrador.

Tiene que deshacerse del chico. Necesita estar sola.

La chica de la sonrisa rota. [Andy Biersack y Tú]Where stories live. Discover now