Capítulo 4: Miedo

3.7K 547 120
                                    


Sus pies y manos estaban adormecidos, su cabeza no dejaba de doler, sentía que el mundo se tambaleaba justo debajo de su cuerpo.  Las nauseas eran fuertes, pero aquello era simplemente una sensación avasalladora causada gracias al fuerte golpe que se había dado en la cabeza. 

Escuchó una voz grave hablando suavemente a su lado, parecía lejana, no sabía a quién pertenecía y actualmente esta era la última de sus preguntas. Todavía no podía abrir los ojos y su visión estaba borrosa, distorsionada, lo cual le estaba causando nauseas. Frunció el ceño intentando abrir sus grandes orbes esmeraldas completamente y lo consiguió, se encontraba en su cuarto, nada fuera de su lugar.

Se retorció en la oscuridad tanteando la idea de colocarse de pie, pero fue inútil, en el mismo momento en que vio a aquella figura pegada a la puerta, observándolo directamente, causó que volviera a caer en su cama en menos de un instante.

Sus manos temblaron y su respiración salió con fuerza.


Un joven, de cómo unos veinte años, vestido totalmente de negro, estaba en su habitación sin dejar de mirarlo con unos ojos decaídos. Como si lo que estaba ocurriendo en ese momento fuera de lo más normal del mundo. —Hola, Chris.


Christopher sintió que el dolor de cabeza se hacía más fuerte a medida que más miraba a ese joven. Era aterrador, parecía algo así como gótico, pero más tenebroso. Su piel pálida, su cabello oscuro hecho un alboroto, el tatuaje en su brazo y esos...ojos. No podría olvidarlos.

— ¿Q-qué?—Retrocedió arrastrándose en su cama hasta dar justo con la pared, estaba atrapado. Tragó saliva nervioso, ya había visto a este hombre, ¿Pero quién era? ¿Qué quería? ¿Acaso lo estaba robando? Pero ninguna de esas preguntas se deslizó fuera de su sistema. Mientras veía como el contrario caminaba a su alrededor en silencio, sin dejar de contemplarlo. — ¿Cómo sabes mi nombre?

Aquello causó que el pelinegro soltará una carcajada. —Sí, ha pasado tiempo. —Se encogió de hombros. —Era obvio que no me recordarías.

— ¿Te conozco?

—Oh, sí cariño. —Le entregó una sonrisa socarrona mientras se acercaba a Christopher depositando sus manos en el colchón justo frente a él. —Me conoces.

El pelirrojo estaba confundido, no creía haber visto a este hombre antes -excepto aquella vez por supuesto- pero la realidad es que no tenía ni idea de quien era. ¿Tal vez un muy viejo conocido? ¿Podía ser que fueron a la primaria juntos? No recordaba. 

Aunque ¿A quién engañaba? No olvidaría esos ojos nunca. —Lo siento, no te recuerdo, ¿De cuánto tiempo estamos hablando?

El mayor dudó unos segundos, fingió que contaba con los dedos antes de darle una respuesta. —Tal vez, no lo sé. ¿Dos mil años?

Chris se quedó observándolo con la boca abierta en par en par, no podía creerlo, un lunático acababa de entrar a su habitación. ¿De verdad había vuelto a dejar la puerta abierta?

Intentaría sacarlo de aquí sin mucho escándalo, eran las cinco de la madrugada y no quería despertar a su familia. —Okay, por lo visto o estas ebrio o drogado, no lo sé. Solo te pido que te vayas porque tengo cosas que hacer y...—Se colocó de pie con dificultad comenzando a empujar al contrario fuera de su cuarto lentamente con una mueca de agotamiento, pero no lo logró. Antes que se diera cuenta el azabache movió su mano aferrándola a la suya, causándole un ardor impresionante, lanzó un quejido bastante audible, sentía que se estaba quemando en vida. Y al separase del mismo efectivamente había sido así, una marca roja se extendía por el dorso de su mano, soltó un quejido en respuesta.

No podía ser. ¿Qué diablos?

El joven de ojos cristalinos colocó a Christopher contra la pared en menos de un segundo, su fuerza era superior, casi al punto de inmovilizarlo.

El pelirrojo estaba aterrado, sentía que sus piernas flaqueaban y en cualquier momento caería al suelo. —Escúchame maldito, no usaras tu falta de memoria contra mí. ¿Bien? Tienes dos jodidas opciones, cooperar conmigo o morir. Tú eliges.

Chris no entendía nada de que lo que ocurría, pero absolutamente nada, aunque tampoco quería intentar el morir. Su voz tembló. — ¿A-acaso es un robo? No t-tenemos nada de valor.

El contrario sonrió, paso su dedo pulgar por los labios del menor lentamente mientras sonreía con malicia. —Tranquilo, estoy seguro de que lo tienen. —Se alejó de Chris. —Por ahora, continua con tu vida normal. Estaré vigilándote. Y cuando sea el momento de que me ayudes lo sabrás, la herida que te acabo de hacer, no dolerá... pero cuando este viniendo por ti volverá a hacerlo. Nos vemos Christopher.

El pelirrojo pasó un dedo por aquella quemadura que había recibido hace menos de un instante, efectivamente no dolía, estaba entrando en pánico. ¿Quién era esa persona? ¿Acaso era humano al menos?

— ¡Espera!— Lo detuvo antes de que se marchara. —T-tu nombre.

—Cierto, lo has olvidado. —Movió su cabeza corriendo un par de oscuros cabellos de su rostro. — Soy Azazel. Puedes googlearlo si quieres, soy algo así como famoso.

Y sin más abrió la ventana que daba justo hacia la calle, saltó y como si el pelirrojo no pudiera tener más sorpresas, efectivamente al caer no se hizo daño.  


(...)


Después de aquella noche, Chris no pudo conciliar el sueño en ningún momento.

 La clase de cereal que desayunaría esa mañana de repente se volvió un tema absurdo, tampoco le importaba si su ropa combinaba o tenía alguna relación, inclusive no saludó a su familia al depositarse en la mesa del comedor al despertar.

 Sus ojos tenían ojeras, se veía más pálido de lo normal y por un momento Giselle creyó que tenía fiebre. Por lo tanto le ordenó descansar por lo menos ese día, estaba de vacaciones después de todo.

Chris se encerró en su cuarto mientras escuchaba como las dos mujeres con las que convivía reían desde la cocina, probablemente estuvieran jugando a alguna cosa o mirando la televisión. No le interesaba.

Tomó su teléfono revisando los mensajes y por un momento pensó en llamar a Jade, solo para contarle lo que estaba ocurriendo. Pero, no le creería, es decir, él tampoco lo haría. Era una locura. —Diablos.

Cerró sus ojos recordando los sucesos de la noche pasada.

¿Azazel, eh? , ese nombre era totalmente fuera de lo normal. Nunca en la vida había escuchado de él.

Pero no tardaría demasiado en averiguarlo.

Se colocó de pie buscando en su escritorio su computadora portátil y encendiéndola, antes de que se diera cuenta ya estaba tecleando ese nombre en el buscador.

Al obtener los resultados sintió que su garganta se cerraba y su cuerpo no podría dejar de temblar.

—No puede ser posible. —Dijo en apenas un hilo de voz.

Miles de imágenes, millones de resultados, todos apuntaban y repetían las mismas palabras.

Ángel caído. Leyenda. Infierno. Demonio.

Chris se cubrió el rostro con las manos totalmente horrorizado por lo que estaba leyendo, tenía que ser mentira, se lo estaba inventando todo su mente. No podía ser posible, nada de eso era real.

Sus ojos se posaron en la marca carmesí que ahora cubría su mano, seguía ahí, nunca desaparecería, y esa era la mismísima prueba de que todo aquello realmente estaba ocurriendo.

Y en ese momento se dio cuenta de que solo podía tener un sentimiento. Miedo. 

***

Por finnn, esto va tomando color de a poquito.♥

Secrets.


Black Crown [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora