La echo de menos...

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A veces me gustaría ser una minúscula gota de rocío que se esconde y brilla durante la noche, para pocas horas después del amanecer poder desaparecer por completo en cuanto los primero rayos solares inciden sobre las verdes hojas colgantes de un árbol florido de primavera. Porque el rocío se siente en paz en el período nocturno, se queda ahí, disfrutando silenciosamente su soledad bañada de una linda e intensa noche de luna, mientras las estrellas centelleantes danzan y giran haciendo innumerables contrastes con las sombras esparcidas por todos los lados y lugares. ¿Esa soledad sería deprimente? ¡Pues claro que no, querido diario! Es un estar solo cargado de armonía y paz, en que no tener a nadie cerca trae una increíble sensación de liviandad, sin vestigios de tristeza o agonía...sí, sin duda sería maravilloso poder convertirme en esa gota de rocío, por lo menos durante el período doloroso que envuelve el compromiso y el matrimonio de Emma...nadie lo iba a notar, desaparecería durante el día, cuando todos estuviesen ocupados y felices haciendo planes para la boda tan esperada, y reaparecería por la noche, pudiendo estar libre de todo ese alborozo y multitud, estando, finalmente, solo a solas con mi dolor...

Dolor este que viene intensificándose más y más...creemos que en algún momento va a anestesiarse, puede incluso funcionar para otras personas, pero definitivamente, no funciona conmigo. Esa tristeza ya me dilaceraba el pecho y hacía que mi corazón sangrara desde que Emma comenzó a tener una mínima relación con Hook, y ahora con la petición de mano, solo hace que me rasgue toda por dentro, sin piedad, sin momentos para el descanso o para el recreo. Si Swan supiera cuánto sufrimiento y angustia cargo tras mi sonrisa siempre lista para ayudar y de mis ojos siempre pasando confianza...Ah, Emma, ¡cómo quisiera que lo notases! ¡Cómo quisiera que cuestionases por qué te llevo evitando desde un tiempo para acá! ¡Cómo me gustaría que agarrases firmemente mi brazo e hicieras que te confesara todo!...Porque solo así es que conseguiría realizar eso: si tú me obligases.

Si preguntas, querido diario, cuándo empecé a amar a Emma, con certeza te diría, sin pestañear: desde el primer encuentro, desde el primer intercambio de miradas, el primer hundimiento en aquel mar esmeralda, desde el primer "hola", y desde los muchos momentos en que la odié e incluso planeé su muerte...aún no era capaz de percibir, lógicamente, pero la semillita del amor fue plantada en mi corazón en aquel mismo momento, y a partir de allí, Emma fue la responsable en hacerla germinar, regándola y alimentándola con todo cuidado y cariño. Swan la regó con las aguas dulces y profundas de su propia confianza depositada en mí, siempre inquebrantable, incluso con todos diciéndole que yo no cambiaría y ante tantas pruebas del ser perverso que fui en otro tiempo. Ella la alimentó con su comprensión y su paciencia, incluso en las muchas veces que la traté con rudeza e ignorancia. Y, por fin, Emma la fertilizó con el ingrediente más precioso de todos: el amor...pues Swan consiguió amarme cuando todos me odiaban y despreciaban, un amor fraterno sí, pero ella me amó verdaderamente en su forma más pura y completa, y ese sentimiento me trajo el mayor presente que ella podría darme: me ayudó a tener de vuelta la confianza y el amor de nuestro hijo, nuestro bien más preciado. Y yo finalmente ya no puede huir de los encantos y de las mil sensaciones que esa mujer formidable causaba en mí. Incluso no siendo correspondida de la misma forma, mi querido diario, nunca me arrepentiré de amarla, y mucho menos de amar a una mujer como Emma. Amarla es un privilegio, por más que siga sufriendo por no tenerla en mis brazos o de la forma en que quisiera, siento mucha felicidad de amar a una persona como Emma, extremadamente bella por fuera, pero sobre todo linda y luminosa por dentro...no en vano es la Salvadora, mi dulce Emma, dueña de los ojos verdes más lindos e intensos que el mundo jamás haya visto, dueña de la sonrisa más hipnotizadora, capaz de derrumbar ejércitos y, sobre todo, dueña de mi corazón...lo tienes en tus manos, y puedes ser capaz de hacer con él lo que quieras, por mucho que no tengas idea de eso...pero te dejo libre, mi amor, porque amar es eso: dejar al ser amado libre como un pájaro, para que pueda alzar el vuelo que desea su corazón, libre como un golfo, para que pueda nadar en los mares de sus deseos y sueños...aprendí que amar es ver a la persona que se ama feliz y estar feliz por ella, incluso no estando a su lado, incluso cuando su destino no esté ligado al tuyo...querría mucho que tú fueras mi tan esperado final feliz, Emma, pero creo que no te merezco...y, si tú estás feliz, yo lo estoy por ti, aquí o en cualquier lugar al que la vida nos lleve, mi dolor por no tenerte será sustituido por la alegría que sentiré al saber y sentir que tú estás feliz, estés donde estés.

Diario de un gran amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora