Capitulo 1

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Ya veo, es Elisabeth, no para de gritar de emoción, el padre le acaba de regalar las llaves de un coche de lujo y hace una entrada triunfal montada en él por la vía de acceso

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Ya veo, es Elisabeth, no para de gritar de emoción, el padre le acaba de regalar las llaves de un coche de lujo y hace una entrada triunfal montada en él por la vía de acceso. Se baja y sale corriendo a fardar con unas amigas, ignorando por completo la tarta y la gente reunida alrededor.

- Pues vaya - vocalizo en voz alta.

La tarde-noche se está volviendo algo fría y oscura, y no dudo en ponerme los guantes. Los padres de la anfitriona ya se han ido a dormir. Parece que haya venido solo a la fiesta, ya que Marcos no para de seguir a Elisabeth. Comeré un poco de tarta por hacer algo.

- ¿Está buena verdad? - me dice una chica que no reconozco.
- No soy muy fan de las tartas, pero no está mal - digo banalmente.
Estará aburrida, parece que a ella tampoco le prestan mucha atención.
- ¿Como te llamas? - dice la chica desconocida evitando silencios incómodos.
- Cristofer.

Sé que mi respuesta es algo seca, pero hoy no me siento con mucho gancho. Veo a Elisabeth ir para el chalet.

- Es una niña mimada... - dice la invitada con los ojos en blanco.

Que forma de celebrar un cumpleaños... descuida a sus invitados, no sopla las velas y se pira cada dos por tres.

- Merece la muerte.
- ¿Perdón? - digo bastante sorprendido mientras me giro hacia la chica, pero se ha esfumado. No la veo por ningún lado.

Que violenta. Ahora que lo pienso no le pregunté el nombre. Bueno, no me extraña, con lo de Elisabeth no le he prestado mucha atención.

- ¡Eh! ¿Juegas a las cartas? - me grita un grupito desde una mesa donde está Marcos cuchicheando.
- No gracias, no me apetece - pero nada de nada.
- Venga hombre, que nos falta uno - ahora lo entiendo.
Voy, total, que otra opción me queda, ¿quedarme apartado?
- Bueno... ¿A que jugamos? - dice Luis. Solo lo conozco de vista. Es el que tiene las cartas en la mano - Oye ¿Y Elisabeth?
- Ni idea... - dice Marcos desde el fondo de la alargada mesa de jardín.
- Oye Cristofer, ¿Por qué no vas a buscarla? Así la conoces un poco más - me dice Luis guiñándome un ojo.
- No creo que sea buena idea, seguro está cansada.
- Calla Marcos, eres un cortarollos - le reprocha Luis - ¿Vas Cristofer?

- Calla Marcos, eres un cortarollos - le reprocha Luis - ¿Vas Cristofer?

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Elisabeth no es para nada mi tipo. Incluso diría que me cae mal. Pero solo por llevarle la contraria a Marcos, me levanto y voy dirección chalet. Marcos me alcanza a buen ritmo.

- No hace falta que lo hagas Cristofer, solo intentan vacilarte.

Lo miro un instante, lo ignoro y sigo mi camino pero me agarra del brazo.

- Enserio Cristofer.
- Pues yo creo que lo que estás es celoso - reprocho empujándolo.

Continuo mi misión y Marcos se queda parado mirando a unos metros. Me da vergüenza entrar en casa ajena sin permiso, será mejor no hacer ruido o despertaré a los padres de la chica. Me acerco a la puerta, está entreabierta. Si en el exterior ya está oscuro, adentro aún más. No parece haber nadie en la planta baja. En frente están las escaleras que van a los dormitorios. Subo despacio, sin hacer el más mínimo ruido. A la izquierda una puerta cerrada y a la derecha el dormitorio de Elisabeth. Apenas puedo ver que la chica duerme plácidamente. Demasiadas emociones en un solo día. Otra vez esa extraña sensación. Esta vez, acompañada de un ligero mareo.

¿Quién ha abierto la otra puerta? ¿Que hago aquí? Ah sí... será mejor que vuelva al jardín. A mitad de la escalera, oigo unos pasos. Aceleró el ritmo, me da vergüenza que algún familiar me vea dentro de la casa, pero alguien me sigue rápidamente hasta el rellano.

- Hola, ¿Qué haces aquí? - dice una voz femenina algo adormilada. Es la madre de la chica.
- Lo siento, no era mi intención. Me dijeron que fuese a buscar a Elisabeth para jugar a las cartas.
- Oh... Vale, me había asustado. Note como si alguien...
- No se preocupe, ya iba para el jardín. Elisabeth está en el quinto sueño - interrumpo rápidamente para no alargar la situación tan incomoda.

A penas veo a la mujer que asiente con el seño fruncido y salgo del chalet. Me siento incómodo con los guantes. Son unos guantes bastante viejos de tela impermeable. Llevaba tiempo pensando en tirarlos y eso voy a hacer, deshacerme de ellos. Desde la mesa me ven y levantan las manos para saber que había pasado. Les adelanto la información agitando el dedo en forma negativa. Me acerco a la mesa, les comunico que estaba durmiendo.

- Joder, pues si que has tardado - expresa Luis entre risas mirando al resto, que también rien - Bueno... ¡A jugar!

No entiendo dónde está la gracia. Empezamos la partida de cartas. Marcos no me mira.

Nos quedamos hasta la madrugada, son la 01:23 y sobramos desde hace ya unas horas. Yo vuelvo con Marcos en su coche. El camino fue bastante silencioso. En un momento dado hizo el ademán de decir algo, pero no lo hizo. Me deja en casa y el sigue hacia la suya.

InocenciaWhere stories live. Discover now