22.|Verdad embarazo-sa.|

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«Abraham»

Estamos en la oficina de mi padre, tratamos de llegar al coche donde la pelirroja subió con Joe, pero creo que no tendremos éxito, ya que cambió de transporte dos veces.
El móvil de mi jefe suena, lo toma y sale para contestar.

Solo pienso en poder encontrar a Joe, Irena debe de estar rota, pues cuando se enteró no paraba de llorar y rogarle a su esposo que llevara a su hijo a casa sano y salvo.
No sé cómo debe de sentirse Natalie, espero que esté con su madre aunque sea para un poco de consuelo.

Maldición.
¿Por qué a Joe?
Se supone que van tras de la chica y no de él.
A menos que... ¡Claro! Natalie y Joe son muy unidos, tal vez piensan que si lo tienen a él, la tendrán a ella.

Probablemente llamen para pedir a Natalie o si esos malditos se apiaden de esa familia y solo pidan las joyas. Hay una pequeña probabilidad de eso.

—Dejen eso... Ya sé dónde esta —el señor Greg entra a la oficina enojado, pero también más preocupado.

—¿Cómo lo...? -mi padre no termina su pregunta ya que el primero solo le da una mira furtiva y sale de la oficina azotando la puerta—. Ya veo —susurra mi padre, es como si se hubiesen comunicado solo con la mirada.

—¿Que pasa? —pregunto confundido.

No contesta y sale dejandome aún más confundido.

Salí tras ellos. Le mandé un mensaje a Tony preguntando de como están las cosas en casa, ya que ellos regresaron media hora después de que salimos como almas que lleva el diablo. El señor Greg los regresó para que pudieran cuidar de su esposa he hija. Ahora más que nunca ella necesitan más protección.

Lo raro de su repuesta es que me dice que Irena está sola en la sala llorando como Magdalena, pero no ha visto a Natalie. Tal vez esta en su habitación llorando.

Son las tres de la mañana, las calles están vacías, eso nos ayuda en estos momentos, mi padre va conduciendo a gran velocidad, no escuché la dirección que mi jefe le dió, pero creo que pasa algo más que estos dos no me quieren decir.

Después de una hora y media, llegamos al dichoso lugar, esta zona fue abandonada hace mucho, si mal no recuerdo fue por que en una bodega soltaron un tipo de gas, lo bueno del asunto es que lograron detener eso antes de que saliera del lugar, y la poca gente que vivía aquí, se fueron por miedo a que ocurriera algo similar, pero tiempo después la DEA, cerró la bodega y ahora solo sirve para adolescentes que quieren drogarse.

—Es adentro —mi padre saca su arma al igual que Greg, yo hice lo mismo soltando un suspiro. ¿Tenía que ser en esa bodega?

Hay dos motocicletas tiradas, un coche con los neumáticos desinflados. La puerta está cerrada, nos acercamos con cautela, por la cercanía puedo notar que algo líquido cae desde el techo hasta la puerta de metal, pase mis dedos por aquel líquido.

—Es sangre —susurro.

—Voy a revisar arriba, ustedes dos adentro —nos dice papá y nosotros asentimos.
Entramos y vemos a un tipo tirado a unos cuantos pasos de la puerta, tiene su arma a un lado.
Más adelante hay otros dos y una chica, les dispararon justo en la cabeza.

Frunzo el ceño sin comprender. ¿Por qué están muerto? ¿No se supone que nosotros somos los primeros en llegar? A menos que uno de ellos los traicionó y se llevó a Joe a otro lado.

—Vamos... Ya no hay nadie aquí —Greg está enfadado. No es para menos, encontró la ubicación de su hijo y al llegar no hay nadie.

Pasamos por un pasillo, abrimos la primera puerta, hay tres tipos pelones muertos, la única mesa que había está destruida en mil pedazos, seguimos para ir por otra puerta, en la entrada hay otro, seguimos por la puerta roja.
Al entrar casi salgo corriendo para vomitar, el tipo ese tiene el cuello desgarrado, el antebrazo abierto y un moretón en el ojo derecho, solo me tapo la boca, y hay otro cerca que tiene una bala en su frente.

Mi Guardaespaldas [A.M] Where stories live. Discover now